“No podéis servir a Dios
y al dinero”.
2 DE MARZO
VIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
(A)
1ª Lectura: Isaías 49,14-15
Yo no te olvidaré.
Salmo 61
Descansa solo en Dios, alma mía.
2ª Lectura: 1 Corintios 4,1-5
El Señor pondrá al descubierto los
designios del corazón.
PALABRA DEL DÍA
Mateo 6,24-34
“En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: -Nadie
puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro;
o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis
servir a Dios y al dinero. Por eso os digo: no estéis agobiados por la vida
pensando qué vais a comer, ni por el cuerpo pensando con qué os vais a vestir.
¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad a los pájaros:
ni siembran, ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial
los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza
de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? ¿Por qué os agobiáis
por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan.
Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos.
Pues si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno,
Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? No andéis
agobiados pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a
vestir. Los paganos se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre del cielo
que tenéis necesidad de todo eso. Sobre todo buscad el reino de Dios y su
justicia; lo demás se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el
mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus
disgustos”.
Versión para América Latina,
extraída de la Biblia del Pueblo de Dios
“Dijo Jesús a sus discípulos:
Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a
uno y amará al otro, o bien, se interesará por el primero y menospreciará al
segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero.
Por eso les digo: No se inquieten por su vida, pensando
qué van a comer, ni por su cuerpo, pensando con qué se van a vestir. ¿No vale
acaso más la vida que la comida y el cuerpo más que el vestido?
Miren los pájaros del cielo: ellos no siembran ni
cosechan, ni acumulan en graneros, y sin embargo, el Padre que está en el cielo
los alimenta. ¿No valen ustedes acaso más que ellos?
¿Quién de ustedes, por mucho que se inquiete, puede
añadir un solo instante al tiempo de su vida?
¿Y por qué se inquietan por el vestido? Miren los
lirios del campo, cómo van creciendo sin fatigarse ni tejer.
Yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su
gloria, se vistió como uno de ellos.
Si Dios viste así la hierba de los campos, que hoy
existe y mañana será echada al fuego, ¡cuánto más hará por ustedes, hombres de
poca fe!
No se inquieten entonces, diciendo: '¿Qué comeremos,
qué beberemos, o con qué nos vestiremos?'.
Son los paganos los que van detrás de estas cosas. El
Padre que está en el cielo sabe bien que ustedes las necesitan.
Busquen primero el Reino y su justicia, y todo lo demás
se les dará por añadidura.
No se inquieten por el día de mañana; el mañana se
inquietará por sí mismo. A cada día le basta su aflicción”.
REFLEXIÓN
El
evangelio de hoy prosigue la lectura del Discurso evangélico del Monte en el
que Jesús proclama las actitudes fundamentales del discípulo para asimilar el
nuevo talante del Reino de Dios que Jesús anuncia, pasaje de gran belleza
literaria, Jesús define la actitud del cristiano ante el dinero y la
subsistencia material que en él se fundamenta. Parece, esta actitud, un eco de
la bienaventuranza primera: la de los pobres de espíritu y de hecho.
“Nadie
puede estar al servicio de dos amos… No podéis servir a Dios y al dinero”.
Realmente es incompatible el servicio satisfactorio a dos señores. El Dios de
la revelación es un Dios “celoso”, como se afirma con frecuencia en el Antiguo
Testamento, especialmente en los Salmos y el Pentateuco; por tanto, no admite
rival. Pero resulta que el dios dinero, también es totalizante; y cuando se
apodera del corazón del hombre destrona cualquier otra deidad.
Jesús
propone la opción a seguir: servir al Señor, abandonándose a su providencia
amorosa de Padre. Idea que apoya en dos preciosas imágenes de la naturaleza: Si
los pájaros y los lirios del campo son objeto del cuidado de Dios que provee
gratuitamente a su subsistencia, cuanto más lo será el hombre que vale mucho
más.
Una
doble invitación nos propone Jesús:
“No os
agobiéis por la vida, el alimento y el vestido”. Hasta cuatro veces se excluye
en el texto la preocupación angustiosa por el sustento diario. El aviso se
dirige tanto al rico a quien le sobre y que puede ser esclavizado por la
obsesión del tener, como al pobre a quien le falta y que igualmente puede ser
avasallado por la psicosis de penuria. Ya sabe nuestro Padre del cielo que
tenemos necesidad de todo eso.
“Buscad
sobre todo el Reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura”.
Esta conclusión responde a la actitud básica del cristiano, seguidor de Cristo.
Mediante la opción prioritaria por Dios y su Reinado amoroso en nuestra vida y
en nuestro mundo, establecemos la jerarquía de valores querida por Jesús. En el
primer lugar de nuestras prioridades ha de estar Dios. Así el resto, cada cosa,
ocupa su lugar apropiado.
El
Señor no dice buscad “únicamente”, sino buscad “sobre todo” el Reino de Dios;
con lo cual no excluye lo demás, pero lo coloca en un segundo plano. Jesús es
realista y no un soñador ebrio de poesía, trinos y flores. El sabe que nosotros
no somos pájaros o lirios, y que necesitamos ganarnos la vida con diligencia y
trabajo; pero descubriendo a cada paso la providencia de Dios y confiándonos
totalmente al Padre, sin angustias obsesivas por la adquisición de cosas.
