“Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le
ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a
decirles: -Hoy se cumple esta
Escritura que acabáis de oír”.
24 de Enero
DOMINGO III
DEL TIEMPO ORDINARIO (C)
JORNADA DE LA
INFANCIA MISIONERA
1ª Lectura:
Nehemías 8,2-4.5.8-10
Leían el
libro de la Ley, explicando el sentido.
Salmo 18: Tus
palabras, Señor, son espíritu y vida.
2ª Lectura: 1
corintios 12,12-30
Vosotros sois
el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro.
PALABRA DEL
DÍA
Lucas 1,1-4;
4,14-21
“Excelentísimo Teófilo: Muchos han emprendido la tarea de
componer un relato de los hechos que se han verificado entre nosotros,
siguiendo las tradiciones transmitidas por los que primero fueron testigos
oculares y luego predicadores de la palabra. Yo también, después de comprobarlo
todo exactamente desde el principio, he resuelto escribírtelos por su orden,
para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.
En aquel
tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se
extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan.
Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su
costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el
libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba
escrito: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha
enviado para anunciar el evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos
la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para
anunciar el año de gracia del Señor” Y, enrollando el libro, lo devolvió al que
le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se
puso a decirles: -Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír”
Versión para
América Latina extraída de la Biblia del Pueblo de Dios
“Muchos han tratado de relatar ordenadamente los
acontecimientos que se cumplieron entre nosotros,
tal como nos fueron transmitidos por aquellos que han sido
desde el comienzo testigos oculares y servidores de la Palabra.
Por eso, después de informarme cuidadosamente de todo desde
los orígenes, yo también he decidido escribir para ti, excelentísimo Teófilo,
un relato ordenado,
a fin de que conozcas bien la solidez de las enseñanzas que
has recibido.
Jesús volvió a Galilea con del poder el Espíritu y su fama se
extendió en toda la región.
Enseñaba en las sinagogas y todos lo alababan.
Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró
como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura.
Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo,
encontró el pasaje donde estaba escrito:
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado
por la unción. El me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar
la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los
oprimidos
y proclamar un año de gracia del Señor.
Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó.
Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él.
Entonces comenzó a decirles: "Hoy se ha cumplido este
pasaje de la Escritura que acaban de oír".
REFLEXIÓN
¿Habéis oído bien, en la primera
lectura de hoy, con qué solemnidad el sacerdote Esdras presenta el libro de la
Ley y comunica su contenido? ¿Os lo imagináis en pie, encima de una tarima,
rodeado del pueblo, que escucha conmovido? La costumbre de leer en público en
los actos de culto viene ya de muy antiguo. En el evangelio hemos observado
cómo, en tiempo de Jesús, era normal reunirse en las sinagogas en día de fiesta
y escuchar de labios de un lector los textos sagrados de la Ley y los Profetas.
Nosotros, en la primera parte de la celebración eucarística, estamos haciendo
exactamente lo mismo: recordamos los hechos principales de la historia de la
salvación en el Antiguo Testamento, oramos con los salmos, y ponemos el acento
en los preciosos textos de los evangelios y el resto del Nuevo Testamento. Eso
sólo ya justificaría el hecho, después de la mesa de la Palabra, que alimenta y
sostiene nuestra fe, tenemos, además, la mesa de la Eucaristía, que nos pone en
comunión total con el Señor resucitado.
Jesús hizo de lector aquel día. Le
dieron el libro de Isaías. Jesús, el carpintero de Nazaret, era un asiduo
asistente a la lectura bíblica de la sinagoga. Había interiorizado tanto las
palabras de algunos textos de Isaías, que después configurarían buena parte de
su pensamiento y actuación. Hoy mismo, Jesús confiesa abiertamente que el
programa diseñado por el profeta, será su programa. Y como consecuencia,
debería ser el nuestro, si queremos considéranos discípulos de Jesús.
