domingo, 22 de diciembre de 2013

TIEMPO DE NAVIDAD: NATIVIDAD DEL SEÑOR.




COMIENZA EL TIEMPO DE NAVIDAD

Después de la preparación del Adviento, celebramos el tiempo de la Navidad: desde la víspera, 24 de diciembre, hasta el domingo siguiente al 6 de enero, la fiesta del Bautismo del Señor.

            Hay un ritmo unitario en todas estas semanas, un movimiento único que va desde el Adviento hasta la Epifanía. Es el mismo acontecimiento, la Venida del Señor, que se prepara en ambiente de espera y que luego se celebra en su inauguración de Navidad y en sus primeras manifestaciones solemnes. En realidad, las tres palabras vienen a significar lo mismo. Adviento, Navidad, Epifanía: Venida, Nacimiento, Manifestación.

            Navidad y Epifanía están inseparablemente unidas. Podemos decir que celebra dos aspectos del mismo misterio.

            La Navidad surgió en Occidente. La Epifanía, en Oriente. Pero ambas, muy pronto, fueron aceptadas y celebradas, como la fiesta de la aparición del Hijo de Dios.

            En la Navidad es el misterio de la encarnación del Hijo de Dios y su nacimiento el que se acentúa y celebra. La atención se centra en este Niño que nos ha nacido: Dios que se ha hecho hermano nuestro y ha querido ser de nuestra familia.

            En la Epifanía celebramos la manifestación de su divinidad, su carácter de Salvador y Dios: tanto en la presentación de los magos de Oriente como en el Bautismo del Jordán y en el milagro de Caná.

            La Navidad insiste en su cercanía humana: ha nacido como un niño.

            La Epifanía, en la visibilidad gloriosa de su divinidad.

Hermano nuestro. Pero a la vez, Dios y Salvador. Un Dios que viene. Que está. El Dios-con-nosotros.

 

MARTES 24 DE DICIEMBRE

VIGILIA DE NAVIDAD

MISA DE MEDIANOCHE

KALENDAS O PREGÓN DE NAVIDAD

(Se proclama después de la monición de entrada)

Terminado el tiempo de Adviento,

que hemos vivido en esperanza creciente,

celebramos, hermanas y hermanos, esta noche,

Noche Buena en verdad,

el nacimiento de nuestro Salvador.

Esta es sin duda la mejor noticia

que el hombre puede escuchar en toda su historia.

Es el primer evangelio

que hace ya 2013 años proclamaron los ángeles.

No es extraño que este acontecimiento,

un salto verdaderamente cualitativo

en la evolución del hombre,

cambie las edades de la historia.

Ahí pararon los relojes

para empezar de nuevo.

Todo empezará a ser nuevo

desde que vino Dios a la tierra:

Nuevos serán los tiempos,

nuevos el cielo y la tierra,

nuevo el corazón del hombre,

nuevas las relaciones con Dios

y de los hombres entre sí.

La noticia es ésta:

Que Dios ha nacido de María

en un pesebre de Belén,

y que quiso nacer en el corazón

del hombre y del mundo.

Este hecho es la manifestación

de que Dios es amigo del hombre

-la filantropía de Dios-,

y que se acerca a nosotros

para envolvernos en su misericordia.

Quiere decir que Dios se abaja para levantarnos,

que Dios se humaniza para divinizarnos.

Vamos a repetirlo, porque suena muy bien:

Un niño nos ha nacido,

un hijo se nos ha dado,

maravilla de consejero,

Príncipe de la Paz.

 Se llamará Emmanuel. Dios-con-nosotros.

Ya no tenemos nada que temer,

porque Dios está con nosotros. Emmanuel.

Ya no hay motivo para la tristeza,

porque Dios es la razón de nuestra dicha.

Ya todo lo podemos esperar,

porque Dios camina con nosotros.

Alegrémonos, hermanas y hermanos, con gozo grande,

esta noche, que es la de 2012 de las Noches Buenas.

Cantemos el himno de los ángeles.

Ofrezcamos al Niño nuestros dones

abrámonos a los suyos.

Si abrimos bien el corazón,

Se colará de lleno el Espíritu

y lo convertirá en cuna para el Niño.

Que así sea.