Al
final de nuestra escucha de la Palabra se impone un examen personal y
comunitario, orientado a la conversión de actitudes, mentalidad y conducta
conforme al criterio y ejemplo de Cristo. ¿Quién es el dios a quien sirvo? Nos
urge una opción al dilema inicial: No podéis servir a Dios y al dinero… Buscad
sobre todo el Reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura.
La propuesta de Jesús es
clara. Dejemos de ser siervos del dinero y esclavos de nosotros mismos, para
servir al Señor con alegría y libres de la angustia y de la fiebre posesiva.
Confiados en su Providencia, repitamos la oración del Señor: venga a nosotros
tu Reino, y danos hoy nuestro pan de cada día.
ENTRA EN TU INTERIOR
LO PRIMERO
«Sobre todo, buscad el
reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura». Las palabras
de Jesús no pueden ser más claras. Lo primero que hemos de buscar sus
seguidores es “el reino de Dios y su justicia”; lo demás viene después.
¿Vivimos los cristianos de hoy volcados en construir un mundo más humano, tal
como lo quiere Dios, o estamos gastando nuestras energías en cosas secundarias
y accidentales?
No es una pregunta más.
Es decisivo saber si estamos siendo fieles al objetivo prioritario marcado por
Jesús, o estamos desarrollando una religiosidad que nos está desviando de la
pasión que llevaba él en su corazón. ¿No hemos de corregir la dirección y
centrar nuestro cristianismo con más fidelidad en el proyecto del reino de
Dios?
La actitud de Jesús es
diáfana. Basta leer los evangelios. Al mismo tiempo que vive en medio de la
gente trabajando por una Galilea más sana, más justa y fraterna, más atenta a
los últimos y más acogedora a los excluidos, no duda en criticar una religión
que observa el sábado y cuida el culto mientras olvida que Dios quiere
misericordia antes que sacrificios.
El cristianismo no es una
religión más, que ofrece unos servicios para responder a la necesidad de Dios
que tiene el ser humano. Es una religión profética nacida de Jesús para
humanizar la vida según el proyecto de Dios. Podemos “funcionar” como
comunidades religiosas reunidas en torno al culto, pero si no contagiamos
compasión ni exigimos justicia, si no defendemos a los olvidados ni atendemos a
los últimos, ¿dónde queda el proyecto que animó la vida entera de Jesús?
Tal vez, la manera más
práctica de reorientar nuestras comunidades hacia el reino de Dios y su
justicia es comenzar por cuidar más la acogida. No se trata de descuidar la
celebración cultual, sino de desarrollar mucho más la acogida, la escucha y el
acompañamiento a la gente en sus penas, trabajos y esperanzas. Compartir el
sufrimiento de las personas nos puede ayudar a comprender mejor nuestro
objetivo: contribuir desde el Evangelio a un mundo más humano.
En su primera encíclica,
Juan Pablo II, recogiendo una idea importante del Concilio Vaticano II, nos
recordó a los cristianos cómo hemos de entender la Iglesia. Lo hizo de manera
clara. “La Iglesia no es ella misma su propio fin, pues está orientada al reino
de Dios del cual es germen, signo e instrumento”. Lo primero no es la Iglesia,
sino el reino de Dios. Si queremos una Iglesia más evangélica es porque
buscamos contribuir desde ella a buscar un mundo más humano.
José Antonio
Pagola
ORA
EN TU INTERIOR
Hoy Jesús nos dice: Os
preocupáis mucho por el mañana. No os inquietéis tanto. Vivid e hoy, con toda
la intensidad que podáis. Cada día tiene su carga y su afán. No acumuléis el de
hoy y el de mañana. Vive el presente, y deja el resto para mañana; el ahora es
lo que importa. Cada “ahora”, una gracia, una caricia, una llamada y una
bendición de Dios.
¿Crees en Dios? Entonces,
¿por qué temes?
¿Sabes que Dios es tu
Padre? Entonces, ¿por qué no confías?
¿Sabes que Dios se
define como amor? Entonces, ¿por qué no te sientes amado?
¿Recibiste el Espíritu
Santo? Entonces, ¿por qué estás triste?
¿Te sabes templo de
Dios? Entonces, ¿por qué te sientes solo?
¿Comes mi pan partido?
Entonces, ¿por qué no vives en comunión?
¿Sabes que te amé hasta
el fin? Entonces, ¿por qué no vives en amor?
¿Sabes que doy la vida por
ti? Entonces, ¿por qué temes la muerte?
¿Crees que el Reino de
Dios está cerca? Entonces, ¿por qué te duermes o te desanimas? ¿Por qué no
adelantas el reino?
¿Rezas el Padrenuestro? Entonces,
¿por qué no compartes tu pan?, ¿y por qué no perdonas de corazón?
¿Sabes que Dios no se
cansa de perdonar? Entonces, ¿por qué te agobian la culpa y los pecados?
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