jueves, 27 de septiembre de 2012

DOMINGO XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO B

 

“…el que no está contra nosotros está a favor nuestro”

30 DE SEPTIEMBRE

DOMINGO XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO (B)

1ª Lectura: Números 11,25-29

Salmo 18: “Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón”

2ª Lectura: Santiago 5,1-6

PALABRA DEL DÍA

Marcos 9,38-43.45.47-48

“En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús: -Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros. Jesús respondió: -No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Y, además, el que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeños que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga. Y, si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies al infierno. Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga”.

 

REFLEXIÓN


La escena es sorprendente. Los discípulos se acercan a Jesús con un problema. Esta vez, el portador del grupo no es Pedro, sino Juan, uno de los dos hermanos que andan buscando los primeros puestos. Ahora pretende que el grupo de discípulos tenga la exclusiva de Jesús y el monopolio de su acción liberadora (Mc 9, 38-43. 45. 47-48).
Vienen preocupados. Un exorcista, no integrado en el grupo, está echando demonios en nombre de Jesús. Los discípulos no se alegran de que la gente quede curada y pueda iniciar una vida más humana. Solo piensan en el prestigio de su propio grupo. Por eso, han tratado de cortar de raíz su actuación. Esta es su única razón: «no es de los nuestros».
Los discípulos dan por supuesto que, para actuar en nombre de Jesús y con su fuerza curadora, es necesario ser miembro de su grupo. Nadie puede apelar a Jesús y trabajar por un mundo más humano, sin formar parte de la Iglesia. ¿Es realmente así? ¿Qué piensa Jesús?
Sus primeras palabras son rotundas: «No se lo impidáis». El Nombre de Jesús y su fuerza humanizadora son más importantes que el pequeño grupo de sus discípulos. Es bueno que la salvación que trae Jesús se extienda más allá de la Iglesia establecida y ayude a las gentes a vivir de manera más humana. Nadie ha de verla como una competencia desleal.
Jesús rompe toda tentación sectaria en sus seguidores. No ha constituido su grupo para controlar su salvación mesiánica. No es rabino de una escuela cerrada sino Profeta de una salvación abierta a todos. Su Iglesia ha de apoyar su Nombre allí donde es invocado para hacer el bien.
No quiere Jesús que entre sus seguidores se hable de los que son nuestros y de los que no lo son, los de dentro y los de fuera, los que pueden actuar en su nombre y los que no pueden hacerlo. Su modo de ver las cosas es diferente: «El que no está contra nosotros está a favor nuestro».
En la sociedad moderna hay muchos hombres y mujeres que trabajan por un mundo más justo y humano sin pertenecer a la Iglesia. Algunos ni son creyentes, pero están abriendo caminos al reino de Dios y su justicia. Son de los nuestros. Hemos de alegrarnos en vez de mirarlos con resentimiento. Los hemos de apoyar en vez de descalificar.
Es un error vivir en la Iglesia viendo en todas partes hostilidad y maldad, creyendo ingenuamente que solo nosotros somos portadores del Espíritu de Jesús. El no nos aprobaría. Nos invitaría a colaborar con alegría con todos los que viven de manera evangélica y se preocupan de los más pobres y necesitados.
José Antonio Pagola
 




 

ENTRA EN TU INTERIOR

            Las palabras más duras del evangelio que hemos proclamado hoy se dirigen contra el enemigo que llevamos dentro de nosotros mismos, y no contra el enemigo que buscamos para salvaguardar nuestros intereses y dominio. Jesús nos invita a desprendernos de todo aquello que está contra nosotros entre nuestras propias ideas y actitudes, una vez que hemos asumido que vale más confiar en Dios y en su proyecto universal que en las certezas e intereses propios.

            El Reino de Dios, precedido por sus signos frente al sufrimiento y al mal del mundo (echa demonios), instaura una nueva forma de relacionarse, que ya no pasa por el ejercicio soberbio de poder sino por la sencillez de la fe en las personas y en uno mismo: la amistad, en definitiva. Los extraños y distintos pueden ser entonces amigos; y uno mismo, muchas veces también desconocido para sí, ha de ser espacio de reconciliación y fidelidad personal.
 

ORA EN TU INTERIOR

            Señor, tu bendita obsesión es la expansión del Reino de Dios para que los hombres se salven. Por eso, cualquier ayuda que lo haga posible, es bienvenida. Por eso, el que favorezca a los que evangelizan tendrá su premio. Por eso, el que escandaliza a un pequeño, que tan bien acoge tu mensaje, lo  tiene difícil. Por eso, todo lo que me impida serte fiel, fuera de mí. Aunque me cueste sangre. Lo primer es antes.
 
 "El que escandalice a uno de estos pequeños que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar".

           

           


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