“Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles:
-Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír”.
27 de Enero
DOMINGO III DEL TIEMPO ORDINARIO (C)
JORNADA DE LA INFANCIA MISIONERA
JORNADA DE LA INFANCIA MISIONERA
1ª Lectura: Nehemías 8,2-4.5.8-10
Salmo 18: Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
2ª Lectura: 1 corintios 12,12-30
PALABRA DEL DÍA
Lc 1,1-4; 4,14-21
“Excelentísimo Teófilo: Muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han verificado entre nosotros, siguiendo las tradiciones transmitidas por los que primero fueron testigos oculares y luego predicadores de la palabra. Yo también, después de comprobarlo todo exactamente desde el principio, he resuelto escribírtelos por su orden, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.
En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan. Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor” Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles: -Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír”
Versión para Latinoamérica extraída de la Biblia del Pueblo de Dios
“Muchos han tratado de relatar ordenadamente los acontecimientos que se cumplieron entre nosotros,
tal como nos fueron transmitidos por aquellos que han sido desde el comienzo testigos oculares y servidores de la Palabra.
Por eso, después de informarme cuidadosamente de todo desde los orígenes, yo también he decidido escribir para ti, excelentísimo Teófilo, un relato ordenado,
a fin de que conozcas bien la solidez de las enseñanzas que has recibido.
Jesús volvió a Galilea con del poder el Espíritu y su fama se extendió en toda la región.
Enseñaba en las sinagogas y todos lo alababan.
Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura.
Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. El me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos
y proclamar un año de gracia del Señor.
Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él.
Entonces comenzó a decirles: "Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír".
tal como nos fueron transmitidos por aquellos que han sido desde el comienzo testigos oculares y servidores de la Palabra.
Por eso, después de informarme cuidadosamente de todo desde los orígenes, yo también he decidido escribir para ti, excelentísimo Teófilo, un relato ordenado,
a fin de que conozcas bien la solidez de las enseñanzas que has recibido.
Jesús volvió a Galilea con del poder el Espíritu y su fama se extendió en toda la región.
Enseñaba en las sinagogas y todos lo alababan.
Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura.
Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. El me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos
y proclamar un año de gracia del Señor.
Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él.
Entonces comenzó a decirles: "Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír".
REFLEXIÓN
¿Habéis oído bien, en la primera lectura de hoy, con qué solemnidad el sacerdote Esdras presenta el libro de la Ley y comunica su contenido? ¿Os lo imagináis en pie, encima de una tarima, rodeado del pueblo, que escucha conmovido? La costumbre de leer en público en los actos de culto viene ya de muy antiguo. En el evangelio hemos observado como, en tiempo de Jesús, era normal reunirse en las sinagogas en día de fiesta y escuchar de labios de un lector los textos sagrados de la Ley y los Profetas. Nosotros, en la primera parte de la celebración eucarística, estamos haciendo exactamente lo mismo: recordamos los hechos principales de la historia de la salvación en el Antiguo Testamento, oramos con los salmos, y ponemos el acento en los preciosos textos de los evangelios y el resto del Nuevo Testamento. Eso sólo ya justificaría el hecho, después de la mesa de la Palabra, que alimenta y sostiene nuestra fe, tenemos, además, la mesa de la Eucaristía, que nos pone en comunión total con el Señor resucitado.
Jesús hizo de lector aquel día. Le dieron el libro de Isaías. Jesús, el carpintero de Nazaret, era un asiduo asistente a la lectura bíblica de la sinagoga. Había interiorizado tanto las palabras de algunos textos de Isaías, que después configurarían buena parte de su pensamiento y actuación. Hoy mismo, Jesús confiesa abiertamente que el programa diseñado por el profeta, será su programa. Y como consecuencia, debería ser el nuestro, si queremos considéranos discípulos de Jesús.
