martes, 3 de marzo de 2015

8 DE MARZO: III DOMINGO DE CUARESMA.




“Destruid este templo, y en tres días lo levantaré”

8 DE MARZO

III DOMINGO DE CUARESMA

1ª Lectura: Éxodo 20,1-17

La Ley se dio por medio de Moisés.

Salmo 18

Señor, tú tienes palabras de vida eterna.

2ª Lectura: 1 Corintios 1,22-25

Predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los hombres, pero, para los llamados, sabiduría de Dios.

EVANGELIO DE DÍA

Juan 2,13-25

“Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, les echó a todos del tempo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: “Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre”. Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: “El celo de tu casa me devora”. Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: “¿Qué signos nos muestras para obrar así?”. Jesús contestó: “Destruid este templo, y en tres días lo levantaré”. Los judíos replicaron: “Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días? Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la Palabra que había dicho Jesús. Mientras estaba en Jerusalén por la fiesta de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no se confiaba con ellos, porque los conocía a todos  y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro dé cada hombre”.

Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.

“Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén
y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas.
Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas, derribó sus mesas
y dijo a los vendedores de palomas: "Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio".
Y sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura: El celo por tu Casa me consumirá.
Entonces los judíos le preguntaron: "¿Qué signo nos das para obrar así?".
Jesús les respondió: "Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar".
Los judíos le dijeron: "Han sido necesarios cuarenta y seis años para construir este Templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?".
Pero él se refería al templo de su cuerpo.
Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos recordaron que él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que había pronunciado.
Mientras estaba en Jerusalén, durante la fiesta de Pascua, muchos creyeron en su Nombre al ver los signos que realizaba.
Pero Jesús no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos
y no necesitaba que lo informaran acerca de nadie: él sabía lo que hay en el interior del hombre.”

REFLEXIÓN

            En esta Cuaresma podemos aprovechar este tiempo de gracia y de reconciliación para echar de nuestra vida todo aquello que no se aviene a la condición de hijos amados de Dios templos del Espíritu, y será preciso emplear para ello las herramientas de la Cuaresma: la plegaria, la limosna y el ayudo. Los medios más importantes: la eucaristía, el sacramento de la reconciliación, la Palabra de Dios, la vivencia de la caridad. Y por qué no recordar aquellas ayudas más humanas pero que con la gracia de Dios adquieren mucha fuerza: son las virtudes, actitudes firmes y estables que dan facilidad a nuestra vida, dominio y júbilo por llevar una vida buena, son las cardinales: la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza.
            Y aún están las virtudes teologales que fundamentan todas las virtudes y las arraigan en Dios: la esperanza y la caridad. Todas ellas mezcladas, bien empleadas y combinadas nos ayudan a vencer al mal y a hacer el bien, a amar de verdad a Dios y a los hermanos, siempre con ayuda de la gracia. En el fondo podemos decir que nos permiten vivir los diez mandamientos que nos recordaba la primera lectura de hoy.
            Los mandamientos ponen al descubierto nuestros errores, hacen que no nos acostumbremos al mal, que no nos acostumbremos a hacer nuestra voluntad sino la de Dios. Esta voluntad de Dios arraiga en nuestra humanidad: cumplir los mandamientos son consejos básicos, fundamentales. Si no, pensamos si hoy en día conviene respetar a los pobres, sobre todo cuando son ancianos, respetar la vida antes de nacer, o en las últimas etapas de una persona, dar a los demás lo que les corresponde, no robarlos, ser capaces de vivir en paz, sin querer tener más de lo que uno puede o querer aparentar aquello que uno no es…, y otras tantas realidades bien actuales.
            Los mandamientos nos conducirán a vivir las bienaventuranzas, que son realmente el camino que Jesús nos indica para llegar a la felicidad.
            La vivencia de la vida cristiana, y el cumplimiento de los diez mandamientos, están marcada por el amor a Dios. Si no, nos quedaríamos sólo en un plano moral frío y sin sentido. Por esto nos conviene ir adquiriendo el estilo de vida de aquel a quien seguimos: Jesucristo. Él lo hizo todo por amor a Dios y a la humanidad entera. Su estilo fue sencillez, de abajamiento, de obediencia al Padre, de entrega total, de pobreza. No podemos olvidar que este estilo marcó toda la existencia terrenal de Jesús, como recordamos en los dos grandes acontecimientos de su vida: en el nacimiento en Belén puesto en un pesebre y en su muerte en el Gólgota en una cruz.
            Seguimos a un Mesías crucificado, como nos decía la primera carta a los Corintios, que es un escándalo para los judíos y una necedad para los gentiles. Aún hoy, en mucha gente y a veces también en nosotros, se repite o bien el absurdo y la indiferencia hacia Jesús, o bien se sigue a un Cristo no crucificado, sino hecho a medida, utilizado para justificar las propias ideas. Cristo crucificado nos pide sencillez, obediencia, pobreza espiritual, ternura, perdón, fortaleza, renuncia, cariño…
            Ahora que celebramos la eucaristía no podemos más que admirarnos de nuevo al ver cómo Jesucristo se hace presente en la sencillez y la humildad de los signos del pan y el vino, y volvemos a contemplar el abajamiento de Dios por amor a todos.   

