“Os aseguro que ningún profeta es bien mirado
en su tierra”.
31 DE ENERO
IV DOMINGO
DEL TIEMPO ORDINARIO (C)
1ª Lectura:
Jeremías 1,4-5.17-19
Te nombro
profeta de las naciones.
Salmo 70: Mi
boca contará tu salvación, Señor.
2ª Lectura: 1
Corintios 12,31-13,13
Quedan la fe,
la esperanza, el amor; la más grande es el amor.
PALABRA DEL
DÍA
Lc 4,21-30
“Comenzó Jesús a decir
en la sinagoga: “Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír”. Y todos le
expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de
sus labios. Y decían: “¿No es este el hijo de José?”. Y Jesús les dijo: “Sin
duda me recitaréis aquel refrán: “Médico, cúrate a ti mismo”; haz también aquí
en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaúm”. Y añadió: “Os
aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en
Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo
tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a
ninguna de ellas fue enviado Elías más que a una viuda de Sarepta, en el
territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del Profeta
Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado más que Naaman, el sirio”. Al
oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo
empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su
pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se
alejaba”.
Versión para
Latinoamérica extraída de la Biblia del Pueblo de Dios
“Entonces comenzó a
decirles: "Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de
oír".
Todos daban testimonio
a favor de él y estaban llenos de admiración por las palabras de gracia que
salían de su boca. Y decían: "¿No es este el hijo de José?".
Pero él les respondió:
"Sin duda ustedes me citarán el refrán: 'Médico, cúrate a ti mismo'.
Realiza también aquí, en tu patria, todo lo que hemos oído que sucedió en
Cafarnaún".
Después agregó:
"Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra.
Yo les aseguro que
había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y
seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre azotó a todo el país.
Sin embargo, a ninguna
de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón.
También había muchos
leprosos en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue
curado, sino Naamán, el sirio".
Al oír estas palabras,
todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron
y, levantándose, lo empujaron
fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se
levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo.
Pero Jesús, pasando en
medio de ellos, continuó su camino”.
REFLEXIÓN
Siguiendo la lectura continuada del
evangelio de Lucas, enlazamos con el domingo anterior, cuando Jesús tomó el
volumen de Isaías y leyó el pasaje donde está escrito: “el espíritu del Señor
está sobre mí… me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres…” Y Jesús
añadió su comentario personal: “Hoy se cumple esta escritura que acabáis de
oír”. Aquel de quien habla la profecía es él. Jesús se presenta como aquel
profeta. Y a la reacción de los habitantes de Nazaret, que tan bien le
conocían, primero fue de admiración, pero al poco rato se convirtió en rechazo.
Sobre este tema que, como vemos, también podría reflejar nuestra propia
situación actual, se nos ha propuesto en la primera lectura, un texto del
profeta Jeremías, en el cual éste aparece como un hombre elegido por Dios pero
que, como Jesús, deberá soportar el rechazo de su pueblo. Por ello el salmo que
sigue, destaca la protección que Dios ofrece a todos sus discípulos para que
puedan soportar las condiciones adversas en las que deberán vivir.
En los domingos ordinarios, la primera
lectura trata, habitualmente, el mismo tema que el Evangelio, pero no nos
podemos olvidar de la segunda lectura, que aunque toca otro tema, no por eso es
secundario o menos importante.
En los dos domingos anteriores
Pablo nos ha hablado de los carismas, que son los dones que Dios concede a cada
uno de nosotros, por medio de su Espíritu,
para que podamos ponerlos al servicio de toda la comunidad. Y los dones
son diversos. No todos sabemos ni podemos hacerlo todo. Es necesario que
tengamos conciencia de ser una comunidad, un cuerpo, en el cual todos los
miembros trabajan con una misma finalidad y entre todos lo vamos cubriendo
todo. Hoy nos llega aquel texto que hemos escuchado tantas veces, sobre todo en
las celebraciones de bodas: el himno al amor.
Entre todos los dones y carismas
que podemos recibir de Dios, hay uno que es el más excelente de todos y, por
tanto, lo hemos de valorar más que cualquier otro. Es el único que no sólo
sirve durante el tiempo de nuestra permanencia aquí en la tierra, sino que
atraviesa la barrera de la muerte y sigue siendo válido incluso en la etapa de
nuestra vida en el cielo. Éste es el amor, acerca del cual Pablo enumera
algunas de sus características para terminar diciendo: “el amor no pasa nunca”.
