"...cuándo veáis vosotros
suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta”
15 DE NOVIEMBRE
DOMINGO XXXIII DEL TIEMPO
ORDINARIO (B)
DÍA Y COLECTA DE LA IGLESIA
DIOCESANA
1ª Lectura: Daniel 12,1-3
Por aquel tiempo se salvará
tu pueblo.
Salmo 15: “Protégeme, Dios
mío, que me refugio en ti”.
2ª Lectura: Hebreos
10,11-14.18
Con una sola ofrenda ha
perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados.
PALABRA DEL DÍA
Marcos 13,24-32
“En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -En aquellos días, después de esa
gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las
estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces verán venir al
Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los
ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a
horizonte. Aprended de esta parábola de la higuera: cuando las ramas se ponen
tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis
vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la `puerta. Os aseguro que no
pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán,
mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles
del cielo ni el Hijo, sólo el Padre”.
Versión para Latino América
extraída de la Biblia del Pueblo de Dios
“En
ese tiempo, después de esta tribulación, el sol se oscurecerá, la luna dejará
de brillar, las estrellas caerán del cielo y los austros se conmoverán. Y se
verá al Hijo del hombre venir sobre las nubes, lleno de poder y de gloria. Y él
enviará a los ángeles para que congreguen a sus elegidos desde los cuatro
puntos cardinales, de un extremo al otro extremo del horizonte. Aprendan esta
comparación, tomada de la higuera: cuando sus ramas se hacen flexibles y brotan
las hojas, ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano. Así también,
cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el fin está cerca, a la
puerta. Les aseguro que no pasará esta generación, sin que suceda todo esto. El
cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. En cuanto a ese día y
a la hora, nadie los conoce, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, nadie sino
el Padre”.
REFLEXIÓN
Se acerca el Adviento, un buen
tiempo para la reflexión y más profundamente por ser éste “EL ADVIENTO DEL AÑO
JUBILAR DE LA MISERICORDIA”. ¿Estamos preparados para la última venida del
Señor? ¿Son éstos los signos que la preceden? Sé que muchos dirán que ya esto
se ha vivido y se vive de una u otra forma: hambre, guerras, condiciones
climáticas extremas que dejan miles de familias sin nada, terremotos y esta
crisis tremenda que sufrimos con la secuela de paro, los desahucios, la
desesperanza e impotencia en muchos hermanos y hermanas nuestros, en muchas
familias y en muchos jóvenes…, solo Dios sabe si vendrá en la siguiente pascua
y entonces ya, nada de esto nos preocupará, pero ¿cómo vivimos nuestra vida de
fe? ¿Deseamos que el sol se haga tinieblas definitivamente, que la luna deje de
resplandecer, y venga el Hijo del hombre y de fin a esta angustia? Tengamos en
cuenta que en ese momento le precederán los ángeles reuniendo a “los elegidos”,
entonces ¿qué es lo importante? ¿qué venga de nuevo el Señor o que estemos
entre sus elegidos?, lo primero no sabemos cuándo, lo segundo sí ¿cuándo? Todos los días, estar entre sus
elegidos, y ahí nuestra tranquilidad, fuera estrés, sentirse diariamente entre
los elegidos, es la salvación, es la salud, es el ánimo, disfrutar el momento.
“Gran angustia”, estos días
escuchamos muchas voces que pretenden convencernos de que saldremos de la
crisis o de que no saldremos nunca, pero ante tanto vocerío, solo nos falta dos
cosas, cambiar la palabra “desgracia” por “angustia” y la expresión “tus
fuerzas” por “Dios”. “Salir de la angustia, del sufrimiento, con la ayuda de
Dios”, no es lo mismo que “considerar este u otro acontecimiento contrario como
una desgracia de la que tenemos que salir por nuestras propias fuerzas”.
Miremos los “brotes verdes”, ¿brotes verdes? Ya me dirán por dónde. ¿Cuál es la
higuera… Qué venga de nuevo los tiempos felices de la bonanza económica que
fueron los que nos han traído al momento en el que estamos? por ahora el único
brote verde es la esperanza de que esto pasará, seguro que pasará, de eso no
hay duda. O para no volver nunca más, última generación, última crisis o para
iniciar otro periodo más de vida en la tierra, otra oportunidad de trabajar por
estar entre los elegidos, y ¿por qué no? Desarrollando todos los talentos que Dios
nos concede, en los que serán nuevos tiempos, con la experiencia de haber
sufrido profundamente, en beneficio de nuestra madurez intelectual, espiritual,
humana, afectiva, habiendo desarrollado una serie de habilidades que teníamos
dormidas.
Sólo el
Padre sabe el día y la hora, no escuchemos a los falsos profetas dirá la
escritura, solo la Palabra de Dios proclamada en la Iglesia tiene el poder de quitarle el sello y
derramarla entre quienes la escuchen.
Que el
Evangelio de este Domingo, sea una luz optimista, y nos conceda el espíritu que
nos haga ver a Jesús, precedido de todos sus ángeles, a la puerta de un nuevo
día.
