QUINTA SEMANA DE PASCUA
Para que los hombres entren en
comunión con él, Dios quiere darse a conocer o, según la palabra bíblica,
revelarse, desvelarse. Para lograrlo, y siguiendo el instinto de todo amor,
Dios busca los medios de vivir con el ser amado. Se hace hombre: sale de sí
mismo y se despoja, de alguna manera, de su trascendencia. Ese es el misterio.
Su extravagancia racional provoca precisamente en nosotros lo que llamamos la
fe. La fe no es consentimiento teórico a una verdad abstracta, sino participación
del ser Dios, dado en comunión.
Sobre
este trasfondo hay que captar el misterio de la Iglesia. A través de los
tiempos, la Iglesia es la historia de la palabra única entregada por Dios en
Jesucristo. “¡El reino ha llegado a vosotros!. La Palabra de Dios no tiene más
palabras para hacerse oír que palabras de hombres que balbucean el misterio
revelado; pero en estas palabras que dudan se pueden ya oír la voz eterna. El
amor no tiene otro lugar donde realizarse que los gestos de los hombres y mujeres
que intentan amar; pero en estas vidas aún confusas se efectúa ya el gran gesto
de Dios.
El
tiempo de la Iglesia se confunde con el de espera y la esperanza. La referencia
de la Iglesia a lo Por-venir, al Reino, es tan decisiva como la referencia al
hecho pasado de Jesús. Sin duda, la Iglesia recuerda, y su fe es memoria,
herencia; pero, al mismo tiempo, está orientada a la futura consumación. Y
aunque viva ya la visión del cara a cara. Dios se ha revelado de una vez por
todas y, sin embargo, a la Iglesia no le bastará todo el tiempo de la Iglesia
es el de la humilde invocación: “¡Venga tu Reino!”. Con la seguridad que le da
Cristo, ella ofrece ya al Reino la posibilidad de llegar a los hombres, pero
sin jamás poder agotarlo.
Sois
el Cuerpo de Cristo, ¡y no hay que profanar el amor!
Sois
la Viña plantada por Dios, ¡y no debéis nutriros de fuentes estériles!
Sois
el pueblo consagrado, ¡y no podéis coquetear con el mundo caduco! ¡Señor, ten piedad de nosotros!
6 DE MAYO
DOMINGO 5º DE PASCUA
1ª
Lectura: Hechos 9,26-31
Salmo:
21
2ª
Lectura: 1 Juan 3,18-24
“YO
SOY LA VERDADERA VID,
Y
MI PADRE ES EL LABRADOR…”
PALABRA
DEL DÍA
Jn
15,1-8
“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “yo soy
la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da
fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en
mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no
permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la
vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto
abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo
tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al
fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros,
pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que
deis fruto abundante; así seréis discípulos míos”.
REFLEXIÓN
El discípulo
de Jesús no sigue de lejos a su maestro, no se limita a escucharle y aprender
sus lecciones, ha de vivir unidos a él por la fe y por el amor. Tan unido como
el sarmiento está unido a la cepa. No son cosas distintas, forman una unidad,
la vid. El cristiano es algo más que creyente o practicante, es parte de
Cristo.
Para
que el sarmiento tenga vida, ha de estar unido a la Vid. A mayor unión, más
vida, más savia recibirá. Y la savia es la palabra, la savia es el amor, la
savia es el Espíritu santo.
Savia-palabra:
“Mis palabras permanecen en vosotros” (Jn 19,7). “Quien guarda su palabra
ciertamente en él el amor de Dios ha llegado a su plenitud” (1 Jn 2,5).
Savia-amor:
“El amor que Tú me has dado esté en ellos” (Jn 17,26). “Nosotros sabemos que
hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos. Quien tiene
al Hijo tiene la vida”. (1 Jn 3,14; 5,12).