1ª Lectura: Isaías 9,1-3.5-6

Un hijo se nos ha dado.

Salmo 95

Hoy nos ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor.

2ª Lectura: Timoteo 2,11-14

 Ha aparecido la gracia de Dios a todos los hombres.

PALABRA DE LA VIGILIA

Lucas 2,1-14

“Hoy nos ha nacido un Salvador.”

“En aquel tiempo, salió un decreto del emperador Augusto, ordenando hacer un censo del mundo entero.

Éste fue el primer censo que se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a inscribirse, cada cual a su ciudad.

También José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para inscribirse con su esposa María, que estaba encinta. Y mientras estaba allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada.

En aquella región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turnos su rebaño.

Y un ángel del Señor se les presentó; la gloria del Señor los envolvió de claridad, y se llenaron de gran temor.

El ángel les dijo:

-“No temáis, os traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.”

De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios diciendo: -“Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.”

Versión para América Latina extraída de la Biblia del Pueblo de Dios

“En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo.

Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria.

Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen.

José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David,

para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada.

Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre;

y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.

En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche.

De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor,

pero el Ángel les dijo: "No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo:

Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor.

Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre".

Y junto con el Ángel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:

"¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él!".

REFLEXIÓN

El ciclo de Navidad-Epifanía, está escrito a imagen y semejanza del ciclo de Pascua y, por tanto, depende de él. Los dos empiezan de noche. Porque dos veces a lo largo del año –sólo dos veces- la Iglesia nos convoca de noche al templo para velar; son dos noches que tienen una luz especial, un resplandor que viene de Dios. La Nochebuena, la Vigilia Pascual. Y no podemos entender la una sin la otra: son dos noches que nos hablan de un único misterio.

Hoy tenemos el inicio de la salvación; en la Pascua, tenemos el cumplimiento, la plenitud. En la Navidad es Dios quien se hace hijo de los hombres; en la Pascua es el hombre quien se convierte en hijo de Dios. El protagonista es siempre el mismo: Jesús, en la Navidad con su nacimiento; en la Pascua con su muerte y resurrección; y desde su vida nos muestra que la vida humana se puede vivir de un modo nuevo y diferente, que tiene un nombre concreto: que tiene un nombre concreto: el Reino de Dios, que es el Reino del hombre.

Hoy ha descendido la paz y la alegría sobre nosotros: “No temáis, os traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo…Os ha nacido un Salvador”

ENTRA EN TU INTERIOR

EN UN PESEBRE

 Según el relato de Lucas, es el mensaje del Ángel a los pastores el que nos ofrece las claves para leer desde la fe el misterio que se encierra en un niño nacido en extrañas circunstancias en las afueras de Belén.

            Es de noche. Una claridad desconocida ilumina las tinieblas que cubren Belén. La luz no desciende sobre el lugar donde se encuentra el niño, sino que envuelve a los pastores que escuchan el mensaje. El niño queda oculto en la oscuridad, en un lugar desconocido. Es necesario hacer un esfuerzo para descubrirlo.

 Estas son las primeras palabras que hemos de escuchar: «No tengáis miedo. Os traigo la Buena Noticia: la alegría grande para todo el pueblo». Es algo muy grande lo que ha sucedido. Todos tenemos motivo para alegrarnos. Ese niño no es de María y José. Nos ha nacido a todos. No es solo de unos privilegiados. Es para toda la gente.

 Los cristianos no hemos de acaparar estas fiestas. Jesús es de quienes lo siguen con fe y de quienes lo han olvidado, de quienes confían en Dios y de los que dudan de todo. Nadie está solo frente a sus miedos. Nadie está solo en su soledad. Hay Alguien que piensa en nosotros.

 Así lo proclama el mensajero: «Hoy os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor». No es el hijo del emperador Augusto, dominador del mundo, celebrado como salvador y portador de la paz gracias al poder de sus legiones. El nacimiento de un poderoso no es buena noticia en un mundo donde los débiles son víctima de toda clase de abusos.

 Este niño nace en un pueblo sometido al Imperio. No tiene ciudadanía romana. Nadie espera en Roma su nacimiento. Pero es el Salvador que necesitamos. No estará al servicio de ningún César. No trabajará para ningún imperio. Solo buscará el reino de Dios y su justicia. Vivirá para hacer la vida más humana. En él encontrará este mundo injusto la salvación de Dios.

