27 DE MAYO
PASCUA DE PENTECOSTÉS
JORNADA DE ACCIÓN CATÓLICA Y
DEL APOSTOLADO SEGLAR
TERMINA EL TIEMPO PASCUAL
1ª
Lectura: Hechos 2,1-11
Salmo:
103
2ª
Lectura: 1 Corintios 12,3-13
“COMO EL PADRE ME HA ENVIADO,
ASÍ OS ENVIO YO… RECIBID
EL ESPÍRITU SANTO…”
PALABRA DEL DÍA
Juan 20,19-23
“Al anochecer de aquel día, el día primero de la
semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo
a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: “Paz a
vosotros”. Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los
discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: “Paz a
vosotros. Como el Padre me ha enviado, así os envío yo”. Y, dicho esto, exhaló
su aliento sobre ellos y les dijo: ”Recibid el Espíritu Santo: a quienes les
perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quiénes se los retengáis, les
quedan retenidos”.
REFLEXIÓN
El
Espíritu Santo es como el Soplo de Dios. En hebreo Ruah significa a la vez espíritu y soplo o viento; también en
griego: Pneuma. Parece que el soplo,
el aliento, el viento es algo más espiritual, porque no se ve, pero se siente
su vitalidad y su fuerza. Hay realidades que están más allá o más adentro de
nuestra perspectiva. El mismo Jesús compara el Espíritu a lo que sucede con el
viento: “El viento sopla donde quiere y oyes su voz, pero no sabes de dónde
viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu, le dice Jesús a
Nicodemo. No vemos el Espíritu, pero oímos su voz. No sabemos definir bien el
Espíritu, pero experimentamos su dinamismo creador, vivificante. Nos resulta
imposible explicar, siquiera analógicamente, el origen y la misma identidad del
Espíritu, pero sentimos su presencia y palpamos la multiplicidad de sus
actuaciones y sus efectos. Por eso las mejores definiciones del Espíritu son
descriptivas o simbólicas.
Pero
este Aliento actúa desde dentro, oxigenando nuestras neuronas, vitalizando
nuestras células, como la savia de todo el organismo. No es una fuerza externa
que nos obligue y nos conduzca. Es un dinamismo íntimo que nos hace ser y
crecer.
El
aliento que Jesús transmite a los suyos, es el mismo Espíritu en persona:
Recibid el Espíritu Santo. No reciben solamente una iluminación, una consolación,
una fuerza, un don, reciben todo el Espíritu Santo, la fuente de todas las
gracias y el tesoro que encierra todos los dones. No reciben una parte del
Espíritu, sino todo el Espíritu.
La misión del Espíritu es llenarnos
de la Vida de Jesús, asemejarnos a Cristo en todo. Él nos habla de Cristo. Él
va pintando en nosotros la imagen de Cristo. Él nos recrea con la misma
“genética” de Cristo.
Donde
hay Espíritu no hay miedo. Cuando llega el Espíritu se abren las puertas
cerradas, se habla claro y bonito, se dicen las verdades delante de todos los
públicos. Eso sí, con respeto y con misericordia, sin amenazas ni insultos.
Donde
hay Espíritu hay libertad. El Espíritu está reñido con la esclavitud, sea
interior –todo lo que te ata-, sea exterior, por condicionamientos de cualquier
tipo. El que tiene el Espíritu respeta, pero no se doblega ante nada ni ante
nadie; no adora a los poderosos o a los líderes o a los sabios o al dinero o al
ambiente cultural y social… Sólo adora a Dios.
Donde
hay Espíritu hay fortaleza y paciencia. Se asume la persecución, la cárcel, los
azotes. El Espíritu conforta y consuela en la lucha, en la enfermedad, en la
humillación. El Espíritu es el que unge a los mártires y a cuantos sufren por
la fe y por el amor.
Donde
hay Espíritu hay generosidad. El Espíritu es Don y capacidad de donar. El
Espíritu no es posesivo, sino comunicativo. Nada retiene, libre como el aire.
Comparte cuanto es y cuanto tiene. Y siempre desde la gratuidad, no es
interesado, es gracia.
Donde
hay Espíritu hay amor. Claro, el Espíritu se define como el Amor de Dios
personalizado. Amor de Dios derramado en nuestros corazones. En el fondo,
cuando hablamos de energía, de fortaleza, de libertad, de generosidad, estamos
hablando de resplandores de una misma realidad, que es el amor. Desde el amor
nos hacemos libres, valientes, pacientes, generosos, entregados. Desde el
Espíritu podemos amar como nos amó Jesucristo.
ENTRA Y ORA EN TU INTERIOR CON LOS SIETE DONES DEL
ESPÍRITU.
Sabemos
muy bien que todo lo que somos ha sido un don de Dios y, por eso, nos queremos
dirigir a él con las manos totalmente vacías para acoger sus dones, los dones
del Espíritu.
DON DE LA SABIDURÍA: Sabemos que Dios nos ha dado una
nueva identidad, nos ha marcado con su Espíritu; por eso pedimos la fuerza
necesaria para ser capaces de vivir sin temor la libertad que supone el hecho
de ser bautizados.
También queremos ofrecer nuestra capacidad de
ir a fondo para descubrir la profundidad de este misterio, para conocer,
madurar y saborear, cada vez más, nuestra fe.
DON DE ENTENDIMIENTO: Entendemos que Dios nos acoge
siempre, para lo que pase; y por eso pedimos que en la comunidad nos acojamos
también con la misma incondicionalidad.
Queremos ofrecer nuestra espontaneidad y
apertura para afrontar cualquier situación.
DON DE CONSEJO: No tenemos demasiadas cosas, pero
sí un camino que recorrer, por eso pedimos no ir solos en este camino.
Ofrecemos la voluntad de aprovechar cada etapa
de nuestro crecimiento y maduración en la fe, conscientes de que, en cada
momento, Dios nos sale al encuentro.
DON DE FORTALEZA: También queremos llegar muy arriba; y por eso pedimos
el apoyo y la ayuda de Dios y de los hermanos, fuertemente unidos y parando los
golpes que nos pueda traer la vida.
DON DE PIEDAD: También queremos pedir que la
comunidad nos ayude a vivir una espiritualidad firme y sólida, a fin de
escuchar la voz de Dios y poder responder a ella.
Ofrecemos nuestra necesidad de
interiorización, oración y recogimiento, para experimentar silencios llenos en
lugar de palabras vacías.
DON DE CIENCIA: Queremos pedir también un esfuerzo
conjunto para intentar adaptarnos a los signos de los tiempos, para dar
respuesta a las necesidades de hoy, fundamentalmente en las verdades de
siempre.
DON DE FIDELIDAD A DIOS: La mano de Dios la encontramos en los testimonios de
la comunidad por esto pedimos que los cristianos seamos siempre un ejemplo a
seguir para todos. Ofrecemos nuestro compromiso y nuestra fidelidad a Dios
intentando siempre, dar una respuesta de fe.
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