ENTRA EN TU INTERIOR
CONVICCIONES CRISTIANAS
Poco a poco iban muriendo los discípulos que
habían conocido a Jesús. Los que quedaban, creían en él sin haberlo visto.
Celebraban su presencia invisible en las eucaristías, pero ¿cuándo verían su
rostro lleno de vida? ¿Cuándo se cumpliría su deseo de encontrarse con él para
siempre?
Seguían recordando
con amor y con fe las palabras de Jesús. Eran su alimento en aquellos tiempos
difíciles de persecución. Pero, ¿cuándo podrían comprobar la verdad que
encerraban? ¿No se irían olvidando poco a poco? Pasaban los años y no llegaba
el Día Final tan esperado, ¿qué podían pensar?
El discurso
apocalíptico que encontramos en Marcos quiere ofrecer algunas convicciones que
han de alimentar su esperanza. No lo hemos de entender en sentido literal, sino
tratando de descubrir la fe contenida en esas imágenes y símbolos que hoy nos
resultan tan extraños.
Primera
convicción. La historia apasionante de
la Humanidad llegará un día a su fin. El «sol» que señala la sucesión de los
años se apagará. La «luna» que marca el ritmo de los meses ya no brillará. No
habrá días y noches, no habrá tiempo. Además, «las estrellas caerán del cielo»,
la distancia entre el cielo y la tierra se borrará, ya no habrá espacio. Esta
vida no es para siempre. Un día llegará la Vida definitiva, sin espacio ni
tiempo. Viviremos en el Misterio de Dios.
Segunda convicción. Jesús volverá y sus
seguidores podrán ver por fin su rostro deseado: «verán venir al Hijo del
Hombre». El sol, la luna y los astros se apagarán, pero el mundo no se quedará
sin luz. Será Jesús quien lo iluminará para siempre poniendo verdad, justicia y
paz en la historia humana tan esclava hoy de abusos, injusticias y mentiras.
Tercera
convicción. Jesús traerá consigo la salvación de Dios. Llega con el poder
grande y salvador del Padre. No se presenta con aspecto amenazador. El evangelista
evita hablar aquí de juicios y condenas. Jesús viene a «reunir a sus elegidos»,
los que esperan con fe su salvación.
Cuarta
convicción. Las palabras de Jesús «no
pasarán». No perderán su fuerza salvadora. Han de de seguir alimentando la
esperanza de sus seguidores y el aliento de los pobres. No caminamos hacia la
nada y el vacío. Nos espera el abrazo con
Dios.
José Antonio
Pagola
ORA EN TU INTERIOR
DÍA DE LA IGLESIA DIOCESANA
LA IGLESIA CONTRIBUYE A
CREAR UNA SOCIEDAD MEJOR
Este domingo, anterior a la solemnidad
de Cristo Rey del Universo, último domingo del año litúrgico, celebra la
Iglesia en España, el Día de la Iglesia Diocesana. La diócesis es una porción
del Pueblo de Dios del que Cristo es la cabeza, cuya condición es la libertad y
dignidad de los hijos de Dios, en cuyos corazones habita el Espíritu santo.
Tiene por ley el mandamiento nuevo del amor, y como fin el dilatar más y más el
reino de Dios. De este Pueblo se sirve Cristo como de instrumento de la redención
universal, y lo envía a todo el universo como luz del mundo y sal de la tierra
En este Pueblo, el Espíritu Santo
derrama, con abundancia y gratuidad, todos sus dones y carismas, que se posan y
reparten, como Él quiere, sobre la comunidad de los que han sido configurados
con Cristo en el bautismo, unción y dignidad ontológica mayor, y en la que cada
uno, con el don que ha recibido, se hace siervo por amor de los demás, a
imitación del único Maestro y Señor, que no vino a ser servido, sino a servir,
y dar su vida por todos, con una preferencia entrañable hacia los pobres y
pecadores.
Un solo cuerpo y un solo Espíritu,
una misma esperanza, un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios Padre de todo y de
todos. Esa es la Iglesia de todos los tiempos. Se nos invita en esta jornada a
sentirnos Iglesia corresponsable en la extensión del Reino de Dios en nuestro
mundo, sensibles a las grandes causas de la humanidad, de las que nos sentimos
solidarios. Se nos pide también que ayudemos a realizar esta vocación con una
aportación económica generosa. Todas estas inquietudes llenan nuestra oración y
la patena de nuestras ofrendas.
ORACIÓN
Por tu amor y tu bautismo,
soy hijo tuyo, Señor,
y puedo llamarte “Padre”.
Por tu amor y mi bautismo,
soy miembro vivo, Señor,
de la Iglesia de tu Hijo,
y puedo llamarle hermano.
Por tu amor y tu bautismo,
comparto Espíritu y dones,
con todos los bautizados.
Para adelantar tu reino
y anunciar el evangelio
a todos los hombres, a todos los
pueblos.
Por tu amor y mi bautismo,
¡gracias te canto, Señor!
Expliquemos el evangelio a
los niños
Imágenes de Fano
No hay comentarios:
Publicar un comentario