17 DE DICIEMBRE
LUNES DE LA TERCERA SEMANA DE ADVIENTO
(FERIA MAYOR)
PALABRA DEL DÍA
Mateo 1,1-17)
“Genealogía de Jesucristo, hijo
de David, hijo de Abrahán.
Abrahán engendró a Isaac, Isaac a
Jacob, Jacob a Judá y a sus hermanos. Judá engendró de Tamar a Farés y a Zará,
Farés a Esrón, Esrón a Aram, Aram a Aminadab, Aminadab a Naasón, Naasón a
Salmón, Salmón engendró, de Rahab, a Booz; Booz engendró, de Rut, a Obed; Obed
a Jesé, Jesé engendró a David, el rey.
David, de la mujer de Urías,
engendró a Salomón, Salomón a Roboam, Roboam a Abías, Abías a Asaf, Asaf a
Josafat, Josafat a Joram, Joram a Ozías, Ozías a Joatán, Joatán a Acaz, Acaz a
Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés a Amós, Amós a Josías; Josías
engendró a Jeconías y a sus hermanos cuando el destierro de Babilonia.
Después del destierro de
Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel a Zorobabel, Zorobabel a
Abiud, Abiud a Eliaquín, Eliaquín a Azor, Azor a Sadoc, Sadoc a Aquím, Aquím a
Eliud, Eliud a Eleazar, Eleazar a Matán, Matán a Jacob; y Jacob engendró a
José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. Así, las
generaciones desde Abrahán a
David fueron en total catorce; desde
David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a
Babilonia hasta el Mesías, catorce”.
REFLEXIÓN
Mateo comienza su evangelio con la
genealogía de Jesús. Con esto se indica que Jesús es el hombre nuevo, la clave
que permite entender la historia de la salvación.
Pero el hombre nuevo no deja de
pertenecer al linaje de los hombres mortales.
Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre,
se convierte así en el molde y la horma del ser humano, para él es el hombre
nuevo. Debido a eso, “el misterio del
hombre sólo se esclarece en el misterio de la Palabra hecha carne. Adán, el
primer hombre, era figura del que había de venir. Cristo, el nuevo Adán, es la
misma revelación del Padre y de su amor, manifiesta plenamente que es el hombre
al propio hombre, descubriéndole la altura de su vocación.” (L.G. 22)
Al prepararnos a celebrar la encarnación
de Cristo, creemos en la humildad de Dios para la divinización del hombre; pues
el Hijo de Dios se hace hombre para que éste se convierta en hijo de Dios.
ENTRA Y ORA EN TU INTERIOR
Tras el temblor opaco de las lágrimas, no estoy yo solo.
Tras el profundo velo de mi sangre, no estoy yo solo.
Tras la primera música del día, no estoy yo solo.
Tras la postrera luz de las montañas, no estoy yo solo.
Tras el estéril gozo de las horas, no estoy yo solo.
Tras el augurio helado del espejo, no estoy yo solo.
No estoy yo solo, me acompaña, en vela, la pura eternidad de cuanto
amo.
Vivimos junto a Dios eternamente. (Himno litúrgico).
ORACIÓN
Te pedimos, Padre, por Jesucristo
nuestro Señor, verdadero Dios y verdadero hombre, el hombre nuevo, en
solidaridad con la humanidad pobre, necesitada y amada por ti en su misma
limitación y pecado. Tal es el amor inverosímil y gratuito que nos tienes.
Hacemos nuestro el
deseo de la liturgia de hoy: Oh sabiduría, que brotaste de los labios del
altísimo, abarcando del uno al otro confín del mundo y ordenándolo todo con
firmeza y suavidad, ven y muéstranos el camino de la salvación. Amén.
18 DE DICIEMBRE
MARTES DE LA TERCERA SEMANA DE ADVIENTO
(FERIA MAYOR)
PALABRA DEL DÍA
Mateo 1,18-24
“…Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús,
porque él salvará a su pueblo de los pecados”.
“El nacimiento de Jesucristo fue
de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir
juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su
esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto.
Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel
del Señor que le dijo: “José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a
María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu santo.
Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su
pueblo de los pecados”. Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había
dicho el Señor por el Profeta: “Mirad, la virgen concebirá y dará a luz un hijo
y le pondrá por nombre Emmanuel, que significas “Dios –con-nosotros”. Cuando
José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a
casa a su mujer”.
REFLEXIÓN
Si ayer se mencionaba a san José en el
árbol familiar de Jesús, como descendiente de David, hoy adquiere su figura un
relieve especial en la liturgia de la palabra. Es de las contadas veces que
aparece san José en los evangelios. Si éstos hablan poco de María, menos
todavía de José. No obstante, ambos son mencionados en el llamado “evangelio de
la infancia” de Jesús, donde Mateo da relieve a la figura de José y Lucas a la
de María.
Hoy se nos dice que por medio de José
entra Jesús en el linaje davídico, y se cumple en Cristo el oráculo mesiánico
del profeta Jeremías: el vástago de David se llamará
“Dios-es-nuestra-justicia”, es decir, nuestra salvación. Salvador es
precisamente el nombre que José pondrá al niño que nacerá de María, su esposa,
que ha concebido por obra del Espíritu Santo, como le explica “en sueños el
ángel del Señor” a José. Es la expresión bíblica para designar una revelación
de Dios a una persona.
La acción creadora del Espíritu es
decisiva para dar paso al Emmanuel (Dios-con-nosotros), que encabeza un nuevo
pueblo y una humanidad regenerada. Mas, para realizar este plan de salvación,
Dios cuenta también con la colaboración humana de María como madre natural, y
de José como padre legal del vástago legítimo que viene a tomar posesión del
trono de David: Jesús el Mesías.
¿A qué podía obedecer el reparo de José?
Conociendo a María, su mujer, ¿cómo dudar de ella? ¡Imposible! Además, sin duda
que María, le había puesto al corriente de lo que sucedía. Su reparo, por
tanto, no se refería a María, sino a sí mismo. No quiere interferir en los
planes del señor, a los que él no da alcance. ¿Cuál era su papel como futuro
marido de una mujer a quien Dios había tocado con su Espíritu?
La palabra del ángel del Señor vino a
darle seguridad, luz sobre su misión y confianza en Dios. Sería el padre
“legal” del hijo de María, venido del Espíritu Santo para salvar al pueblo de
sus pecados. La duda fue vencida por la obediencia de la fe. Así es como san
José conecta con la dinastía mesiánica: no sólo por razón de genealogía, sino, y sobre todo, por el
dinamismo de la obediencia de su fe, que le impulsa a aceptar una misión oscura
y sin brillo especial, pero muy importante en los planes de Dios sobre la
salvación humana.
ENTRA Y ORA EN TU INTERIOR
“¡José, hijo de David, no temas!” Pero ¿qué podría temer aquel “justo”. No vamos a
imaginar que desconfiara de su esposa y sospechara quién sabe qué infidelidad
suya… José es un justo, es decir, un hombre que lleva consigo el pensamiento de
Dios, la fidelidad de Dios. Lo único que teme es ocupar, junto a María y Jesús,
un lugar que sólo correspondería a Dios. El niño viene del Espíritu santo, pero
la fidelidad de Dios exige que sea también “hijo de David”…”¡No temas, José!
¡Emprende tu vida al lado de María! ¿Impón un nombre al niño y sé un padre para
él!”.
Sin ceder a la
tentación del abandono, el justo José se adentró en la radiante oscuridad del
misterio de Dios. Su talla humana se agiganta desde la fe que lo animó. Por eso
su figura aparece en el adviento como un prototipo y modelo bíblico de la fe.
La vida de cada uno de nosotros, como toda vida, es vocación, proyecto y prueba
de Dios; y debe ser también respuesta incondicional al mismo, sin pedirle
evidencias, sino fiándonos plenamente de él. Como hizo el bueno de José.