Savia-Espíritu:
“Recibirá de lo mío y os lo comunicará a vosotros” (Jn 16,14). “En cuanto a
vosotros, estáis ungidos por el santo. La Unción que de él habéis recibido
permanece en vosotros y no necesitáis que nadie os enseñe” (1 Jn 2,20-27).
“Amor de Dios derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo” (Rom 5,5).
La
unión entre los sarmientos y la vid ha de ser íntima, permanente, creciente,
fecunda.
Intima.
No es un colaborar, un darse la mano, un compartir. Es un comulgar. Unión de
trasvase vital, común unión de pensamiento y sentimiento, un solo corazón y una
sola alma. La vid y los sarmientos se alimentan de la savia, el que comulga se
alimenta de Cristo. La savia de Cristo pasa a la nuestra, una transfusión de
sangre y Espíritu.
Permanente. No bastan encuentros
esporádicos. El sarmiento no se puede separar de la vid. Nuestro motor tiene
que estar siempre enchufado a la central espiritual del corazón de Cristo. Sin
su corriente nos apagamos. Hay momentos para cargar nuestras baterías, pero esa
energía acumulada nos vitaliza. Cristo, energía divina, siempre en tu mente y
en tu corazón.
Creciente. Se da todo un proceso de
vaciamiento propio y de posesión de Cristo, de purificación y
espiritualización, de comunicación y empatía, hasta llegar a la unidad
consumada que Jesús pedía al Padre.
Los frutos que el Padre espera de
nosotros son los del Espíritu, frutos de amor, de paz, de justicia, de
solidaridad, de servicio. Cada día has de ofrecer algún fruto al Señor. Cada
día una oración continuada y un amor entregado. La vida no está para guardarla,
sino para darla.
Estar unido a Cristo es vivir en
comunión con él; que su Espíritu nos aliente y vivifique.
Se reitera la necesidad de
permanencia. No bastan encuentros esporádicos, ratos de oración, por largos que
sean. Se necesita una vivencia cristiana continuada, cuando se reza y cuando se
trabaja, cuando se ríe y cuando se llora, cuando se sirve o cuando se es
servido, cuando hay luz o cuando hay tinieblas, cuando se agradece o cuando se
espera. No puede haber dicotomía en la vida espiritual.
Mira,
para dejar que toda la savia del Espíritu penetre en ti, necesitas vaciarte del
todo. Esto no es posible sin poda, sin despojo y sin muerte.
El trabajo de poda es ingrato y
doloroso, pero necesario. Tendemos a la dispersión, a las desviaciones, a la
exuberancia vanidosa, a la pasividad y el conformismo. Por ahí se nos va la
vida o se estanca el dinamismo vital de la savia. Hay que cortar o estimular,
quitando apegos, quemando ataduras, ahuyentando miedos y temores, alentando
pasividades. Así la savia, bien concentrada y orientada estallará en frutos
gozosos.
ENTRA EN TU INTERIOR
El
mandamiento de Dios, y Juan nos lo repite, es que creamos en Jesús y que nos
amemos unos a otros.
Creer
en Jesús de manera que tengamos plena confianza en Dios. El que cree no tiene
miedo. Se sabe pequeño e inútil, pero confía; no en sus capacidades, sino en la
fuerza del Espíritu.
El que
cree confía incluso a pesar de su pecado, porque conoce la misericordia de
Dios, sabe que su Corazón es más grande que nuestra conciencia. El pecado no es
un obstáculo para la unión con Cristo si confías y si te dejas podar, si te
dejas quemar.
Creer
también es amar. La fe y la caridad son hermanas que van siempre unidas y
mutuamente se ayudan y enriquecen. San Juan lo expresa de muchas maneras, pero
la razón última es que Dios es amor, quien cree en el amor no puede por menos
que abrirse al amor. Y quien vive en el amor se llena de conocimiento y de luz,
le resulta muy fácil creer.
