domingo, 6 de diciembre de 2015

13 DE DICIEMBRE: TERCER DOMINGO DE ADVIENTO. DOMINGO GAUDETE.


“Yo os bautizo con agua… Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego”
13 DE DICIEMBRE
DOMINGO TERCERO DE ADVIENTO
DOMINGO GAUDETE
1ª Lectura: Sofonías 3,14-18
El Señor se alegra con júbilo en ti.
Responsorial: Isaías 12,2-6: “Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.
2ª Lectura: Filipenses 4,4-7
El Señor está cerca.
PALABRA DEL DÍA
Lucas 3,10-18
 “La gente preguntó a Juan: “¿Entonces, qué hacemos?”. Él contestó: “El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo”. Vinieron también a bautizarse unos publicanos, y le preguntaron: “Maestro, ¿qué hacemos nosotros?”. Él les contestó: “No exijáis más de lo establecido”. Unos militares le preguntaron: “¿Qué hacemos nosotros?”. Él les contestó: “No hagáis extorsión a nadie, ni os aprovechéis con denuncias, sino contestaos con la paga”. El pueblo estaba en expectación y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y digo a todos: “Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo; y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego: tiene en la mano el bieldo para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga”. Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba el Evangelio”.
Versión para América Latina extraída de la Biblia del Pueblo de Dios
“La gente le preguntaba: "¿Qué debemos hacer entonces?".
El les respondía: "El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; y el que tenga qué comer, haga otro tanto".
Algunos publicanos vinieron también a hacerse bautizar y le preguntaron: "Maestro, ¿qué debemos hacer?".
El les respondió: "No exijan más de lo estipulado".
A su vez, unos soldados le preguntaron: "Y nosotros, ¿qué debemos hacer?". Juan les respondió: "No extorsionen a nadie, no hagan falsas denuncias y conténtense con su sueldo".
Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban si Juan no sería el Mesías,
él tomó la palabra y les dijo: "Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias; él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego.
Tiene en su mano la horquilla para limpiar su era y recoger el trigo en su granero. Pero consumirá la paja en el fuego inextinguible".
Y por medio de muchas otras exhortaciones, anunciaba al pueblo la Buena Noticia”.
REFLEXIÓN
            Hoy es el domingo Gaudete, el domingo del “júbilo”. El motivo de júbilo es éste que formula San Pablo: “El Señor está cerca”. “El Señor será el rey de Israel, en medio de ti”, ha dicho el profeta. “Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel”, hemos cantado en el salmo. Nosotros, en el tiempo de Adviento, estamos a la espera de las fiestas de Navidad que se acercan. Aunque sabemos bien que mientras lo esperamos, él ya está entre nosotros, en nuestro interior, de cada uno y de la comunidad eclesial. Lo esperamos porque ya está; vendrá porque ya está aquí. Es así como lo hizo la primera vez.
            El prefacio II de Adviento, propio de estos últimos días antes de Navidad, lo canta: “A quien todos los profetas anunciaron, la Virgen esperó con inefable amor de Madre, Juan lo proclamó ya próximo y señaló después entre los hombres. El mismo Señor nos concede ahora prepararnos con alegría al misterio de su nacimiento”.
            La pregunta de la gente a Juan sigue siendo la pregunta de hoy ante la encarnación de Dios en nosotros: ¿qué hacemos nosotros? Y Juan contestará con firmeza: hay que compartir lo que se tiene; hay que vivir practicando la justicia; hay que considerar a todos como hermanos, sin aprovecharse de nadie. Hay que hacer lo que ya hacía Juan. Hay que preparar así la venida del Reino.
            Aunque él sabe muy bien las dificultades para poder conseguirlo; él sólo puede exhortar a ello, sólo puede bautizar con agua, sólo puede pedir todo el esfuerzo de la persona. Es la preparación necesaria para el bautismo verdadero que él no puede dar. Ésta es misión del Mesías: “Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego”.
            La buena nueva, por tanto, que Juan anunciaba al pueblo no responde tanto a la pregunta inicial que le han formulado, ¿qué hacemos nosotros? La buena nueva de verdad responde a la pregunta: ¿cómo tenemos que ser? Porque tenemos que ser criaturas nuevas y esto sólo puede hacerlo el Espíritu de Dios. Sólo él nos puede dar el don de la conversión y puede hacer de este mundo un lugar donde reine la justicia que Juan predica.
            El pueblo estaba en expectación. Nosotros también tenemos que ayudar a que todos puedan vivir expectantes y esperando, porque sólo entonces tiene pleno sentido llevarles la buena nueva. Y como Juan tendremos que aprender a hacer ver a todo el mundo y a decir muy alto que nosotros no somos la buena nueva porque esta salvación sólo nos puede venir de Dios que quiere salvarnos porque éste es su poder. Él es la Buena Nueva también para el hombre de hoy.
ENTRA EN TU INTERIOR
 REPARTIR CON EL QUE NO TIENE