ORA EN TU INTERIOR
¿Qué es un padre para un niño,
sino una relación vivida día a día, una adopción mutua nunca terminada, un amor
en el que pacientemente se forja la libertad del futuro adulto? Jesús
experimentó esta relación. Y su nombre mismo la implica: Jesús quiere decir:
“Dios-salva”, o también Emmanuel, es decir, “Dios-con-nosotros”. ¿Dios podría
estar con nosotros y salvarnos sin pasar por nuestra historia y por nuestras
vicisitudes? Jesús no es salvador a golpe de milagro; lo es por su verdadera
humanidad. Y, a ese nivel, el lugar de José es insustituible en la historia de
la salvación. José… el hombre que adoptó al Hijo de Dios. Esta es su justicia.
Esta serán también la nuestra cuando, en el corazón mismo de nuestros amores y
de nuestras dudas, vivamos la historia de Dios-con-nosotros, Emmanuel.
ORACIÓN
Te pedimos por los padres de la
tierra, para que acojan a sus hijos como un don de tu gracia.
Te pedimos por
aquellos a quienes llamas a tu servicio, para que se comprometan con fe y con
sencillez.
19 DE DICIEMBRE
MIÉRCOLES DE LA TERCERA SEMANA DE
ADVIENTO
(FERIA MAYOR)
PALABRA DEL DÍA
Lucas 1,8-20.24-25
“Una vez que Zacarías oficiaba
delante de Dios con el grupo de su turno, según el ritual de los sacerdotes, le
tocó a él entrar en el santuario del Señor a ofrecer el incienso; la
muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando durante la ofrenda del incienso. Y
se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso.
Al verlo Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de temor. Pero el ángel le
dijo: “no temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel
te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Te llenaré de alegría, y muchos
se alegrarán de su nacimiento. Pues será grande a los ojos del Señor; no beberá
vino ni licor; se llenará de Espíritu Santo ya en el vientre materno, y
convertirá muchos israelitas al Señor, su Dios. Irá delante del Señor, con el
espíritu y poder de Elías, para convertir los corazones de los padres hacia los
hijos, y a los desobedientes, a la sensatez de los justos, preparando para el
Señor un pueblo bien dispuesto”. Zacarías replicó al ángel: “¿Cómo estaré
seguro de eso? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada”. El ángel
le contestó: “Yo soy Gabriel, que sirvo en presencia de Dios; he sido enviado a
hablarte para darte esta buena noticia. Pero mira: te quedarás mudo, sin poder
hablar, hasta el día en que esto suceda, porque no has dado fe a mis palabras,
que se cumplirán en su momento”. Días después concibió Isabel, su mujer y
estuvo sin salir cinco meses, diciendo: “Así me ha tratado el Señor cuando se
ha dignado quitar su afrenta ante los hombres”.
REFLEXIÓN
Mientras la asamblea del pueblo
permanece en oración en el atrio, el sacerdote ha entrado en el Santuario a
ofrecer el incienso delante de Dios. ¿Habrá quizá Dios esta tarde? “¡Ah, si
rasgaras los cielos y bajases!”· Pero Dios permanece en silencio desde hace
mucho tiempo, y parece que la oración de los hombres no asciende a lo
inaccesible. El pueblo es estéril: entonces, ¿cuándo volverá la tierra a dar su
fruto? El sacerdote es anciano, y se le va la vida sin haber tenido un hijo.
Cae la tarde. Pronto se presentará la muerte. Ante el altar, el anciano
sacerdote calla.
“Zacarías, tu mujer
Isabel te va a dar un hijo…” ¡Tanta es la turbación del anciano que el ángel
tiene la posibilidad de hacer de antemano el elogio del niño que va a nacer!
Pero cuando, al fin, toma la palabra Zacarías, lo hace para formular su
objeción: “¿Cómo va a ser posible…?” “Verás, Zacarías, todo se hará como Dios
acostumbra a hacer, que él hace fecundo el desierto y renueva el corazón del
hombre. Dios ha escuchado la oración de su pueblo, pero responde a ella a su
manera, conforme a la dimensión de su gracia. El niño se llamará Juan, es
decir, “Dios se ha compadecido”. En cuanto a ti, sacerdote escéptico,
permanecerás mudo el tiempo que tarde en cumplirse todo según la palabra de tu
Dios”.