 ¿Dónde está este niño? ¿Cómo lo podemos reconocer? Así dice el mensajero: «Aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre». El niño ha nacido como un excluido. Sus padres no le han podido encontrar un lugar acogedor. Su madre lo ha dado a luz sin ayuda de nadie. Ella misma se ha valido, como ha podido, para envolverlo en pañales y acostarlo en un pesebre.

 En este pesebre comienza Dios su aventura entre los hombres. No lo encontraremos en los poderosos sino en los débiles. No está en lo grande y espectacular sino en lo pobre y pequeño. Hemos de escuchar el mensaje: vayamos a Belén; volvamos a las raíces de nuestra fe. Busquemos a Dios donde se ha encarnado.

 José Antonio Pagola

 


ORA EN TU INTERIOR

            Hemos contemplado la Buena Noticia, la mejor noticia que anunciaron los ángeles a los pastores y que la Iglesia sigue anunciando a todos los hombres del mundo. Es una noticia buena para todos, pero especialmente para aquellos que buscan intensamente a Dios y para los que angustiosamente lo necesitan; es decir, para los que creen, para los que sufren, para los pobres y excluidos de la sociedad.

            Celebramos el nacimiento de dios, y el nacimiento de dios envuelto en la mayor humildad y pobreza. Lo primero es que vino Dios a nosotros, lo segundo, los parámetros y las circunstancias de esta venida.

ORACIÓN

            Hoy, en esta eucaristía de media noche, vienes a mi, señor, y mañana, en la misa del día, contemplaré tu gloria. Vienes a mí para que, libre de temor, arrancado de la mano de mis enemigos, te sirva con santidad y justicia todos los días de mi vida. ¡Qué maravillosa visión de la vida cristiana, que cada día me recuerda la antífona “benedictus” ¡. Te pido que en esta Navidad ninguna ocupación o preocupación aparte de mi mente, mi corazón y mi vida de lo único importante que eres tú, que vienes y me pides alojarte en mi corazón.

MIÉRCOLES 25 DE DICIEMBRE

NATIVIDAD DEL SEÑOR (SOLEMNIDAD)

MISA DEL DÍA

1ª Lectura: Isaías 52,7-10

Verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios.

Salmo 97

 “Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios”

2ª Lectura: Hebreos 1,1-6

Dios nos ha hablado por su Hijo.
 
 

PALABRA DEL DÍA

Juan 1,1-18

“La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros”

“En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios.

Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.

En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.

Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.

La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.

Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.

Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre lleno de gracia y de verdad.

Juan da testimonio de él y grita diciendo: -“Este es de quien dije: “El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo.”-

Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracias tras gracia.

Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.

A Dios nadie lo ha visto Jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer”

Versión para América Latina extraída de la Biblia del Pueblo de Dios

“Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.

Al principio estaba junto a Dios.

Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.

En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron.

Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.

Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.

El no era la luz, sino el testigo de la luz.

La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre.

Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció.

Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron.

Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios.

Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios.

Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.

Juan da testimonio de él, al declarar: "Este es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo".

De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia:

porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.

Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre.”

REFLEXIÓN

            La Palabra de Dios, la que existía desde el principio, la que estaba en Dios y era Dios, se ha hecho carne de nuestra carne en Jesús. Dios se ha encarnado. Nuestro Dios se ha hecho muy cercano. Se ha vestido con nuestra naturaleza, ¡Qué maravilla! El Niño del pesebre es Dios, Dios con nosotros, Dios entre nosotros. El Verbo se ha hecho hombre y ha entrado en nuestra historia. ¿Y cómo ha venido a nosotros? Ha venido como un marginado. Sus padres no han encontrado un lugar digno y han ido a parar a un establo, al corral de los animales. Jesús ha encontrado como cuna un pesebre.

¿Por qué tenía que nacer en este lugar? Éste es el misterio de Dios. Él se ha encarnado en nuestro mundo, en el que están muy presentes la miseria, la marginación y la injusticia. Los hombres y las mujeres más pobres, los pequeños, las personas maltratadas y abandonadas pueden darse cuenta de que este Dios es su Dios, un Dios cercano, muy cercano. Él ha venido vestido de pobreza para que en él los más pobres encuentren la luz. Éste es su Dios, éste es nuestro Dios. Este nacimiento es un escándalo, como son escándalo la miseria y las diferencias de nuestro mundo: “Vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron…”

Los hombres prefirieron las tinieblas a la luz.

“Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre…”
 

ENTRA EN TU INTERIOR

RECUPERAR A JESÚS

 Los creyentes tenemos múltiples y muy diversas imágenes de Dios. Desde niños nos vamos haciendo nuestra propia idea de él, condicionados, sobre todo, por lo que vamos escuchando a catequistas y predicadores, lo que se nos transmite en casa y en el colegio o lo que vivimos en las celebraciones y actos religiosos.

 Todas estas imágenes que nos hacemos de Dios son imperfectas y deficientes, y hemos de purificarlas una y otra vez a lo largo de la vida. No lo hemos de olvidar nunca. El evangelio de Juan nos recuerda de manera rotunda una convicción que atraviesa toda la tradición bíblica: «A Dios no le ha visto nadie jamás».

Los teólogos hablamos mucho de Dios, casi siempre demasiado; parece que lo sabemos todo de él: en realidad, ningún teólogo ha visto a Dios. Lo mismo sucede con los predicadores y dirigentes religiosos; hablan con seguridad casi absoluta; parece que en su interior no hay dudas de ningún género: en realidad, ninguno de ellos ha visto a Dios.

 Entonces, ¿cómo purificar nuestras imágenes para no desfigurar de manera grave su misterio santo? El mismo evangelio de Juan nos recuerda la convicción que sustenta toda la fe cristiana en Dios. Solo Jesús, el Hijo único de Dios, es «quien lo ha dado a conocer». En ninguna parte nos descubre Dios su corazón y nos muestra su rostro como en Jesús.

 Dios nos ha dicho cómo es encarnándose en Jesús. No se ha revelado en doctrinas y fórmulas teológicas sublimes sino en la vida entrañable de Jesús, en su comportamiento y su mensaje, en su entrega hasta la muerte y en su resurrección. Para aproximarnos a Dios hemos de acercarnos al hombre en el que él sale a nuestro encuentro.

 Siempre que el cristianismo ignora a Jesús o lo olvida, corre el riesgo de alejarse del Dios verdadero y de sustituirlo por imágenes distorsionadas que desfiguran su rostro y nos impiden colaborar en su proyecto de construir un mundo nuevo más liberado, justo y fraterno. Por eso es tan urgente recuperar la humanidad de Jesús.

 No basta con confesar a Jesucristo de manera teórica o doctrinal. Todos necesitamos conocer a Jesús desde un acercamiento más concreto y vital a los evangelios, sintonizar con su proyecto, dejarnos animar por su espíritu, entrar en su relación con el Padre, seguirlo de cerca día a día. Ésta es la tarea apasionante de una comunidad que vive hoy purificando su fe. Quien conoce y sigue a Jesús va disfrutando cada vez más de la bondad insondable de Dios.

 José Antonio Pagola

 


ORA EN TU INTERIOR

Seguro que tengo que cambiar mis esquemas. Jesús me dice con su presencia, sencillez, pobreza y amor cuáles son las semillas que debo plantar en mi corazón. He de fijarme en las personas a las que se ha manifestado. Qué cualidades tenían. Los pastores eran gentes muy sencillas. Ellos tenían el corazón preparado para recibir al Niño, para creer en el Niño. Y yo, ¿tengo mi corazón preparado? Aún estoy a tiempo para unirme a los pastores. Aún ahora puedo transformarme y sentir el calor del aliento del Niño Jesús. Quiero que sea la luz verdadera que me alumbre, esa luz que vino al mundo y la desaprovecharon, quiero aprovecharla, dejarme iluminar por ella para poder iluminar a los otros.

Señor, tu nacimiento está marcado por la marginación y la pobreza. La gloria del cielo se oscurece en la tierra. El que es Señor del mundo no encuentra sitio en el mundo para nacer. El que es dueño de todas las cosas necesita de los regalos de pobres pastores, que al raso cuidaban sus rebaños. Pero tú vienes con muchos regalos del cielo, y el primero de todos es la paz. Paz para todos los hombres sin excepción, para los buenos y para los malos, para los libres y los esclavos, paz envuelta en pañales de amor.

