lunes, 7 de septiembre de 2015

13 DE SEPTIEMBRE: XXIV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO.



“El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga…”
13 DE SEPTIEMBRE
DOMINGO XXIV DEL TIEMPO ORDINARIO (B)
1ª Lectura: Isaías 50,5-9
Ofrecí la espalda a los que me apaleaban.
Salmo 114: “Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida”.
2ª Lectura: Santiago 2,14-18
La fe, si no tiene obras, está muerta.
PALABRA DEL DÍA
Marcos 8,27-35
“En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Felipe; por el camino, preguntó a sus discípulos: -¿Quién dice la gente que soy yo? Ellos le contestaron: -Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas. Él les preguntó: -Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Pedro le contestó: -Tú eres el Mesías. Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y empezó a instruirlos: -El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días. Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: -¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios! Después llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: -El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el evangelio, la salvará”.
Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.
“Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?".
Ellos le respondieron: "Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas".
"Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?". Pedro respondió: "Tú eres el Mesías".
Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de él.
Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días;
y les hablaba de esto con toda claridad. Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo.
Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: "¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres".
Entonces Jesús, llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.
Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará.”
REFLEXIÓN
           Con el texto de hoy, termina la primera parte del evangelio de Marcos que revela la auténtica identidad de Jesús.
            Marcos ha tratado en esta primera parte, hacer que la respuesta a la pregunta fundamental sobre la identidad de Jesús, cuyo nombre se había hecho famoso (Mc. 6,14), emerja. Ahora es el mismo Jesús quien explicita la pregunta: “¿Quién dice la gente que soy yo?”.
            La pregunta de Jesús es para cada uno de nosotros. Nos inquieta y nos cautiva. Nos exige y, al mismo tiempo, nos consuela. ¿Quién soy para ti?, ¿qué pinto en tu vida?, ¿qué piensas de mí?, es la pregunta de Jesús a los discípulos y la cuestión que nos dirige hoy a quienes escuchamos este evangelio. Una pregunta que va más allá de un parecer o una opinión. La pregunta de Jesús va al centro mismo de nuestro proyecto de vida. Es una pregunta que se responde con palabras, sentimientos, con obras, con todo el ser. Nuestra respuesta se da en la vida.
            Nosotros miramos la vida de Jesús y quedamos cautivados. Él no elude la dificultad, no esquiva los problemas, no huye de las situaciones complejas. Lo vemos con los enfermos, con los extranjeros, con los pecadores, con los niños y las mujeres, con todos…, a cada cual le da lo que necesita: salud, inserción, perdón. Quien se acerca queda transformado.
            Él lo da todo por los demás, aun a riesgo de su vida. A lo largo del evangelio vemos los conflictos que tiene Jesús con las autoridades políticas y religiosas, con aquellos que no entienden su quehacer e, incluso, con sus propios discípulos. No entienden cómo puede vivir tan entregado a los demás. El secreto es que Jesús confía, absolutamente, en Dios y, por tanto, se desvive totalmente por el prójimo.
           La pregunta definitiva es: ¿Qué quieres de mí?. Es la pregunta que le hacemos a Dios, con la certeza de que responde. La que puede orientar definitivamente nuestra vida y lanzarnos hacia el prójimo. La que nos invita a cargar con la cruz y seguir sus pasos. La que determina nuestro hoy y nuestro mañana. La que garantiza un sentido pleno a nuestra vida. La que nos hace miembros adultos de la familia de los cristianos, la Iglesia. La que nos hace ser testimonio suyo allí donde estemos. Hoy le podeos hacer esa pregunta… Estad atentos porque siempre responde.