ORACIÓN FINAL
Señor,
tú me dices: “Mi mandamiento es que os améis”. Para que tu Iglesia no tenga más
preocupación que la de amar cada vez con más pasión: ¡Señor, dame tu Espíritu!.
“Os
doy un mandamiento nuevo”, nos dijiste: para que todo rastro de envejecimiento
dé paso al amor que no tiene fin. ¡Señor, dame tu Espíritu!.
“Amaos como yo os he amado”: para
que la audacia de un amor sin reservas sea la señal de que tú estás conmigo.
¡Señor, dame tu Espíritu!.
LUNES DE LA 5ª SEMANA DE PASCUA
7 DE MAYO
·
Hechos 14,5-18
La presencia de Cristo entre los
suyos se evidencia en este texto del libro de los Hechos, en el que Pablo y
Bernabé pasan de la persecución al aura popular gracias a la curación de un
minusválido. Eso motivó el que la gente quisiera ofrecerles sacrificios de
animales como a dioses en figura humana, lo cual a su vez provocó el breve
discurso de Listra, preludio y embrión del gran discurso de Pablo en la plaza
de Atenas, dirigido también a paganos. Por eso, prescindiendo de toda
referencia a la Escritura y a las profecías, el discurso de Listra apela a la
presencia dinámica de Dios en la naturaleza como vía para su conocimiento.
·
Salmo 113:”No a nosotros, Señor, no a los otros, sino a tu nombre da
la gloria.
El salmo 113 es una composición sin
forma, que ha tomado sus versículos de otros salmos. Los versículos 2-8 ponen
de relieve la polémica anti-idólatra; el versículo 15 es una bendición
sacerdotal.
·
Juan 14,21-26
Jesús prosigue su conversación de
despedida. Aunque él se ausenta, no obstante se mostrará al que lo ama, es
decir, al que guarda su palabra o mandamiento. “En esto consiste el amor a
Dios: en que guardemos sus mandamientos” (1 Jn 5,3). ¿Por qué se manifestará
Jesús solamente al que guarda su palabra y no al mundo entero? Es el
interrogante que le plantea el apóstol Judas el de Santiago, Judas Tadeo. En su
pregunta subyace implícita la esperanza judía de un mesías glorioso, que
alentaba en el corazón de todo israelita.
“Si alguien me ama…” ¡He aquí la
originalidad de los cristianos! Ser discípulo significa, ante todo, referirse a
otro, sentir la fascinación producida por el hecho de que Dios hace todo lo
posible por hacernos compartir su vida, llegando al extremo de dejarse clavar en un madero.
“Si alguno me ama, mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos morada en
él”. Dios ha elegido, para siempre, vivir en el corazón que ama.
MARTES DE LA 5ª SEMANA DE PASCUA
8 DE MAYO
·
Hechos 14,19-28
Las gentes se calman, pero sólo por
un momento; ya hay judíos que vienen de Antioquía y de Iconio y revuelven los
sentimientos de la versátil multitud. Los que ayer aclamaban a Pablo, hoy le
lapidan y le dan por muerto. El que había asistido a la muerte de Esteban
recibe a su vez el suplicio; ahora es auténtico testigo del Señor Jesús, que
había sido crucificado después de haber entrado triunfante en Jerusalén.
Se ha dado la vuelta a una página.
Partidos de Jerusalén, los misioneros se habían dirigido primero al Pueblo de
la alianza, pero la mayor parte de los judíos les han dado la espalda. Entonces
el Espíritu ha guiado a los apóstoles hacia campos de acción inesperados. Ha
abierto “a los paganos la puerta de la fe”. El Espíritu sopla donde quiere.
Ahora, la Iglesia debe reunirse y reconocer la obra de aquel que la desborda
por todas partes.
·
Salmo 144: “Que tus fieles, señor, proclamen la gloria de tu reinado”.
El salmo 144 emplea fórmulas
preexistentes; se le clasifica habitualmente dentro del género de los himnos.