¡Oh, Señor! Contigo nació la gracia de Dios. En ti Dios se manifestó a los humildes y misericordiosos. Por ti fui rescatado de mi mediocridad. Y tú me enseñaste a vivir santamente y a esperar con las lámparas encendidas tu vuelta gloriosa.

ORACIÓN

Que sea y viva, Señor, como verdadero hijo tuyo.

Que sea y viva como hermano de todos los hombres.

Que sea comprensivo y compasivo, acogedor y solidario, capaz de superar mi individualismo y mi clasismo.

Que sea pobre, que solo busque tu reino y su justicia.

Que sea manso, que me convenza de que sólo tú yugo es llevadero y tú carga ligera.

Que sea capaz de mirar siempre con ojos de misericordia.

Que sepa hacer mío los dolores y sufrimientos de mis hermanos.

Que sepa amar, Señor, que sepa amar. Amén

Expliquemos el Evangelio a los niños.

Imágenes proporcionadas por Catholic.net

 
 
 


COMIENZA LA OCTAVA DE NAVIDAD

DÍAS 26 AL 28 DE DICIEMBRE

LOS TESTIGOS DE LA LUZ

Con el inicio de la Navidad,  en que celebramos el misterio de un Dios que se hace hombre, para que el hombre pueda hacerse Dios en Cristo. La Palabra de Dios se hace hombre mortal para que éste alcance la inmortalidad. Los días siguientes a la navidad la liturgia nos va mostrando testimonios personales de la luz que es Cristo, recién llegado al mundo de los hombres. Esteban el protomártir (día 26 de Diciembre), Juan el apóstol y evangelista (día 27 de diciembre), los Santos Inocentes (día 28 de diciembre), el anciano Simeón (día 29 de Diciembre) la profetisa Ana (día 30 de Diciembre) Fiesta de la Sagrada Familia, Juan el Bautista (día 31 de Diciembre) y María la Madre del Señor (día 1 de enero).

                        En estos días, en los que la Iglesia no deja de proclamar su fe en el Verbo hecho carne, la liturgia puede  ayudarnos a ser también nosotros testigos de la luz que las tinieblas jamás podrán extinguir. Luz de la fe: “El que camina en la luz está en comunión con Dios”.

Unos testigos. Del Bautista ya decía el Evangelio que había venido a dar testimonio de la luz, pero esta definición sirve para todos cuantos son llamados a señalar al cordero de Dios. ESTEBAN muere como una perfecta imagen del Señor en la cruz y da testimonio del Hijo del hombre, a quien ve de pie en la gloria del Padre. JUAN, el discípulo amado, entra en el sepulcro, y allí ve y cree; percibe en la fe lo que el ojo humano no puede comprender. LOS SANTOS INOCENTES. Aun antes de poder hablar, son llamados a unirse a Cristo en el misterio del amor escarnecido y, sin embargo, victorioso. Simeón reconoce al Mesías y entona un cántico a la Luz que contempla sus ya cansados ojos, mientras que Ana experimenta el gozo de ver colmada su esperanza. Sí, evidentemente, “la luz vino a este mundo y es vida para aquellos que la reciben”.

JUEVES 26 DE DICIEMBRE

FIESTA DE SAN ESTEBAN PROTOMÁRTIR

PALABRA DEL DÍA

Mt 10,17-22

“Dijo Jesús a sus discípulos: “No os fiéis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir y de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los, padres a los hijos, se revelarán los hijos contra sus padres y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará”.

REFLEXIÓN

En el libro de los Hechos (6,8-10; 7,54-60). Se nos refiere cómo Esteban realizaba prodigios y señales ante el pueblo, exactamente lo mismo que había hecho Jesús. Sus palabras exasperaban a los de la Sinagoga, que discutían con él como lo habían hecho con Jesús, incluso cuando era niño. Esteban era un hombre rebosante de fervor y de entusiasmo, sin duda uno de los primeros en romper con el pasado judío. Helenista como era, predicaba preferentemente en las sinagogas reservadas a los judíos de origen griego. Su palabra era tan diáfana como la de Cristo; denunciaba el apego supersticioso al templo y proclamaba la primacía del hombre sobre la Ley.