Jesús es judío; conoce la Ley de Moisés, conoce cómo la interpretan los maestros de la Ley; conoce cómo repercute en la vida diaria del pueblo. Jesús se siente y se sabe “ungido” por el espíritu de Dios. En la sinagoga de Nazaret no anuncia la “abolición” de la Ley, nunca lo hizo, sino que anuncia un nuevo tiempo de libertad y de opción preferencial por los más pequeños. Su misión no es la de imponer cargas y sanciones a la gente que ya no podía ni respirar. La misión de Jesús es la de anunciar el “año de gracia de Dios. El ser humano, tantas veces pisado, encuentra en Jesús el servicio de las personas. El cristiano no es un portador de “coerciones”, sino un “portador de libertad”
ENTRA EN TU INTERIOR
EN LA MISMA DIRECCIÓN
Antes de comenzar a narrar la actividad de Jesús, Lucas quiere dejar muy claro a sus lectores cuál es la pasión que impulsa al Profeta de Galilea y cuál es la meta de toda su actuación. Los cristianos han de saber en qué dirección empuja a Jesús el Espíritu de Dios, pues seguirlo es precisamente caminar en su misma dirección.
Lucas describe con todo detalle lo que hace Jesús en la sinagoga de su pueblo: se pone de pie, recibe el libro sagrado, busca él mismo un pasaje de Isaías, lee el texto, cierra el libro, lo devuelve y se sienta. Todos han de escuchar con atención las palabras escogidas por Jesús pues exponen la tarea a la que se siente enviado por Dios.
Sorprendentemente, el texto no habla de organizar una religión más perfecta o de implantar un culto más digno, sino de comunicar liberación, esperanza, luz y gracia a los más pobres y desgraciados. Esto es lo que lee. «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido. Me ha enviado a anunciar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor ». Al terminar, les dice : «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír».
El Espíritu de Dios está en Jesús enviándolo a los pobres, orientando toda su vida hacia los más necesitados, oprimidos y humillados. En esta dirección hemos de trabajar sus seguidores. Ésta es la orientación que Dios, encarnado en Jesús, quiere imprimir a la historia humana. Los últimos han de ser los primeros en conocer esa vida más digna, liberada y dichosa que Dios quiere ya desde ahora para todos sus hijos e hijas.
No lo hemos de olvidar. La "opción por los pobres" no es un invento de unos teólogos del siglo veinte, ni una moda puesta en circulación después del Vaticano II. Es la opción del Espíritu de Dios que anima la vida entera de Jesús, y que sus seguidores hemos de introducir en la historia humana. Lo decía Pablo VI: es un deber de la Iglesia "ayudar a que nazca la liberación...y hacer que sea total".
No es posible vivir y anunciar a Jesucristo si no es desde la defensa de los últimos y la solidaridad con los excluidos. Si lo que hacemos y proclamamos desde la Iglesia de Jesús no es captado como algo bueno y liberador por los que más sufren, ¿qué evangelio estamos predicando? ¿A qué Jesús estamos siguiendo? ¿Qué espiritualidad estamos promoviendo? Dicho de manera clara: ¿qué impresión tenemos en la iglesia actual? ¿Estamos caminando en la misma dirección que Jesús?
José Antonio Pagola
ORA EN TU INTERIOR
Jesús entrega el libro y se sienta. Y Lucas anota que “los ojos de todos” en la sinagoga estaban fijos en él (v.21), literalmente: “Hoy se ha cumplido esta Escritura en vuestros oídos”. El cumplimiento se realiza “hoy”. Es el “hoy” de la salvación que en Jesús llega a los oprimidos, los enfermos y pecadores (Lc 2,11; 23,43). La Escritura se realiza “en vuestros oídos” Todos los presentes ven, pero Jesús los invita a escuchar. Es el oído –no la vista- el sentido capacitado para percibir el cumplimiento de la escritura. La escritura se cumple no sólo en la sinagoga, sino en el lugar de la escucha personal. En cada lector del evangelio de Lucas se realiza el hoy de la salvación, el hoy del año de gracia y de liberación inaugurado por Jesús aquel día en Nazaret. Que para nosotros este año de la gracia de Dios, sea el Año de la Fe, que el Espíritu ha suscitado al Santo Padre Benedicto XVI para este año 2013.
ORACIÓN
Señor, el Espíritu que te ungió está sobre ti, y también sobre mí; me ungió en el Bautismo, y me envió al mundo a anunciar tu evangelio como testigo, en mi Confirmación. Y anuncias un nuevo año de gracia: el Año de la Fe. ¡Ojalá se cumpla hoy –y todos los días- tu palabra en mi vida y robustezca mi fe!.
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