9 DE MARZO
PRIMER DOMINGO DE CUARESMA
1ª Lectura: Génesis 2,7-9; 3,1-7
Creación y pecado de los primeros
padres.
Salmo 50: Misericordia, Señor, hemos
pecado.
2ª Lectura: Romanos 5,12-19
Si creció el pecado, más abundante
fue la gracia.
PALABRA DEL DÍA
Mateo 4,1-11
“Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser
tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta
noches, al fin sintió hambre. El tentador se le acercó y le dijo: “Si eres Hijo
de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes”. Pero él le contestó,
diciendo: “Está escrito: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra
que sale de la boca de Dios”. Entonces el diablo lo lleva a la ciudad santa, lo
pone en el alero del templo y le dice: “Si eres Hijo de Dios, tírate abajo,
porque está escrito: “Encargará a sus ángeles que cuiden de ti, y te sostendrán
en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras”. Jesús le dijo:
“También está escrito: “No tentarás al Señor, tu Dios”. Después, el diablo lo lleva
a una montaña altísima y, mostrándole los reinos del mundo y su gloria, le
dijo: “Todo esto te daré, si te postras y me adoras”. Entonces le dijo Jesús:
“Vete, Satanás, porque está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo
darás culto”. Entonces lo dejó el diablo, y se acercaron los ángeles y le
servían”.
Versión para América Latina,
extraída de la Biblia del Pueblo de Dios
“Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al
desierto, para ser tentado por el demonio.
Después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta
noches, sintió hambre.
Y el tentador, acercándose, le dijo: "Si tú eres
Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes".
Jesús le respondió: "Está escrito: El hombre no
vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios".
Luego el demonio llevó a Jesús a la Ciudad santa y lo
puso en la parte más alta del Templo,
diciéndole: "Si tú eres Hijo de Dios, tírate
abajo, porque está escrito: Dios dará órdenes a sus ángeles, y ellos te
llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra".
Jesús le respondió: "También está escrito: No
tentarás al Señor, tu Dios".
El demonio lo llevó luego a una montaña muy alta; desde
allí le hizo ver todos los reinos del mundo con todo su esplendor,
y le dijo: "Te daré todo esto, si te postras para
adorarme".
Jesús le respondió: "Retírate, Satanás, porque
está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto".
Entonces el demonio lo dejó, y unos ángeles se
acercaron para servirlo”.
REFLEXIÓN
En este primer domingo nos adentramos en el camino que
nos llevará a la Pascua. Es un camino íntimamente ligado con nuestro compromiso
bautismal. Los catecúmenos se preparan en este tiempo para acercarse a las
fuentes bautismales. Los cristianos acompañamos a Jesús al desierto, lugar de
ayuno y tentación, para fortalecernos y renovar, la Noche de Pascua, las
promesas de nuestro bautismo. Debemos tomar nuevo aliento, convertirnos, tenemos
que volver al lado de Dios. Podemos decir que hoy, en este domingo, iniciamos
el camino cuaresmal hacia la renovación de nuestra fe bautismal, con el deseo
de la santa Pascua.
La
primera lectura, el relato de la creación al que volveremos en el inicio de la
Vigilia Pascual, nos hace notar que la vida del hombre y de la mujer viene de
Dios. Es Dios el protagonista de este relato, y el ser humano está llamado a
compartir este protagonismo. El ser humano, sin embargo, por el pecado se
encierra en sí mismo y olvida a Dios, no le deja espacio. La creación sufre las
consecuencias. Sólo la obediencia de Cristo retornará el equilibrio roto y la
criatura se podrá dirigir al creador como Padre.
El
salmo 50 que cantaremos nos acompañará durante todo este tiempo cuaresmal. La
experiencia de pecado del salmista se convierte entonces en experiencia
profunda de la misericordia de Dios. El pecado está presente en todas las
generaciones, pero el amor del Señor, que dura por siempre, nos lleva de nuevo
a abrir los labios y proclamar la alabanza del Dios que salva.
La
segunda lectura nos ha presentado un fragmento de la carta de Pablo a los
cristianos de Roma. Pablo, con una exposición de gran contenido teológico hace
ver la relación entre el don de la gracia y la pena del pecado. Para Pablo, el
don no tiene comparación con la caída. Adán, en quien todos hemos caído, tiene
como contrapeso al Cristo a quien estamos unidos indisolublemente por el
bautismo. Con Adán nos une el pecado connatural a nuestra condición humana. Con
Cristo, por el bautismo, compartiremos su muerte y resurrección.
