“…Cuando empiece a suceder esto,
levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación…”
2 DE DICIEMBRE
DOMINGO PRIMERO DE ADVIENTO
1ª Lectura: Jeremías 33,14-16
Salmo 24: “A ti, Señor, levanto mi alma”
2ª Lectura: 1ª Tesalonicenses 3,12-4,2
LECTURA DEL DÍA
Lucas 21,25-28
“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de
las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres
quedarán sin aliento por el miedo, ante lo que se le viene encima al mundo,
pues los astros del cielo temblarán. Entonces verán al Hijo del Hombre venir en
una nube, con gran poder y gloria. Cuando empiece a suceder esto, levantaos,
alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación. Tened cuidado: no se os embote
la mente con el vicio, la bebida y la preocupación del dinero, y se os eche
encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los
habitantes de la tierra. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar
de todo lo que está por venir, y manteneos en pie ante el Hijo del Hombre”.
Versión para Latinoamérica extraída de la Biblia del
Pueblo de Dios
“Habrá señales en el
sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa de
la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas. Los hombres
desfallecerán de miedo por lo que sobrevendrá al mundo, porque los astros se
conmoverán. Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de
poder y de gloria. Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la
cabeza, porque está por llegarles la liberación. Tengan cuidado de no dejarse
aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para
que ese día no caiga de improviso sobre ustedes como una trampa, porque sobrevendrá
a todos los hombres en toda la tierra. Estén prevenidos y oren incesantemente,
para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros
ante el Hijo del hombre” .
REFLEXIÓN
PESIMISMO Y ESPERANZA. Todos vivimos con la mirada
puesta en el futuro. Desde nuestro presente, marcado por los problemas de la
crisis, la desesperanza, el desengaño y el pesimismo, siempre pensamos en lo
que nos espera. No solo eso. En el fondo, casi todos andamos buscando algo
mejor, una seguridad, un bienestar mayor. Queremos que todo nos salga bien y,
si es posible, que nos vaya mejor. Es
esa confianza básica la que nos sostiene en el trabajo y los esfuerzos
de cada día.
Por
eso, cuando la esperanza se apaga, se apaga también la vida. La persona ya no
crece, no busca, no lucha. Al contrario, se empequeñece, se hunde, se deja
llevar por los acontecimientos. Si se pierde la esperanza, se pierde todo. Por
eso, lo primero que hay que cuidar es el corazón de la persona, en el seno de
la sociedad o en la relación con Dios es la esperanza.
La
esperanza es la única manera de enfocar el futuro de forma positiva, por eso,
lo primero es mirar hacia adelante. No quedarnos en lo que ya pasó. No vivir de
recuerdos o nostalgias. No quedarnos añorando un pasado tal vez más dichoso,
más seguro o menos problemático. Es ahora cuando hemos de vivir afrontando el
futuro de manera positiva.
La esperanza
no es una actitud pasiva, es un estímulo que impulsa a la acción. Quien vive
animado por la esperanza no cae en la inercia. Al contrario, se esfuerza por
cambiar la realidad y hacerla mejor. Quien vive con esperanza es realista,
asume los problemas y las dificultades, pero lo hace de manera creativa, dando
pasos, buscando soluciones y contagiando confianza.
NO MATEMOS LA ESPERANZA. Jesús fue un creador
incansable de esperanza. Toda su existencia consistió en contagiar a los demás
la esperanza que él mismo vivía desde lo más hondo de su ser. Hoy escuchamos su
grito de alerta: “Levantaos, alzad la
cabeza; se acerca vuestra liberación. Pero tened cuidado: no se os embote la
mente con el vicio, la bebida y la preocupación por el dinero”.
Que
tentador resulta siempre adaptarnos a la situación, instalarnos
confortablemente en nuestro pequeño mundo y vivir tranquilos, sin mayores
aspiraciones. Casi inconscientemente anida en nosotros la ilusión de poder
conseguir la propia felicidad sin cambiar para nada el mundo. Pero no lo
olvidemos: “Solamente aquellos que
cierran sus ojos y sus oídos, solamente aquellos que se han insensibilizado,
pueden sentirse a gusto en un mundo como este”
Quien
ama de verdad la vida y se siente solidario de todos los seres humanos sufre al
ver que todavía una inmensa mayoría no puede vivir y somos conscientes de que
algo va mal, muy mal. Hemos de seguir buscando el reino de Dios y su justicia.
ENTRA EN TU INTERIOR
INDIGNACIÓN Y ESPERANZA
Una
convicción indestructible sostiene desde sus inicios la fe de los seguidores de
Jesús: alentada por Dios, la historia humana se encamina hacia su liberación
definitiva. Las contradicciones insoportables del ser humano y los horrores que
se cometen en todas las épocas no han de destruir nuestra esperanza.