ENTRA Y ORA EN TU INTERIOR
Dios ha roto su silencio. La noche
va a dar paso a la luz. Pronto se alzará una voz en el desierto para preparar
el camino a la Palabra hecha carne. El dios que mora en las alturas se ha
inclinado hacia los pobres, y he aquí lo que hace: “asienta a la estéril en su
casa, madre de hijos jubilosos” (Sal 112). El hombre incrédulo queda reducido
al silencio, pues, cuando Dios se compadece, sólo la fe puede entonar el canto
vespertino. El canto de la salida del sol que se eleva por encima de la noche.
ORA EN TU INTERIOR
Para recibir el don de Dios hay
que abrirse a él con fe generosa y alegre confianza. Ese don de lo alto suscita
alegría, y ésta se debe notar en el corazón y en la vida del hombre y de la
mujer que son destinatarios de la benevolencia del Señor; un gozo que es el
carisma testimonial que hoy necesita nuestro mundo sin esperanza y frustrado en
su hambre de felicidad por los falsos sucedáneos de la misma.
Con el testimonio
práctico y efectivo de nuestra fe y conducta hemos de mostrar el camino que
conduce a Cristo, para que no se verifique en nosotros la acusación del
Bautista a los judíos de su tiempo. “En medio de vosotros está uno a quién no
conocéis”.
ORACIÓN
Que nuestra oración se eleve en tu
presencia, Señor, como el incienso, y nuestras manos como la ofrenda de la
tarde.
Habla de nuevo a
nuestro estéril corazón, y que suceda con nosotros conforme a tu gracia en la
mañana que nos das como el nuevo día, alumbrado en nuestra de.
20 DE DICIEMBRE
JUEVES DE LA TERCERA SEMANA DE ADVIENTO
(FERIA MAYOR)
PALABRA DEL DÍA
Lucas 1,26-38
“En aquel tiempo, el ángel
Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una
virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen
se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: -“Alégrate, llena
de gracia, el Señor está contigo.” Ella se turbó ante estas palabras y se
preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo: -“No temas, María, porque
has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un
hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo,
el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de
Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.” Y María dijo al ángel: “¿Cómo
será eso, pues no conozco a varón?” El ángel le contestó: -“El Espíritu Santo
vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo que
va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que a
pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que
llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible. María contestó: -“Aquí
está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.” Y la dejó el ángel”.
REFLEXIÓN
Escuchamos ya anuncios inmediatos de la
Navidad. Nos llegan ecos llenos de entusiasmo y emoción no contenida. Se van
concretando lugares del gran acontecimiento esperado.
Todo tiene que estar a punto, termina el
tiempo de espera y empiezan las promesas a cumplirse. Hemos ya encendido las
cuatro velas de la corona de Adviento, pero me pregunto, si están nuestras
lámparas encendidas.
La Anunciación es un misterio que
meditamos siempre con asombro. La escena está muy bien pintada y elaborada por
Lucas: el mensaje del ángel, las respuestas de María.
Aquí es Dios el que está buscando un
templo, no es David el que quiere construirle uno, Dios quiere construirse un
templo a su gusto. Quiere construir una casa para su Hijo. Los materiales los
encontrará en una joven de Nazaret. Materiales como, disponibilidad, apertura
al don de Dios, fidelidad, generosidad, estos materiales solo los puede manejar
el Espíritu Santo.
Y esta joven siente en un momento la
experiencia de Dios. Un misterio que la quema y la abaja, una palabra que la
ilumina y la gratifica.
·
Eres una pobre esclava, pero yo
quiero que sea mi hija. Eres virgen, pero yo quiero que tengas un hijo. Eres
humana, pero tu hijo será divino.
·
¿Qué cómo será eso?.
·
Basta que creas, que te abras a
la gracia y a la acción del Espíritu. No temas. Dios lo puede todo.