El
evangelio de Mateo nos sitúa hoy en la escena de las tentaciones de Jesús en el
desierto. Jesús cumple un ayuno de cuarenta días después de recibir el bautismo
en el Jordán y después de la manifestación de su filiación divina, justo antes
de empezar su predicación y misión en Galilea. Cumple los cuarenta días como
imagen de los cuarenta días que Moisés estuvo en la montaña rezando a Dios;
como imagen de los cuarenta días de camino que realizó Elías por llegar al
monte Horeb; como los cuarenta años que el pueblo pasó en el desierto, donde
sufrió tentación y las mordeduras de serpientes hasta llegar a la Tierra
Prometida. Jesús lleva a cumplimiento estos actos proféticos y sufre las tentaciones
del hambre, del afán de poder, y del afán de poseer riqueza. El tentador le
propone, como a Adán, que se ponga en lugar de Dios y sacie el hambre y el afán
de dominio que caracterizan al hombre y a la mujer de todos los tiempos,
utilizando erróneamente el poder y adorando al tentador. Jesús le responde con
la Palabra de Dios y declara la primacía
de Dios sobre todas las cosas: “Al Señor, tú Dios, adorarás y a él solo
darás culto”.
Jesús
pone en el centro la voluntad de Dios. Allí donde Adán puso su propia voluntad,
Jesús, el Hijo, sitúa la voluntad del Padre. Jesús cambia radicalmente la
respuesta a la tentación y da una dimensión a la relación entre la criatura y
el creador. Jesús pone en el centro la voluntad de Dios, y el tiempo de
tentación, de desierto, de dificultad, de desánimo, de soledad, se coinvierte
en tiempo de gracia y de evangelio.
Nosotros,
en esta Cuaresma, con la Iglesia, queremos poner, de nuevo, en el centro de
nuestra vida la voluntad de Dios. Por el bautismo hemos sido identificados con
Cristo. Con él penetramos en el desierto y con él hacemos frente a las muchas
formas con las que el tentador intenta dividir nuestro corazón; afanes, ansias,
envidias. Con Cristo queremos responder que sólo Dios es el centro de nuestra
vida. Ya no somos más del pecado ni de la muerte. El evangelio de Cristo nos lo
hace contemplar todo, incluso en los momentos de prueba, como momentos de
Pascua. Porque en esta Cuaresma, con la meditación de la Palabra, compartiendo
la eucaristía, en el ayuno y en la caridad queremos aprender a contemplar y a
esperar con júbilo la Pascua de Cristo que salva a todo ser humano y renueva
toda la creación
ENTRA EN TU INTERIOR
TENTADO
PERO NO VENCIDO
No le resultó nada fácil
a Jesús mantenerse fiel a la misión recibida de su Padre, sin desviarse de su
voluntad. Los evangelios recuerdan su lucha interior y las pruebas que tuvo que
superar, junto a sus discípulos, a lo largo de su vida. Los maestros de la ley
lo acosaban con preguntas capciosas para someterlo al orden establecido,
olvidando al Espíritu que lo impulsaba a curar incluso en sábado. Los fariseos
le pedían que dejara de aliviar el sufrimiento de la gente y realizara algo más
espectacular, "un signo del cielo", de proporciones cósmicas, con el
que Dios lo confirmara ante todos.
Las tentaciones le
venían incluso de sus discípulos más queridos. Santiago y Juan le pedían que se
olvidara de los últimos, y pensara más en reservarles a ellos los puestos de
más honor y poder. Pedro le reprende porque pone en riesgo su vida y puede
terminar ejecutado.
Sufría Jesús y sufrían también sus discípulos. Nada era
fácil ni claro. Todos tenían que buscar la voluntad del Padre superando pruebas
y tentaciones de diverso género. Pocas horas antes de ser detenido por las
fuerzas de seguridad del templo Jesús les dice así: "Vosotros sois los que
habéis perseverado conmigo en mis pruebas" (Lucas 22,28).
El episodio conocido
como "las tentaciones de Jesús" es un relato en el que se reagrupan y
resumen las tentaciones que hubo de superar Jesús a lo largo de toda su vida.
Aunque vive movido por el Espíritu recibido en el Jordán, nada le dispensa de
sentirse atraído hacia formas falsas de mesianismo.
¿Ha de pensar en su
propio interés, o escuchar la voluntad del Padre? ¿Ha de imponer su poder de Mesías,
o ponerse al servicio de quienes lo necesitan? ¿Ha de buscar su propia gloria,
o manifestar la compasión de Dios hacia los que sufren? ¿Ha de evitar riesgos y
eludir la crucifixión, o entregarse a su misión confiando en el Padre?