El evangelio nos presenta unas sombrías perspectivas. “¡No os fiéis de los hombres!”• Desconfiad incluso de vuestros padres y de vuestra familia…

La palabra de Dios es una espada acerada que penetra en el corazón del hombre, poniendo al desnudo sus pensamientos más íntimos. El hombre no puede permanecer indiferente ante ella: o se humilla o se rebela; o se enfrenta a su pecado o se hunde en el orgullo y en la suficiencia.

ENTRA EN TU INTERIOR

            En todas las épocas ha habido hombres que han dado testimonio de la verdad y de la rectitud. ¿Sabían ellos que por su boca hablaba el Espíritu de Dios? La mayoría de ellos corrieron idéntica suerte: fueron llevados ante los tribunales y entregados a los verdugos. Grandes sufrimientos sobre los que se edificaron los más altos valores de la humanidad y que dan testimonio de la otra dimensión del hombre. Sólida tierra en la que ha hundido sus raíces la Iglesia: ¡Esteban entregaba su vida cuando Pablo apenas nacía a ella!

            Me pregunto si como Esteban y como tantos otros, yo seré capaz algún día de ser testigo de la verdad, de ser testigo de la luz, la que vino al mundo para iluminar a todo hombre, Jesucristo el Señor.

ORA EN TU INTERIOR

Hoy son enviados a la muerte hombres y mujeres por atreverse  a juzgar las estructuras de este mundo con la lucidez de los niños. Y los sumos sacerdotes de nuestras religiones fracasadas intentan hacerles callar lapidándolos. La religión de la ciencia y de la técnica, la religión del materialismo y del consumo, la religión del relativismo, ha ido creando más pobres, más desplazados, más refugiados que en ninguna otra época de la historia. ¿No deberíamos rezar sin descanso para que, ante la muerte, esos hombres y mujeres pronuncien, aunque sea en un último suspiro, el testimonio del Espíritu: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”? Y es que ésta es la única frase que Dios ha escogido para salvar al mundo. Una frase hecha carne hasta la última gota de sangre.

ORACIÓN

Sí, Padre santo, perdónalos y perdónanos. Por nuestra incapacidad de amor, de perdón, de misericordia. Danos fuerza, para que a ejemplo de San Esteban, también seamos tus testigos en el mundo. Amén.

 

VIERNES 27 DE DICIEMBRE

FIESTA DE SAN JUAN, APÓSTOL Y EVANGELISTA

PALABRA DEL DÍA

Jn 20,2-8

“El primer día de la semana, María Magdalena echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto”. Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro; vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, vio y creyó”

REFLEXIÓN

Juan es el último en llegar al final del camino. Ve las vendas, pero no les hace caso. Su mirada se ha vuelto ya hacia el interior; si revuelve algo, es en sus recuerdos y en su corazón. El vino de las bodas, el templo purificado, Lázaro… Otros tantos presentimientos de lo posible, de un insospechado orden de las cosas. Un sepulcro abierto y unas vendas, una mujer y dos hombres para interpretar… Todo es ordinario y cotidiano, pero todo tiene valor de signo. “vio y creyó”.

Lo que vieron nuestros ojos y palparon nuestras manos os lo anunciamos… ¡Era la Palabra de vida!

Un recién nacido al que una mujer envuelve en pañales. Un sepulcro abierto y las vendas del sudario enrolladas cuidadosamente. En el intervalo, un hombre semejante a los demás en todo. Al comienzo, un puñado de pastores, pobres de corazón, glorificaban a Dios por lo que habían visto. Al final de la historia, el discípulo a quien Jesús amaba vio y creyó. Hacen falta muy pocas cosas para que nazca la fe. Pocas cosas, pero infinitas como el corazón y el amor, y profundas como el calor de una mujer y el silencio del misterio. El discípulo entró y vio: ¡vio y creyó! Un momento después, exclamará María con todo su corazón y con todo el ímpetu de su natural: “¡Maestro!”. ¡Hermanos, lo que palparon nuestras manos os lo anunciamos!