·
Sí, Padre. Soy tu esclava. Hágase
en mí.
·
Soy pequeña, tengo miedo. Pero
Sí.
·
Me da vergüenza, estoy prometida.
Pero Sí.
·
¿Por qué te has fijado en mí? Hay
tantas mujeres que son mejores y más preparadas. Pero Sí.
·
¿Podré yo responder como Tú
quieres? ¿Sabré ser lo que me pides? Pero sí.
Si, María, Madre mía. Tu Sí cambió mi
vida, tu Sí cambió la historia, tu generosidad cambió la historia e hizo
posible que el cielo se uniera con la tierra en un abrazo luminoso y salvífico.
ENTRA Y ORA EN TU INTERIOR
(S. Agustín, Serm. 290,4-5)
“Zacarías busca saber del ángel
algo que le permita conocer lo que se le acaba de anunciar, porque él era
anciano y la mujer entrada en años, y se le responde: Por no haber creído te
quedarás mudo. Se anuncia a la virgen María el nacimiento de Cristo, y,
preguntando el modo, dice al ángel: ¿Cómo sucederá eso, pues no conozco varón? (Lc 1,34). Y el ángel le
responde: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá
con su sombra (Lc 1,35). He aquí cómo sucederá lo que desea saber; he aquí cómo
dará a luz sin conocer varón; he aquí
cómo el Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del altísimo te
cubrirá con su sombra. No temas el ardor de la concupiscencia estando a la
sombra de tan grande santidad. ¿A qué se debe esto? Si prestamos atención a las
palabras, o ambos creyeron, o ambos dudaron, tanto Zacarías como María; pero
nosotros sólo podemos escuchar las palabras; Dios puede interrogar también el
corazón.
Queremos comprender,
amadísimos, que cuando Zacarías dijo ¿Cómo conoceré eso? Yo soy anciano y mi
mujer entrada en años (Lc 1,18), lo dijo no preguntando, sino mostrando su
falta de esperanza. En cambio, María al decir: ¿Cómo sucederá eso, pues no
conozco varón? (Lc 1,34) lo dijo preguntando, no porque no lo creyese. Hizo una
pregunta a Dios, sin dudar de la promesa. ¡Oh llena de gracia en verdad! Así la
saludó el ángel: Salve, llena de gracia. ¿Quién sabrá explicar esta gracia?
¿Quién será capaz de agradecer lo suficiente esta gracia? Tiene lugar la
creación del hombre; por su propia voluntad perece el hombre, y aparece hecho
hombre quien creó al hombre para que no pereciera el hombre que creó. La
Palabra, Dios junto a Dios desde el principio, por la que fueron hechas las cosas,
se hace carne: La palabra se hizo carne y habitó entre nosotros (Jn 1,14). La
Palabra se hace carne, pero uniéndose la carne a la Palabra, sin que
desaparezca la Palabra en la carne. ¡Oh gracia! ¿Qué habíamos merecido para
tener esto”.
ORA EN TU INTERIOR
El silencio de María se hace
aceptación, obediencia y fe. Permitirá que el fruto de Dios crezca en su
interior, aportando ella la única participación que Dios puede bendecir: una fe
total, humilde y bañada en alegría. David, el antepasado, soñaba con una morada
magnífica, gigantesca, digna del Infinito. Pero Dios derriba a los poderosos y
despide vacíos a los ricos. Quiere tener su morada entre los pequeños y los
humildes. Confía su palabra a quien ha amado el silencio lo bastante como para
no confundir dicha palabra con su propio parloteo. Dios necesita nuestro
silencio, porque quiere realizar para nosotros lo imposible. ¿Sabremos nosotros
acoger a su Espíritu con tanto recogimiento interior como María, la virgen
fiel, cuando dijo: “Hágase en mí según tu palabra”?
ORACIÓN
Bendito seas, Señor, en María, la virgen,
pues su silencio acogió la inmensidad de tu palabra. Tu Espíritu hizo una
alianza con ella, y ella concibió en su corazón al que sostiene el universo.