El relato de las tentaciones
de Jesús fue recogido en los evangelios para alertar a sus seguidores. Hemos de
ser lúcidos. El Espíritu de Jesús está vivo en su Iglesia, pero los cristianos
no estamos libres de falsear una y otra vez nuestra identidad cayendo en
múltiples tentaciones.
Identificar hoy las
tentaciones de la Iglesia y de la jerarquía, de los cristianos y de sus
comunidades; hacernos conscientes de ellas como Jesús; y afrontarlas como lo
hizo él, es lo primero para seguirle con fidelidad. Una Iglesia que no es consciente
de sus tentaciones, pronto falseará su identidad y su misión. ¿No nos está
sucediendo algo de esto? ¿No necesitamos más lucidez y vigilancia para no caer
en la infidelidad?
José Antonio Pagola
ORA
EN TU INTERIOR
Si Israel fue infiel en el desierto Jesús muestra su
firmeza en seguir la voluntad divina y su proyecto de Salvación. En el
evangelio de Mateo es el diablo quien hace el mismo papel que la serpiente del
relato del Génesis, que incita al pecado del cual hablaba Pablo en la carta a
los romanos. El tentador es astuto y cita la misma Escritura para incitar a
Jesús a desviarse de su misión salvadora, presentando el mal en forma de bien.
El
diablo tienta a Jesús incitando a un mesianismo de tipo materialista: “Di que
estas piedras se conviertan en panes”, pero Jesús supera la tentación siendo
consciente de la necesidad espiritual del ser humano como su hambre y sed de
cumplir la voluntad de Dios: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda
palabra que sale de la boca de Dios”.
La
segunda insinuación es la de un mesianismo espectacular, es decir, de seguir
las expectativas mesiánicas de su tiempo. Invita a Jesús, además, a seguir un
providencialismo literal e irresponsable. Jesús desenmascara las ideas del
diablo como una tentación.
La
última tentación es la del mesianismo a través del poder y de la gloria del
mundo. Pero Jesús ha venido a ser servidor de todos, no a someter a los demás.
No se puede servir a Dios y al poder.
ORACIÓN
Señor, quisiste someterte a las tentaciones del demonio
para enseñarme que las tentaciones no son malas; nada malo hubo en tu vida.
Sirven para fortalecer mi unión contigo. ¿Cómo hacer frente al tentador? Tu
ejemplo me dice que no debo entablar conversación ni entretenerme con él, como
Eva, sino rechazarlo de plano con la sabiduría de la Palabra y la fuerza de la
Gracia. Contra las insidias del demonio, yo acepto, la historia, la realidad y
el futuro que tú quieres para mí; todo lo has hecho bien.
Expliquemos el Evangelio a los niños
PRIMERA SEMANA DE CUARESMA
CAMINA HACIA UN MUNDO NUEVO
Esta primera semana la
liturgia nos invita a caminar, a ponernos en camino. ¿Hacia dónde? Hacia un
mundo nuevo.
El creyente debe tener
alma de nómada. El nómada nunca llega a donde tiene que llegar, porque lo suyo
es ser caminante, no tener ningún lugar en propiedad. Todos los lugares son de
paso. Ningún lugar es su lugar. Lo esencial está siempre más allá.
Todos los días es tiempo
de empezar, de comenzar de nuevo. Cada mañana es tiempo de arrancar de nuevo
hacia la meta. El punto donde quedamos al terminar el día no es nunca un punto
final. Sólo es punto y seguido. No hemos llegado nunca donde Dios nos espera,
aunque estemos siempre con Dios, Dios, como un padre que enseña a andar a su
hijo, siempre se pone un poco más allá y nos deja solos para que caminemos
hacia él.
Caminar, en clave de fe,
significa dejar la tierra donde nos sentimos bien, seguros, esclavos de nuestros
antojos y de nuestros planes, sordos para escuchar la voz de Dios.
Caminar tiene sus
riesgos: uno se cansa, hay momentos de desierto, se encuentran compañeros de
ruta que se hacen insoportables y vienen las peleas y las discusiones… O llega
la niebla que no nos deja ver, que te desorienta y te preguntas: ¿Dónde voy?
¿Para qué seguir caminando siempre si no se llega nunca?
Caminar, ¿hacia dónde?
Hacia lo esencial: “Sed santos como vuestro Padre celestial es santo”, y,
además, “al final de la vida se os va a medir por lo que hicisteis con los
hermanos, no por las fatigas que os tomasteis” En palabras de San Juan de la
Cruz: “Al amanecer de la vida, se os juzgará en el amor”.
Esta primera semana nos
centra en lo esencial, santidad y la vida como servicio a los hermanos. Sin
esto no hay vida cristiana.
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