·
Juan 14,27-31
Si el evangelio de ayer concluía con
la promesa del Espíritu como maestro y mentor de todo lo que Cristo dijo en
vida a sus discípulos, el de hoy empieza con otro don de Jesús a los suyos al
despedirse de ellos: “La paz os dejo, mi paz os doy: no os la doy como la da el
mundo”. La paz de Cristo es el conjunto de todas las bendiciones mesiánicas de
la nueva alianza, contenidas en una palabra: vida, y en una realidad clave:
salvación de Dios. Como el don de la Paz que otorga Jesús es él mismo, con
razón podemos llamar a Cristo “nuestra paz”, como dice san Pablo (Ef 2,14).
MIÉRCOLES DE LA 5ª SEMANA DE PASCUA
9 DE MAYO
·
Hechos 15,1-6
La puerta de la fe ha sido abierta a
los gentiles, pero ya hay quienes quieren cerrarla. El Espíritu abre a la
Iglesia horizontes ilimitados, pero “algunos” venidos de Judea quieren aislarla
en su gheto judío.
Un problema fundamental se le
plantea a la Iglesia, y no es sólo circuncisión sí o no, sino algo más
importante: ¿Cuál es la fuente de la salvación, el hombre o Dios? Dicho de otro
modo: ¿Se salva el hombre por la práctica religiosa, por la obediencia a una ley
en la que la circuncisión es como el preludio y el símbolo? En una palabra, ¿se
salva el hombre por sus propias fuerzas o
la fuente de la salvación se encuentra en Dios? ¿Es la salvación el
resultado de una negociación o de la gratuidad divina? ¿Para qué sirve la fe si
está subordinada a la circuncisión? ¿Es la cruz de Cristo un desdichado
incidente, o bien es la puerta de la vida?.
·
Salmo 121: “Vamos alegres a la casa del Señor”.
Fue en Jerusalén donde se reunieron
los apóstoles y los ancianos para discutir el asunto de la entrada de los
gentiles en la Iglesia. El salmo 121, canto de peregrinación, expresa
perfectamente esa preocupación por la comunión de todas las Iglesias con la
Iglesia-madre.
·
Juan 15,1-8 (El mismo que el domingo 5º de Pascua)
Con el evangelio de hoy comienza el
capítulo 15 de san Juan, la segunda sección del discurso de despedida de Jesús
durante la cena. Viene a ser un desarrollo más amplio del capítulo precedente,
Jn 14, que veníamos leyendo desde el viernes de la cuarta semana. Si antes
habló Jesús de la comunión de vida con los suyos mediante su morada en quien lo
ama guardando su palabra y mediante la presencia del Espíritu, ahora acentúa de
nuevo esos lazos de unión mediante otro símil: la vid y los sarmientos, tema
que nos llevará hasta el sábado.
“Como el sarmiento no puede dar fruto por sí
mismo si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos: el que permanece en mí y yo en él, ese
da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada”. La unión con
Cristo es la condición indispensable para dar fruto en cristiano porque de él,
que es la cepa, viene la savia a los sarmientos.
JUEVES DE LA 5ª SEMANA DE PASCUA
10 DE MAYO
·
Hechos 15,7-21
Pablo y Bernabé han decidido volver
a Jerusalén, donde ha sido convocada la comunidad. Pedro toma la palabra y
recuerda su propio ministerio entre los gentiles, vinculándolo a la acción de
la Providencia: “Por voluntad de Dios, las naciones gentiles han oído la
palabra del Evangelio y han creído”. También da el sentido profundo de su
encuentro con el centurión Cornelio: el don del Espíritu, el perdón de los
pecados y la salvación son obra de la gracia divina, tanto para los judíos como
para los gentiles.
·
Salmo 95: “Contad las maravillas del Señor a todas las naciones”.