Disponible al misterio que preparabas
desde hacía siglos, ella entregó su vida para servir a tu palabra. Por eso ante
ti, oh Dios que exaltas a los humildes, nuestro corazón se desborda de alegría
y te bendecimos sin fin.
Bendito seas, Dios y salvador nuestro,
pues tu amor engendra al Esperado y nuestra tierra da su fruto en Jesús, tu
Hijo. Concédenos conservar estas cosas en nuestros corazones hasta el día en
que podamos darte gracias sin fin por los siglos de los siglos. Amén.
21 DE DICIEMBRE
VIERNES DE LA TERCERA SEMANA DE ADVIENTO
(FERIA MAYOR)
PALABRA DEL DÍA
Lucas 1,39-45
“Unos días después, María se puso
en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de
Zacarías y saludó a Isabel. En cuando Isabel oyó el saludo de María, saltó la
criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en
grito: -“¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién
soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis
oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído,
porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.”
REFLEXIÓN
María saluda a su prima, e Isabel se
llena del Espíritu Santo. La alegría se desborda, porque viene del Otro, del
que entra en el mundo para hacer que nazca la alegría. María, inspirada por el
Espíritu que anima a su hijo, canta: Isabel exulta con la alegría del Precursor
que aún no ha nacido. ¡Sí! Juan Bautista expresa ya su alegría, aun antes de
nacer, pues la alegría nace de la promesa; la alegría se nos da cuando vamos a la
vida, como el hijo nace de la esperanza.
Por muchos libros que se escriban, por
muchos sermones que se pronuncien, nadie ha hablado más y mejor de María, que
Isabel. Nada le gana en densidad, en profundidad a las palabras inspiradas por el Espíritu de
Isabel.
La alegría nace de la promesa. Nos hace
mirar hacia adelante, más lejos, en las fe. La mujer estéril da a luz siete
hijos, mientras la madre de muchos queda baldía, este es el misterio. Por eso,
cuando nace la primavera no hay que pensar más en el invierno. Ya Isabel no
piensa en el invierno de su esterilidad y de su ancianidad, sino en la
primavera cumplida de la promesa. ¡Dichoso el que danza al son de una belleza
que sólo la fe puede revelar” Nada hay imposible para Dios.
ENTRA Y ORA EN TU INTERIOR
Con el gozo de los sencillos, como Isabel
y María, quiero alabarte, Señor cada día con júbilo nuevo. El ejemplo de fe de
María me impulsa a decirte con los
apóstoles: Señor, auméntame la fe. Necesito también compartir esa fe, como
ella, pues todo gozo compartido es felicidad doblada.
Despierta tu poder, Señor, y ven a
salvarme.
Visítame con tu salvación, ¡oh Sol que
nace de lo alto, resplandor de la luz eterna, sol de justicia, ven ahora a
iluminar a los que viven en tinieblas y sombras de muerte.”
ORA EN TU INTERIOR
La fe sólo tiene sentido si suscita la
vida. La virginidad de María es fecunda. Pero existe una fecundidad distinta de
la de la carne, un don de la vida que surge en nosotros cuando entregamos sin
reserva nuestras vidas al soplo de Dios. Dichoso aquel en quien habita el
Espíritu y un buen día rompe a cantar con fe: “¡Ven, amada mía, muéstrame tu
semblante, porque es hermoso!” ¡Dichoso el que danza al son de una belleza que
sólo la fe puede revelar!”
ORACIÓN
Cuando tú estás conmigo, Señor, vibra tu
Espíritu en mi corazón y exultan mis labios.
Visítame, ven a mí, libera mi vida
estéril; haz que pueda recorrer los caminos e invitar a mis hermanos a la
alegría que se ha de prolongar por los siglos. Amén
22 DE DICIEMBRE
SÁBADO DE LA TERCERA SEMANA DE ADVIENTO
(FERIA MAYOR)
PALABRA DEL DÍA
“En aquel tiempo, María dijo:
-“Proclama mi alma la grandeza
del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la
humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas
las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre
es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y
enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos
los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres – a
favor de Abrahán y su descendencia por siempre.”