ENTRA Y ORA EN TU INTERIOR

Ayer en el martirio de san Esteban  oía  un eco de la pasión y muerte del Señor, dato posible gracias a la humanidad de su encarnación. Los pañales de la cuna de Jesús en Belén remiten ya a los lienzos que el Resucitado deja intactos en el sepulcro, como innecesarios para su cuerpo glorioso. La humanidad glorificada de Cristo es garantía de mi resurrección con él. Jesús, en quien se revela la gloria de Dios ya desde su nacimiento, es el anteproyecto de nuestras vidas de hombres y mujeres redimidos. Así mi gozo, nuestro gozo puede ser completo.

ORACIÓN

Jesucristo, mi Señor y mi Dios, mi amigo, dígnate abrir mis ojos y dirigir mis manos para que en la comunión de mi esperanza encuentre la alegría y la paz, más allá de la muerte, en ese diario alumbramiento que es el germen de la eternidad. Oh Dios, a quien ningún ojo vio, bendito seas por el reflejo de tu gloria manifestada en Jesús, tu Hijo amado. Amén

SÁBADO 28 DE DICIEMBRE

FIESTA DE LOS SANTOS INOCENTES

PALABRA DEL DÍA

Mt 2,13-18

“Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”. José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes, Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: “Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto”. Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: “Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven”.

REFLEXIÓN

 Hay un paralelismo latente entre los primogénitos hebreos sacrificados por el faraón de Egipto y los niños de Belén asesinados por orden de Herodes, entre el destierro de los israelitas que lamenta el profeta Jeremías en boca de Raquel, la esposa de Jacob, cuyos hijos errantes hubieron de emigrar acosados por el hambre, y el exilio de la sagrada familia a Egipto, entre el éxodo de los israelitas de la esclavitud egipcia y la vuelta de Jesús, María y José a su tierra de Nazaret.

Más todavía: los Inocentes de Belén remiten al Cordero inocente que tomó sobre sí los pecados del mundo en su largo camino hacia la cruz del Gólgota, y son un símbolo también de tantas víctimas inocentes  sacrificadas por diversos medios terrorismos, guerras, aborto… Finalmente, Jesús huyendo a Egipto con su Madre María y san José es un precursor de la interminable fila de los exiliados de todos los tiempos.

Cuando la comunidad cristiana, jerarquía y fieles, proclama abiertamente el evangelio de Jesús y lo testimonia desde dentro con autenticidad, entonces casi por necesidad la Iglesia se hace incómoda al poderoso de turno. San Pablo advertía a su discípulo Timoteo: “Todo el que se proponga vivir como buen cristiano será perseguido” (2 Tim 3,12). La persecución religiosa es una constante histórica con múltiples formas.

ENTRA  EN TU INTERIOR

No hay nada más penoso como un niño maltratado: No permitas, Señor, que siga haciéndome el distraído. Abre mi corazón a lo que aún me resulta ajeno, pues tu Hijo supo tomar sobre sí el rostro del niño rechazado.

Acaba con mi cómoda instalación, pues únicamente en tu reino tengo ciudad permanente por los siglos de los siglos.

ORA EN TU INTERIOR

Guía para la oración personal con este pasaje

 V.13-15.

 Tener en la imaginación la huida a Egipto. Y contemplar a Jesús perseguido a lo largo de su vida pública. Acompañarlo en los conflictos que sufrió con las autoridades. Seguirlo.

 V.16-18.

 Ha habido millones y millones de cristianos inocentes sacrificados a lo largo de dos mil años por seguir a Jesús y luchar por el Reino de Dios. Admirarlos. Dar gracias. Yo también quiero ser testigo de Cristo y luchar por su causa. Yo también quiero defender a los indefensos de del mundo. Dame valor, Señor.

ORACIÓN

Por los niños que mueres de hambre y enfermedad en el mundo, por los que la guerra los deja huérfanos o los separa de sus padres, te rogamos, Emmanuel, Dios con nosotros.

Por los padres que esperan la llegada de un hijo y por los que padecen la prueba de la soledad y el abandono, te rogamos, Emmanuel, Dios con nosotros.

Por los exiliados en tierras lejanas y por los que conocen la paz de un hogar, te rogamos, oh Dios que nos llamas a la unidad.

Por los que despiertan a la aventura de un nuevo día y por los que se encierran en sus nostalgias, te pedimos, oh Dios, Sol naciente. Amén.

 

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