DOMINGO 22 DE JULIO
DOMINGO XVI DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO B)
1ª
Lectura: Jeremías 23,1-6
Salmo
22: “el Señor es mi pastor, nada me falta”.
2ª
Lectura: Efesios 2,13-18
PALABRA DEL DÍA
Marcos 6,30-34
“En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con
Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: -venid
vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco. Porque eran tantos los
que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a
un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron;
entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les
adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos,
porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma”.
REFELXIÓN
El
Evangelio nos presenta a los Doce que comparten con Jesús la misma misión:
anunciar y curar. Cumplida su misión, se reagrupan en torno a él para hacer un
balance de lo realizado. Jesús les invita a descansar: “No tenían tiempo ni
para comer”. Lo importante y prioritario en la tarea pastoral es cuidar al
pastor.
Encontrar
ratos de descanso, saber descansar, se nos presenta como una necesidad vital.
Hay que saber descansar, ya que el cansancio que más nos está afectando es un
tipo de cansancio mucho más hondo que el físico; es un cansancio existencial,
que consiste en realizar actividades sin saber “por qué”, ni “para qué”, ni sus
consecuencias; es un vivir vacío, sin sentido. Descansar es saber parar para
vivir, reír, ser, compartir, querer… Pero no es nada fácil descansar. Los
problemas nos absorben y perdemos horizontes y visión. Estamos rodeados de
mucho ruido fuera y dentro de nosotros, que nos incapacita para reflexionar y
contemplar. Por eso, es preciso que tomemos distancia para conseguir tener
calma, para que miremos con objetividad todo lo que sucede a nuestro
alrededor. Descansar es disfrutar de manera sencilla, cordial, entrañable, del
regalo de la existencia; es hacer las paces en nuestro interior, reencontrarnos
con lo mejor de nosotros mismos y posibilitar que reaparezca la capacidad de
saber mirar y observar, es lo que se llama “contemplación", a fin de descubrir
toda esa vida rica que no se ve, pero que está ahí.
ENTRA EN TU INTERIOR
El Evangelio nos narra el regreso de
los doce, muy contentos de su misión evangelizadora. Jesús ante el acoso del
pueblo, les propone descansar en un lugar solitario, solos. Pero, al llegar al
lugar que creían solitario, se encuentran con una gran muchedumbre. Jesús se da
cuenta de la situación del pueblo y esto le provoca el mismo sentimiento que
tuvo al encontrarse con el leproso; es la reacción propia del amor tierno ante
la miseria y la degradación de la gente. Sentimiento que en el antiguo
testamento se atribuye a Dios. Lo que conmueve a Jesús es que la multitud
estaba como ovejas sin pastor, desorientada por el abandono de los dirigentes,
Jesús asume el papel del buen Pastor.
Hoy quizás nos encontremos igual, abandonados por nuestros dirigentes, tanto políticos, que su misión es representarnos y defendernos, como religiosos, que su misión es no perder nunca la capacidad de la denuncia profética a tiempo y a destiempo.
ORA EN TU INTERIOR
Jesucristo es el único y verdadero
pastor. A los demás se les llama pastores del pueblo en cuanto que le
representan o mejor transparentan sus rasgos. Un rasgo a representar es la
“compasión”, ser capaz de compartir los sentimientos de los hermanos. Pues esto
significa el término “compasión”: abrazar con todas tus fuerzas y con toda tu
vida los sentimientos o la situación del otro, hasta el punto de hacerlos
tuyos; sintonizar con la pena, el dolor o miseria ajenas. Es lo que dice san
Pablo: “con los que ríen, estad alegres;
con, los que lloran, llorad… No tengáis grandes pretensiones, sino poneos al nivel de la gente sencilla”. Esta
cercanía vivencial y acogida cordial y compasiva es tan fundamental y tan
prioritaria que pide interrumpir el descanso y acercarse con calma a escuchar y
compartir la situación de necesidad del otro. Así es como actuó Jesús, el
verdadero pastor.
ORACIÓN FINAL
Muéstrate propicio a tu pueblo,
Señor, y a quienes has iniciado en los misterios del reino concédeles abandonar
el pecado y pasar a una vida nueva. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amen.
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