María se quedó con Isabel unos
tres meses y después volvió a su casa”.
REFLEXIÓN
Cuando María entró en casa de Isabel, lo
primero que escuchó fueron palabras de felicitación, comprendió el profundo significado de tales palabras, y
sus labios se abrieron para magnificar la obra divina. Reconoció que se cumplía
en ella la promesa hecha por Dios a Abrahán y, sobre todo, cantó lo que
descubría en la historia de su pueblo: Dios está con nosotros, presente en la
vida de los hombres en sus luchas: “Derriba
del trono a los poderosos y enaltece a los humildes”
Una muchacha, convertida en madre por la
fuerza del Espíritu, entona el canto de la revolución, y el hijo que lleva en
sus entrañas será el profeta de semejante conmoción. El himno de los pobres
toma cuerpo en María, y el Espíritu repite en ella la conmovedora fidelidad de
Dios, que viene a exaltar a los despreciados de la tierra. Dios se inclina
hacia su humilde sierva, en adelante todas las generaciones la proclamarán
bienaventurada.
“A los
hambrientos los colma de bienes” ¡Ah!, María conoce ese hambre,
ese deseo, esa pasión de vivir. Sin embargo, no creo que dijera “sí” a Dios
porque estaba cansada de luchar. Todo lo contrario, precisamente porque Dios
sabía que iba a encontrar en ella un hambre y una sed suficientes, por eso le
pidió que llevara en su seno a su Hijo.
Esta es la revolución de Dios. Y a mí me
alegra que esta revolución haya empezado por una joven que dijo sí. Yo sé,
Señor, que tu revolución va mucho más allá que mi pobre lucha de hombre sin
aliento. “A los hambrientos los colma de
bienes” “Dichosos los pobres porque de
ellos es el Reino de los cielos”.
ENTRA Y ORA EN TU INTERIOR
Según los profetas y el mensaje de
Cristo, los nombres que definen al Dios bíblico son santidad, justicia y misericordia.
Este último término “misericordia”, en su valor semántico original significa:
corazón sensible a la miseria humana. El Dios misericordioso que canta María
pone en marcha y activa en presente un proceso histórico, lento pero
inexorable, que desbarata el orden viejo e invierte, como hizo Cristo en las
bienaventuranzas, el centro de gravedad de los valores sociales. Éstos no serán
ya la prepotencia y el orgullo, la explotación y el dominio, sino la pobreza y
el vacío de sí mismo, la reconciliación y la paz, la fraternidad y la
solidaridad en el vivir y en el compartir.
ORA EN TU INTERIOR
“La misericordia del señor llega a sus fieles de generación en
generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes; a los hambrientos
los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos”.
El nuevo orden del
reino de Dios no se compagina, pues, con ninguna situación de opresión e
indignidad humana. El canto testimonial de María inserta al Dios-hecho-hombre
entre los humildes, en la conciencia misma de los pobres de Dios, destinatarios
preferidos de la salvación mesiánica y del reino que anunció e inauguró Jesús
de Nazaret. Cristo resucitado es el rostro vivo del Dios de la liberación, del
Dios del gozo “subversivo” de María en su canto profético, del Dios de la
esperanza “revolucionaria” de los pobres. Que nos contemos entre éstos últimos.
ORACIÓN
La pena que la tierra soportaba a
causa del pecado, se ha trocado en el canto que brota jubiloso, en labios de
María pronunciado.
El sí de las promesas
ha llegado, la alianza se cumple, poderosa: el Verbo eterno baja de los cielos,
con nuestra débil carne se desposa.
¡Oh misterio que sólo
la fe alcanza! María es nuevo templo de la gloria, rocío matinal, nube que pasa, la luz nueva en su presencia
misteriosas.
A Dios sea la gloria
eternamente, y al hijo suyo amado, Jesucristo, el que quiso nacer para
nosotros, para darnos su Espíritu divino. Amén. (Himno litúrgico)
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