Con tres palabras distintas,
designa la lengua griega la palabra amor, según el sentido que se le quería
dar: eros (que no aparece nunca en el N.T.), para el amor que cada uno tiene a
personas y cosas en proporción a lo que espera obtener de ellas; filía (que
solo aparece unas pocas veces en el N.T.), que significa la amistad, y ágape
que, contrariamente al eros, significa lo que cada uno está dispuesto a hacer y
a dar para hacer felices a aquellos que ama. En el Nuevo testamento siempre
aparece ágape. Este es el amor que Cristo predicó. Un amor que está dispuesto
incluso al sacrificio, cuando es necesario. Es así como hemos de amarnos unos a
otros. Este es el amor que nunca se marchita.
ENTRA EN TU
INTERIOR
¿NO
NECESITAMOS PROFETAS?
«Un gran profeta ha surgido entre nosotros». Así gritaban en las aldeas
de Galilea, sorprendidos por las palabras y los gestos de Jesús. Sin embargo,
no es esto lo que sucede en Nazaret cuando se presenta ante sus vecinos como
ungido como Profeta de los pobres.
Jesús observa primero su admiración y luego su rechazo. No se sorprende.
Les recuerda un conocido refrán: «Os aseguro que ningún profeta es bien acogido
en su tierra». Luego, cuando lo expulsan fuera del pueblo e intentan acabar con
él, Jesús los abandona. El narrador dice que «se abrió paso entre ellos y se
fue alejando». Nazaret se quedó sin el Profeta Jesús.
Jesús es y actúa como profeta. No es un sacerdote del templo ni un
maestro de la ley. Su vida se enmarca en la tradición profética de Israel. A
diferencia de los reyes y sacerdotes, el profeta no es nombrado ni ungido por
nadie. Su autoridad proviene de Dios, empeñado en alentar y guiar con su
Espíritu a su pueblo querido cuando los dirigentes políticos y religiosos no
saben hacerlo. No es casual que los cristianos confiesen a Dios encarnado en un
profeta.
Los rasgos del profeta son inconfundibles. En medio de una sociedad
injusta donde los poderosos buscan su bienestar silenciando el sufrimiento de
los que lloran, el profeta se atreve a leer y a vivir la realidad desde la
compasión de Dios por los últimos. Su vida entera se convierte en
"presencia alternativa" que critica las injusticias y llama a la
conversión y el cambio.
Por otra parte, cuando la misma religión se acomoda a un orden de cosas
injusto y sus intereses ya no responden a los de Dios, el profeta sacude la
indiferencia y el autoengaño, critica la ilusión de eternidad y absoluto que
amenaza a toda religión y recuerda a todos que sólo Dios salva. Su presencia
introduce una esperanza nueva pues invita a pensar el futuro desde la libertad
y el amor de Dios.
Una Iglesia que ignora la dimensión profética de Jesús y de sus
seguidores, corre el riesgo de quedarse sin profetas. Nos preocupa mucho la
escasez de sacerdotes y pedimos vocaciones para el servicio presbiteral. ¿Por
qué no pedimos que Dios suscite profetas? ¿No los necesitamos? ¿No sentimos
necesidad de suscitar el espíritu profético en nuestras comunidades?.
Una Iglesia sin profetas, ¿no corre el riesgo de caminar sorda a las
llamadas de Dios a la conversión y el cambio? Un cristianismo sin espíritu
profético, ¿no tiene el peligro de quedar controlado por el orden, la tradición
o el miedo a la novedad de Dios?
José Antonio Pagola
ORA EN TU
INTERIOR
Jesús no es una doctrina que se
aprende de memoria pero no nos toca el corazón. Jesús es “alguien” de verdad
que camina a nuestro lado, al lado de todo ser humano, y nos ofrece su amistad
y su Reino. Jesús sigue siendo hoy el profeta del Reino, y las palabras del
profeta Isaías siguen cumpliéndose en él. “Ha sido consagrado para llevar la
buena Noticia a los pobres; ha sido enviado a anunciar libertad a los pobres;
ha sido enviado a anunciar libertad a los presos, a dar vista a los ciegos, a
poner en libertad a los oprimidos, a anunciar el año favorable del Señor” (Is
61,1-2). ¿Cómo resuenan en mí estas palabras?.
Expliquemos
el Evangelio a los niños
Imágenes de
Fano
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