El salmo 95 invita a todos los
pueblos a la alabanza. En efecto, se ha confiado a un heraldo el encargo de
anunciar que “Yahvé se ha convertido en rey” de todas las naciones.
·
Juan 15,9-11
Ser profundiza en la idea central,
que ya veíamos ayer, la unión permanente del discípulo con Jesús mediante el
amor, es decir, mediante el cumplimiento de sus mandamientos, porque el amor se
prueba en la obediencia de la fe. Este breve texto es una transición entre el
símil de la vid y la declaración de amistad que después hará Jesús a los que
hasta entonces no eran más que sus discípulos.
¿Y cómo permanecer en el amor de
Cristo? “Si guardáis mis mandamientos,
permaneceréis en mi amor, lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre
y permanezco en su amor”.
VIERNES DE LA 5ª SEMANA DE PASCUA
11 DE MAYO
·
Hechos 15,22-31
La crisis ha quedado resuelta,
gracias a Santiago, el pariente del Señor y cabeza de la Iglesia de Jerusalén.
Ahora hay que hacer llegar las decisiones de Jerusalén a las iglesias de
Antioquía, de Siria y de Cilicia. Se envía a Pablo, a Bernabé y a otros
delegados para que expliquen las decisiones que se han tomado. Se trata de
hombres experimentados y que se preocupan por el bien común. Pedro, desaparece
de la escena del libro de los Hechos tras haber sido, hasta el final, el
garante de la comunión universal a la que Dios había destinado a su pueblo
desde el principio.
·
Salmo 56: “Te daré gracias ante los pueblos, Señor.
Del salmo 56, la liturgia ha
conservado la promesa de dar gracias a Dios.
·
Juan 15,12-17
El evangelio de hoy contiene dos
ideas básicas; la amistad de Jesús con sus discípulos y, como consecuencia, el
amor fraterno. El texto empieza y concluye con
la misma consigna: mandamiento del Señor sobre el amor fraterno: “Este
es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Esto os
mando: que os améis unos a otros”. Jesús dice que éste es “su” mandamiento; y
en otro pasaje de la despedida lo califica de “nuevo”, e incluso sitúa en el
amor fraterno la “señal” externa de identificación de sus discípulos.
SÁBADO DE LA 5ª SEMANA
DE PASCUA
12 DE MAYO
·
Hechos 16,1-10
Para Lucas, Jerusalén es la ciudad
de los comienzos. En su templo, el ángel Gabriel había anunciado la irrupción
del reino a Zacarías; a las puertas de la ciudad se había jugado el, destino de
Jesús. También en Jerusalén, el Espíritu había hecho brotar el fuego de
Pentecostés, y el nuevo Israel se había abierto a los gentiles.
Ahora comienza la gran misión de
Pablo. Recluta primero a un discípulo, Timoteo, hijo de un griego y de una
judía, y, deseoso de hacer ver la
continuidad entre la Iglesia de Jerusalén y su misión, le circuncida. Al mismo
tiempo, comunica a las comunidades las decisiones de Jerusalén.
·
Salmo 99: “Aclama al Señor tierra entera”.
El salmo 99 invita a la llamada universal.
·
Juan 15,18-21
En profundo contraste con el
evangelio de ayer, cuyo tema era el amor de Jesús a sus amigos y de éstos entre
sí, el de hoy, constata el odio del mundo a los discípulos de Cristo. Pero esto
forma también parte de la comunión de vida con Jesús. El tema hace eco a la
experiencia de la persecución que las primeras comunidades tenían ya cuando se
escribió el cuarto evangelio; persecución proveniente de la sinagoga judía y
también, incipientemente, del imperio romano.
Pero
el cristiano que vive en el mundo tiene razones para la serena esperanza en
medio de la tribulación: Cristo le ha precedido en esta experiencia, y él ha
salido vencedor. “Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a
vosotros. Si fuerais del mundo, éste os amaría como cosa suya; pero como no
sois del mundo, el mundo os odia
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