Jesús es judío; conoce la Ley de
Moisés, conoce cómo la interpretan los maestros de la Ley; conoce cómo
repercute en la vida diaria del pueblo. Jesús se siente y se sabe “ungido” por
el espíritu de Dios. En la sinagoga de Nazaret no anuncia la “abolición” de la
Ley, nunca lo hizo, sino que anuncia un nuevo tiempo de libertad y de opción
preferencial por los más pequeños. Su misión no es la de imponer cargas y
sanciones a la gente que ya no podía ni respirar. La misión de Jesús es la de
anunciar el “año de gracia de Dios. El ser humano, tantas veces pisado,
encuentra en Jesús el servicio de las personas. El cristiano no es un portador de “coerciones”,
sino un “portador de libertad”
ENTRA EN TU
INTERIOR
EN LA MISMA
DIRECCIÓN
Antes de comenzar a narrar la
actividad de Jesús, Lucas quiere dejar muy claro a sus lectores cuál es la
pasión que impulsa al Profeta de Galilea y cuál es la meta de toda su
actuación. Los cristianos han de saber en qué dirección empuja a Jesús el
Espíritu de Dios, pues seguirlo es precisamente caminar en su misma dirección.
Lucas describe con todo detalle lo que
hace Jesús en la sinagoga de su pueblo: se pone de pie, recibe el libro
sagrado, busca él mismo un pasaje de Isaías, lee el texto, cierra el libro, lo
devuelve y se sienta. Todos han de escuchar con atención las palabras escogidas
por Jesús pues exponen la tarea a la que se siente enviado por Dios.
Sorprendentemente, el texto no habla
de organizar una religión más perfecta o de implantar un culto más digno, sino
de comunicar liberación, esperanza, luz y gracia a los más pobres y
desgraciados. Esto es lo que lee. «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque
me ha ungido. Me ha enviado a anunciar la Buena Noticia a los pobres, para
anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista. Para dar libertad
a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor ». Al terminar, les
dice : «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír».
El Espíritu de Dios está en Jesús
enviándolo a los pobres, orientando toda su vida hacia los más necesitados,
oprimidos y humillados. En esta dirección hemos de trabajar sus seguidores.
Ésta es la orientación que Dios, encarnado en Jesús, quiere imprimir a la
historia humana. Los últimos han de ser los primeros en conocer esa vida más
digna, liberada y dichosa que Dios quiere ya desde ahora para todos sus hijos e
hijas.
No lo hemos de olvidar. La
"opción por los pobres" no es un invento de unos teólogos del siglo
veinte, ni una moda puesta en circulación después del Vaticano II. Es la opción
del Espíritu de Dios que anima la vida entera de Jesús, y que sus seguidores
hemos de introducir en la historia humana. Lo decía Pablo VI: es un deber de la
Iglesia "ayudar a que nazca la liberación...y hacer que sea total".
No es posible vivir y anunciar a
Jesucristo si no es desde la defensa de los últimos y la solidaridad con los
excluidos. Si lo que hacemos y proclamamos desde la Iglesia de Jesús no es
captado como algo bueno y liberador por los que más sufren, ¿qué evangelio
estamos predicando? ¿A qué Jesús estamos siguiendo? ¿Qué espiritualidad estamos
promoviendo? Dicho de manera clara: ¿qué impresión tenemos en la iglesia
actual? ¿Estamos caminando en la misma
dirección que Jesús?
José Antonio Pagola
ORA EN TU
INTERIOR
Jesús entrega el libro y se sienta.
Y Lucas anota que “los ojos de todos” en la sinagoga estaban fijos en él
(v.21), literalmente: “Hoy se ha cumplido esta Escritura en vuestros oídos”. El
cumplimiento se realiza “hoy”. Es el “hoy” de la salvación que en Jesús llega a
los oprimidos, los enfermos y pecadores (Lc 2,11; 23,43). La Escritura se
realiza “en vuestros oídos” Todos los presentes ven, pero Jesús los invita a
escuchar. Es el oído –no la vista- el sentido capacitado para percibir el
cumplimiento de la escritura. La escritura se cumple no sólo en la sinagoga,
sino en el lugar de la escucha personal. En cada lector del evangelio de Lucas
se realiza el hoy de la salvación, el hoy del año de gracia y de liberación
inaugurado por Jesús aquel día en Nazaret. Que para nosotros este año de la gracia de Dios, sea el Año de la Misericordia,
que el Espíritu ha suscitado al Santo Padre Francisco para este año 2016.
ORACIÓN
Señor, el Espíritu que te ungió
está sobre ti, y también sobre mí; me ungió en el Bautismo, y me envió al mundo
a anunciar tu evangelio como testigo, en mi Confirmación. Y anuncias un nuevo
año de gracia: el Año de la Misericordia. ¡Ojalá se cumpla hoy –y todos los días- tu
palabra en mi vida y robustezca mi fe!.
Expliquemos
el Evangelio a los niños
Imágenes de
Fano
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