“…el que no está contra nosotros está a favor nuestro”
30 DE SEPTIEMBRE
DOMINGO XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO (B)
1ª
Lectura: Números 11,25-29
Salmo
18: “Los mandatos del Señor son rectos y
alegran el corazón”
2ª
Lectura: Santiago 5,1-6
PALABRA DEL DÍA
Marcos 9,38-43.45.47-48
“En aquel tiempo, dijo
Juan a Jesús: -Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y
se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros. Jesús respondió: -No
se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar
mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Y, además, el
que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no
se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeños que creen,
más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen
al mar. Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la
vida, que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga. Y, si tu
pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado
con los dos pies al infierno. Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale
entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos al infierno,
donde el gusano no muere y el fuego no se apaga”.
REFLEXIÓN
La escena es
sorprendente. Los discípulos se acercan a Jesús con un problema. Esta vez, el
portador del grupo no es Pedro, sino Juan, uno de los dos hermanos que andan
buscando los primeros puestos. Ahora pretende que el grupo de discípulos tenga
la exclusiva de Jesús y el monopolio de su acción liberadora (Mc 9, 38-43. 45.
47-48).
Vienen preocupados. Un exorcista, no integrado en el grupo, está
echando demonios en nombre de Jesús. Los discípulos no se alegran de que la
gente quede curada y pueda iniciar una vida más humana. Solo piensan en el
prestigio de su propio grupo. Por eso, han tratado de cortar de raíz su
actuación. Esta es su única razón: «no es de los nuestros».
Los discípulos dan
por supuesto que, para actuar en nombre de Jesús y con su fuerza curadora, es
necesario ser miembro de su grupo. Nadie puede apelar a Jesús y trabajar por un
mundo más humano, sin formar parte de la Iglesia. ¿Es realmente así? ¿Qué piensa
Jesús?
Sus primeras
palabras son rotundas: «No se lo impidáis». El Nombre de Jesús y su
fuerza humanizadora son más importantes que el pequeño grupo de sus discípulos.
Es bueno que la salvación que trae Jesús se extienda más allá de la Iglesia
establecida y ayude a las gentes a vivir de manera más humana. Nadie ha de
verla como una competencia desleal.
Jesús rompe toda
tentación sectaria en sus seguidores. No ha constituido su grupo para controlar
su salvación mesiánica. No es rabino de una escuela cerrada sino Profeta de una
salvación abierta a todos. Su Iglesia ha de apoyar su Nombre allí donde es
invocado para hacer el bien.
No quiere Jesús que
entre sus seguidores se hable de los que son nuestros y de los que no lo son,
los de dentro y los de fuera, los que pueden actuar en su nombre y los que no
pueden hacerlo. Su modo de ver las cosas es diferente: «El que no está
contra nosotros está a favor nuestro».
En la sociedad
moderna hay muchos hombres y mujeres que trabajan por un mundo más justo y
humano sin pertenecer a la Iglesia. Algunos ni son creyentes, pero están
abriendo caminos al reino de Dios y su justicia. Son de los nuestros. Hemos de
alegrarnos en vez de mirarlos con resentimiento. Los hemos de apoyar en vez de
descalificar.
Es un error vivir en
la Iglesia viendo en todas partes hostilidad y maldad, creyendo ingenuamente
que solo nosotros somos portadores del Espíritu de Jesús. El no nos aprobaría.
Nos invitaría a colaborar con alegría con todos los que viven de manera
evangélica y se preocupan de los más pobres y necesitados.
José Antonio Pagola
ENTRA EN TU INTERIOR
Las palabras más duras del evangelio
que hemos proclamado hoy se dirigen contra el enemigo que llevamos dentro de
nosotros mismos, y no contra el enemigo que buscamos para salvaguardar nuestros
intereses y dominio. Jesús nos invita a desprendernos de todo aquello que está
contra nosotros entre nuestras propias ideas y actitudes, una vez que hemos
asumido que vale más confiar en Dios y en su proyecto universal que en las
certezas e intereses propios.
El Reino
de Dios, precedido por sus signos frente al sufrimiento y al mal del mundo
(echa demonios), instaura una nueva forma de relacionarse, que ya no pasa por
el ejercicio soberbio de poder sino por la sencillez de la fe en las personas y
en uno mismo: la amistad, en definitiva. Los extraños y distintos pueden ser
entonces amigos; y uno mismo, muchas veces también desconocido para sí, ha de
ser espacio de reconciliación y fidelidad personal.
ORA EN TU INTERIOR
Señor,
tu bendita obsesión es la expansión del Reino de Dios para que los hombres se
salven. Por eso, cualquier ayuda que lo haga posible, es bienvenida. Por eso,
el que favorezca a los que evangelizan tendrá su premio. Por eso, el que
escandaliza a un pequeño, que tan bien acoge tu mensaje, lo tiene difícil. Por eso, todo lo que me impida
serte fiel, fuera de mí. Aunque me cueste sangre. Lo primer es antes.
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