CORONACIÓN CANÓNICA
DE MARÍA SANTÍSIMA DE LA VICTORIA
Ya está bajando mi Madre,
desde el Polvorín a Huelva,
a su paso los naranjos
se inclinan a su belleza,
las flores no se le acercan,
... no hay flor que se compare
a una rosa tempranera.
Ya está en la Plaza Niña.
¡qué plaza llena de amor,
qué plaza llena de ella,
cuando , con el corazón,
se le cantan sus bellezas!.
Y llega hasta la Esperanza,
la Coronada por Huelva,
y le susurra al oído,
¡también Huelva a ti te espera!.
El Nazareno se baja
para esperarla a la puerta,
al fin y al cabo es su madre.
El ángel de la oración.
también la espera a la puerta,
para decirle contento:
¡Qué Dios te salve, Señora!
¡qué Dios te salve mi Reina!.
La Soledad, cansada de estar sola,
también la espera a la puerta,
para decirle contenta,
¡Ahora las dos, somos reinas!.
desde el Polvorín a Huelva,
a su paso los naranjos
se inclinan a su belleza,
las flores no se le acercan,
... no hay flor que se compare
a una rosa tempranera.
Ya está en la Plaza Niña.
¡qué plaza llena de amor,
qué plaza llena de ella,
cuando , con el corazón,
se le cantan sus bellezas!.
Y llega hasta la Esperanza,
la Coronada por Huelva,
y le susurra al oído,
¡también Huelva a ti te espera!.
El Nazareno se baja
para esperarla a la puerta,
al fin y al cabo es su madre.
El ángel de la oración.
también la espera a la puerta,
para decirle contento:
¡Qué Dios te salve, Señora!
¡qué Dios te salve mi Reina!.
La Soledad, cansada de estar sola,
también la espera a la puerta,
para decirle contenta,
¡Ahora las dos, somos reinas!.
Tomás García Torres
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