ENTRA EN TU INTERIOR
UN TEMPLO NUEVO

 Los cuatro evangelistas se hacen eco del gesto provocativo de Jesús expulsando del templo a «vendedores» de animales y «cambistas» de dinero. No puede soportar ver la casa de su Padre llena de gentes que viven del culto. A Dios no se le compra con «sacrificios».
Pero Juan, el último evangelista, añade un diálogo con los judíos en el que Jesús afirma de manera solemne que, tras la destrucción del templo, él «lo levantará en tres días». Nadie puede entender lo que dice. Por eso, el evangelista añade: «Jesús hablaba del templo de su cuerpo».
No olvidemos que Juan está escribiendo su evangelio cuando el templo de Jerusalén lleva veinte o treinta años destruido. Muchos judíos se sienten huérfanos. El templo era el corazón de su religión. ¿Cómo podrán sobrevivir sin la presencia de Dios en medio del pueblo?
 El evangelista recuerda a los seguidores de Jesús que ellos no han de sentir nostalgia del viejo templo. Jesús, «destruido» por las autoridades religiosas, pero «resucitado» por el Padre, es el «nuevo templo». No es una metáfora atrevida. Es una realidad que ha de marcar para siempre la relación de los cristianos con Dios.
 Para quienes ven en Jesús el nuevo templo donde habita Dios, todo es diferente. Para encontrarse con Dios, no basta entrar en una iglesia. Es necesario acercarse a Jesús, entrar en su proyecto, seguir sus pasos, vivir con su espíritu.
 En este nuevo templo que es Jesús, para adorar a Dios no basta el incienso, las aclamaciones ni las liturgias solemnes. Los verdaderos adoradores son aquellos que viven ante Dios «en espíritu y en verdad». La verdadera adoración consiste en vivir con el «Espíritu» de Jesús en la «Verdad» del Evangelio. Sin esto, el culto es «adoración vacía».
Las puertas de este nuevo templo que es Jesús están abiertas a todos. Nadie está excluido. Pueden entrar en él los pecadores, los impuros e, incluso, los paganos. El Dios que habita en Jesús es de todos y para todos. En este templo no se hace discriminación alguna. No hay espacios diferentes para hombres y para mujeres. En Cristo ya «no hay varón y mujer». No hay razas elegidas ni pueblos excluidos. Los únicos preferidos son los necesitados de amor y de vida. Necesitamos iglesias y templos para celebrar a Jesús como Señor, pero él es nuestro verdadero templo.
 José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

            Está muy claro que hacer el bien cuesta más que hacer el mal. Parece como si hacer el mal nos fuera más beneficioso, pero ya sabemos sus consecuencias. Las situaciones de mal están muy cercanas. Justamente hoy podemos tomar conciencia de que tenemos que ser valientes para luchar contra el mal y el egoísmo.
            Lo vemos en Jesús, en el evangelio de hoy. Expulsa del templo a los vendedores y cambistas que habían convertido el templo en un mercado. Aquello no podía ser, pero era. Se habían acostumbrado a que no pasara nada, y además era una fuente de riqueza para el templo. Y como ya se rezaba, no era necesario modificar nada. Jesús no admite el mal y la mentira introducidos en el templo porque no acepta que el mal se haya introducido en el interior de la persona humana, templo del Espíritu Santo.
            De ahí su reacción, que aún hoy nos sorprende. Pero, ante el mal, no podemos permanecer parados. Expresiones como: siempre lo hemos hecho, todo el mundo lo hace…, nos perjudica y no dejan avanzar nuestra vivencia cristiana, nos hacen caer en la mediocridad y son un retroceso.

ORACIÓN

            Señor, Padre de misericordia y origen de todo bien, que aceptas el ayuno, la oración y la limosna como remedio a nuestros pecados, mira con amor a tu pueblo penitente y restaura con tu misericordia a los que estamos hundido bajo el peso de las culpas.

Expliquemos el Evangelio a los niños.

Imágenes de Fano.



1 comentario:

  1. Excelente la musica para acompañar este evangelio que nos interpela desde el amor

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