lunes, 18 de junio de 2012


DOMINGO 24 DE JUNIO

LA NATIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA

SOLEMNIDAD

1ª Lectura: Isaías 49,1-6
Salmo 138: “Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente”.
2ª Lectura: Hechos de los Apóstoles 13,22-26

LECTURA DEL DÍA

Lucas 1,57-66.80

“A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: -¡No! Se va a llamar Juan. Le replicaron. –Ninguno de tus parientes se llama así. Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: “Juan es su nombre”. Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo:
-¿Qué va a ser este niño? Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel”.

REFLEXIÓN

Los evangelistas,  según la explicación de Jesús, ven cumplida la función de Elías en la persona y actividad de Juan el Bautista, cuyo nacimiento, circuncisión e imposición del nombre relata el texto evangélico de hoy. Juan significa en hebreo “favor de Dios”. En la mentalidad bíblica los nombres adquieren mucha importancia porque revelan la misión de una persona, lo que esa persona está llamada a ser. El Bautista fue el último de los profetas del antiguo Testamento, y en su persona vino a resumirse la serie ininterrumpida de favores de Dios al pueblo elegido, orientados a la persona de Cristo el mesías. Juan tuvo la misión y el privilegio de ser el precursor inmediato, y tanto que entró en contacto personal con él.
Dios cumple las promesas que había hecho a su pueblo. El nombre de Isabel, la madre del Bautista, significa “Dios-ha-jurado”, es decir, recuerda fielmente la alianza; el nombre de su padre Zacarías, significa “Dios-se-ha-acordado”. Los tres protagonistas del evangelio de hoy constituyen toda una familia al servicio del plan salvador de Dios y sus nombres proclaman que el Señor ha sido fiel a sus promesas.  
La historia de san Juan también nos remite a nuestra propia historia. “Le pondrás por nombre Juan”, le dice el ángel a Zacarías. ¡Qué importante es caer en la cuenta de esta verdad de la fe! Dios nos ha llamado a la vida y Él la sostiene a lo largo de los años. San Pablo nos lo dirá con toda rotundidad: “En Dios vivimos, nos movemos y existimos. Somos descendientes de Dios” (Hch. 17,28).
Todos hemos sido llamados por Dios. Él nos ha llamado a la vida. Fue él quien pronunció nuestro nombre, el de cada uno, y en ese acto de amor nos regaló la vida. El profeta Isaías, consciente de ello, nos lo dice: “El Señor me llamó desde antes que yo naciera, pronunció mi nombre cuando aún estaba yo en el seno de mi madre” (Is. 49,1).
ENTRA Y ORA EN TU INTERIOR
            El nombre de “Juan” indica ya su misión. Su misión será la de preparar el camino al Dios de la misericordia que llega a su pueblo. Anunciar que “el que viene y al que no soy digno de desatarle las sandalias” (Lc 3,16) es la presencia de la misericordia de Dios en medio de su pueblo. Juan nos dirá que el rostro más auténtico de Dios lo contemplaremos en Jesús: “¡Mirad, ese es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!” (Jn 1,29).
            Hemos sido llamados para vivir y transmitir su miser5icordia. Ser cristiano, ser discípulo de Jesús, es pasar por la vida como Él, que pasó haciendo el bien (Hch 10,38). Hemos sido llamados para ser transparencia de su amor, sacramento de su amor. Hemos sido llamados para ser profetas suyos y de su Reino.

TESTIMONIO
¿QUIÉNES SON LOS PROFETAS?
            Los que madrugan cada mañana para ganarse el pan honradamente; los abuelos que, con su exigua pensión, siguen ayudando a sus hijos en paro; los que nunca se cansaron de trabajar gratuitamente por las cuestiones de todos, en el colegio, en el barrio, en la parroquia…y permanecen ahí, sin esperar a que nadie les dé las gracias; tantas y tantos voluntarios en ONG y asociaciones solidarias que comparten su tiempo y su vida con los más desfavorecidos…
            Las esperanzas que ponemos en los grandes personajes que deslumbran nos impiden ver a las grandes personas que conviven con nosotros. Algo así sucedió con los grandes profetas de Israel. Algo así sucedió cuando los evangelios nos dicen que “en aquel tiempo…” Dios siempre parece actuar de otro modo.

Javier García

Portada Hoja Dominical “Eucaristía”

           

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