ENTRA EN TU INTERIOR
RECONOCER A JESÚS EL CRISTO
El episodio ocupa un lugar central y decisivo en el relato de Marcos. Los discípulos llevan ya un tiempo conviviendo con Jesús. Ha llegado el momento en que se han de pronunciar con claridad. ¿A quién están siguiendo? ¿Qué es lo que descubren en Jesús? ¿Qué captan en su vida, su mensaje y su proyecto?
Desde que se han unido a él, viven interrogándose sobre su identidad. Lo que más les sorprende es la autoridad con que habla, la fuerza con que cura a los enfermos y el amor con que ofrece el perdón de Dios a los pecadores. ¿Quién es este hombre en quien sienten tan presente y tan cercano a Dios como Amigo de la vida y del perdón?
Entre la gente que no ha convivido con él se corren toda clase de rumores, pero a Jesús le interesa la posición de sus discípulos: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
No basta que entre ellos haya opiniones diferentes más o menos acertadas. Es fundamental que los que se han comprometido con su causa, reconozcan el misterio que se encierra en él. Si no es así, ¿quién mantendrá vivo su mensaje? ¿qué será de su proyecto del reino de Dios? ¿en qué terminará aquel grupo que está tratando de poner en marcha?.
Pero la cuestión es vital también para sus discípulos. Les afecta radicalmente. No es posible seguir a Jesús de manera inconsciente y ligera. Tienen que conocerlo cada vez con más hondura. Pedro, recogiendo las experiencias que han vivido junto a él hasta ese momento, le responde en nombre de todos: «Tú eres el Mesías».
La confesión de Pedro es todavía limitada. Los discípulos no conocen aún la crucifixión de Jesús a manos de sus adversarios. No pueden ni sospechar que será resucitado por el Padre como Hijo amado. No conocen experiencias que les permitan captar todo lo que se encierra en Jesús. Solo siguiéndolo de cerca, lo irán descubriendo con fe creciente.
Para los cristianos es vital reconocer y confesar cada vez con más hondura el misterio de Jesús el Cristo. Si ignora a Cristo, la Iglesia vive ignorándose a sí misma. Si no lo conoce, no puede conocer lo más esencial y decisivo de su tarea y misión. Pero, para conocer y confesar a Jesucristo, no basta llenar nuestra boca con títulos cristológicos admirables. Es necesario seguirlo de cerca y colaborar con él día a día. Ésta es la principal tarea que hemos de promover en los grupos y comunidades cristianas.
José Antonio Pagola
 ORA EN TU INTERIOR
            La misión de Jesús es anunciar el plan de salvación del Padre para todos. Proclamar la vida que procede de Dios, Inaugurar su reinado. Que todos conozcan a Dios y acepten su señorío. Que todos vivan desde el amor y la entrega. Que el perdón sea una realidad. Que la compasión sea habitual y todos tiendan la mano al prójimo. Evidentemente esto solo es posible desde la experiencia de sentirse amado, elegido y enviado por el mismo Dios.
            Los discípulos continúan su misión con la certeza de la cruz y la entrega. Los cristianos seguimos los pasos de Jesucristo y sabemos que encontraremos dificultades., como las encontró Él. Pero también sabemos que, tras sus pasos, encontraremos el sentido más pleno, el amor más sincero y la vida más entregada. Es la garantía que Él nos da.
ORACIÓN
            Perdóname, Señor Jesús: también hoy he tenido miedo del rechazo y de la burla. No he conseguido seguirte en tu camino y me he rebajado a pactos con los criterios que, en este mundo, permiten estar de la parte de los vencedores. Tú elegiste el amor y fuiste escarnecido, no te creyeron y, por último, te mataron. Nunca dejaste de amar ni de demostrar amor: lo que decías lo ponías en práctica. Fuiste un derrotado para las crónicas mundanas, pero en el silencio de una aurora de primavera, resucitaste de la muerte. El amor, nos dijiste, es la única salvación, y creer en ti derrota todo abuso, todo egoísmo tiránico.
Expliquemos el Evangelio a los niños.
Imágenes de Fano.

Imagen para colorear.

Coge la cruz de cada día.


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