Este
mundo que nos sostiene no es definitivo. Un día la creación entera dará
"signos" de que ha llegado a su final para dar paso a una vida nueva
y liberada que ninguno de nosotros puede imaginar ni comprender.
Los
evangelios recogen el recuerdo de una reflexión de Jesús sobre este final de
los tiempos. Paradójicamente, su atención no se concentra en los
"acontecimientos cósmicos" que se puedan producir en aquel momento.
Su principal objetivo es proponer a sus seguidores un estilo de vivir con
lucidez ante ese horizonte
El
final de la historia no es el caos, la destrucción de la vida, la muerte total.
Lentamente, en medio de luces y tinieblas, escuchando las llamadas de nuestro
corazón o desoyendo lo mejor que hay en nosotros, vamos caminando hacia el
misterio último de la realidad que los creyentes llamamos "Dios".
No
hemos de vivir atrapados por el miedo o la ansiedad. El "último día"
no es un día de ira y de venganza, sino de liberación. Lucas resume el
pensamiento de Jesús con estas palabras admirables: "Levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra
liberación”. Solo entonces conoceremos de verdad cómo ama Dios al
mundo.
Hemos
de reavivar nuestra confianza, levantar el ánimo y despertar la esperanza. Un
día los poderes financieros se hundirán. La insensatez de los poderosos se
acabará. Las víctimas de tantas guerras, crímenes y genocidios conocerán la
vida. Nuestros esfuerzos por un mundo más humano no se perderán para siempre.
Jesús
se esfuerza por sacudir las conciencias de sus seguidores. "Tened cuidado: que no se os
embote la mente" . No viváis como imbéciles. No os dejéis
arrastrar por la frivolidad y los excesos. Mantened viva la indignación. "Estad siempre despiertos"
. No os relajéis. Vivid con lucidez y responsabilidad. No os
canséis. Mantened siempre la tensión.
¿Cómo
estamos viviendo estos tiempos difíciles para casi todos, angustiosos para
muchos, y crueles para quienes se hunden en la impotencia? ¿Estamos despiertos?
¿Vivimos dormidos? Desde las comunidades cristianas hemos de alentar la
indignación y la esperanza. Y solo hay un camino: estar junto a los que se
están quedando sin nada, hundidos en la desesperanza, la rabia y la
humillación.
José Antonio Pagola
Los últimos de la tierra son quienes mejor pueden comprender
el mensaje de Jesús: “Dichosos los que
lloran, porque de ellos es el reino de Dios”. Estos hombres y mujeres, cuya
existencia es hambre y miseria, están esperando algo nuevo y diferente que
responda a sus anhelos más hondos de vida y de paz.
Un día
“el sol, la luna y las estrellas temblarán” , es decir, todo aquello en que
creíamos poder confiar para siempre se hundirá. Nuestras ideas de poder,
seguridad y progreso se tambalearán. Todo aquello que no conduce al ser humano
a la verdad, la justicia y la fraternidad se derrumbará, y “en la tierra habrá angustia de las gentes”.
Pero
el mensaje de Jesús no es de desesperanza para nadie: Aun entonces, en el
momento de la verdad última, no desesperéis, estad despiertos, manteneos en
pie, poned vuestra confianza en Dios. Viendo de cerca el sufrimiento cruel de
aquellas familias con todos sus miembros en paro, viendo de cerca el
sufrimiento de los que han perdido su vivienda, viendo de cerca el sufrimiento
de los que pasan hambre, de los emigrantes, de los ancianos y enfermos, de
todos los que pasan por cualquier necesidad.
ORA EN TU INTERIOR
- Señor Jesús, ven a nuestro mundo
dividido e insolidario y alienta en todos el espíritu de justicia y de
amor.
- Señor Jesús, ven a nuestra
Iglesia que te necesita y te quiere, y haz de ella un signo de esperanza y
de misericordia.
- Señor Jesús, ven a nuestras
comunidades y nuestras familias y alienta en ellas tu espíritu de vida y
amor.
- Señor Jesús, ven y visita a
cuantos sufren, a cuantos están desanimados y desesperanzados, a cuantos
están desesperados y alienta en ellos la fuerza de tu Espíritu.
- Señor Jesús, ven a todos
nosotros, para que sepamos prepararnos a tu venida y demos testimonio de
ti.
ORACIÓN
Mantengámonos
de pie y alertas porque en este mundo concreto y real que nos toca vivir, en
este aquí y ahora de nuestra historia, se estás produciendo un gran
acontecimiento: llega el Hijo del Hombre para que toda la tierra rebose de
justicia.
Caminemos
con esperanza porque este es nuestro tiempo…
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