            La Palabra del Bautista desde el desierto tocó el corazón de las gentes. Su llamada a la conversión y al inicio de una vida más fiel a Dios despertó en muchos de ellos una pregunta concreta: ¿Qué debemos hacer? Es la pregunta que brota siempre en nosotros cuando escuchamos una llamada radical y no sabemos cómo concretar nuestra respuesta.
            El Bautista no les propone ritos religiosos ni tampoco normas ni preceptos. No se trata propiamente de hacer cosas ni de asumir deberes, sino de ser de otra manera, vivir de forma más humana, desplegar algo que está ya en nuestro corazón: el deseo de una vida más justa, digna y fraterna.
            Lo más decisivo y realista es abrir nuestro corazón a Dios mirando atentamente a las necesidades de los que sufren. El bautista sabe resumirles su respuesta con una fórmula genial por su simplicidad y verdad: “El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga comida, haga lo mismo”. Así de simple y claro.
            ¿Qué podemos decir ante estas palabras quienes vivimos en un mundo donde más de un tercio de la humanidad vive en la miseria luchando cada día por sobrevivir, mientras nosotros seguimos llenando nuestros armarios con toda clase de túnicas y tenemos nuestros frigoríficos repletos de comida?
            Y ¿Qué podemos decir los cristianos ante esta llamada tan sencilla y tan humana? ¿No hemos de empezar a abrir los ojos de nuestro corazón para tomar conciencia más viva de esa insensibilidad y esclavitud que nos mantiene sometidos a un bienestar que nos impide ser más humanos?
            Mientras nosotros seguimos preocupados, y con razón, de muchos aspectos del momento actual del cristianismo, no nos damos cuenta de que vivimos “cautivos de una religión burguesa”.
            El cristianismo, tal como nosotros lo vivimos, no parece tener fuerza para transformar la sociedad del bienestar. Al contrario, es ésta la que está desvirtuando lo mejor de la religión de Jesús, vaciando nuestro seguimiento a Cristo de valores tan genuinos como la solidaridad, la defensa de los pobres, la compasión y la justicia.
            Por eso, hemos de valorar y agradecer mucho más el esfuerzo de tantas personas que se rebelan contra este “cautiverio”, comprometiéndose en gestos concretos de solidaridad y cultivando un estilo de vida más sencillo, austero y humano,
José Antonio Pagola
ORA EN TU INTERIO
Juan Bautista proclamaba en voz alta lo que muchos sentían en aquel momento: hay que cambiar; no se puede seguir así; es necesario volver a Dios. Según el evangelista Lucas, algunos se sintieron cuestionados por su predicación y se acercaron al Bautista con una pregunta decisiva: ¿qué podemos hacer?
            Por muchas llamadas de carácter político o religioso que se escuchen en una sociedad, las cosas solo empiezan a cambiar cuando hay personas que se atreven a enfrentarse a su propia verdad, dispuestas a transformar su vida: ¿qué podemos hacer?
            El bautista tiene las ideas muy claras. No les invita a acudir al desierto a vivir una vida ascética de penitencia, como él. Tampoco les anima a peregrinar a Jerusalén para recibir al Mesías en el templo. La mejor manera de preparar el camino a Dios es, sencillamente, trabajar por una sociedad más solidaria y fraterna, menos injusta y violenta.
            Juan no habla a las víctimas, sino a los responsables de aquel estado de cosas. Se dirige a los que tienen “dos túnicas” y pueden comer; a los que se enriquecen de manera injusta a costa de otros; a los que abusan de su poder y de su fuerza.
            Su mensaje es diáfano: no os aprovechéis de nadie, no abuséis de los débiles, no viváis a costa de otros, no penséis solo en vuestro bienestar: “el que tenga dos túnicas, que dé una al que no tiene; y el que tenga comida haga lo mismo”. Así de simple. Así de claro.
            Aquí termina nuestra palabrería. Aquí se desvela la verdad de nuestra vida. Aquí queda al descubierto la mentira de no pocas formas de vivir la religión. ¿Por dónde podemos empezar a cambiar la sociedad? ¿Qué podemos hacer para abrir caminos a Dios en el mundo? Muchas cosas, pero nada tan eficaz y realista como compartir lo que tenemos con los necesitados.


ORACIÓN
            Señor, ten piedad de tu Iglesia que a menudo carece de la fuerza de una presencia comprometida en la historia.
            Señor, ten piedad de nuestras comunidades, muchas veces reacias a dejarse llevar por la fuerza de tu Espíritu.
            Señor, ten piedad de todos nosotros, por el desconocimiento que tenemos de Cristo y del Evangelio.
            Señor, ten piedad, por la manera que tengo de encubrir mi pereza para interpretar tu Palabra aplicándola a mi vida diaria.
            Ser, ten piedad, por la responsabilidad que me corresponde en fomentar la injusticia, la mentira y la división.
Expliquemos el Evangelio a los niños
Imágenes de Fano

Imagen para colorear

Sigamos construyendo la estrella, compartiendo con alegría












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