viernes, 29 de junio de 2012


8 DE JULIO

DOMINGO 14 DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO B)

1ª Lectura: Ezequiel 2,2-5

Salmo: 122 “Nuestros ojos están en el Señor, esperando su misericordia.

2ª Lectura: 2ª Corintios 12,7-10

PALABRA DEL DÍA

MARCOS 6.1-6



“En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: -¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí? Y esto les resultaba escandaloso. Jesús les decía: -No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa. No pudo hacer allí ningún milagro, solo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando”.


REFLEXIÓN
            Son impresionantes los relatos bíblicos de la vocación de los profetas, y en este domingo 14 Ordinario, tenemos, en la primera lectura, la llamada a Ezequiel. El profeta recibe directamente de Dios un mensaje a través del Espíritu que le invade. Esta presencia del Espíritu en el texto se debe probablemente a que en Ezequiel está especialmente vivo el aspecto de la trascendencia divina. A Dios nadie le puede ver el rostro (Ex 33,20) y se comunica con los hombres y mujeres a través de diferentes medios como, por ejemplo, su Espíritu. Es una teología propia de Ezequiel, que a pesar de separar de la esfera humana de algún modo a Dios, tiene una virtud: al subrayar la distancia que existe entre la esperanza y posibilidades humanas, y la voluntad y el poder de Dios, suscita confianza.
            Al contrario que Jeremías e Isaías, Ezequiel no opone resistencia, lo mismo que Pablo en esta segunda parte de la segunda Corintios, una fuerte crisis azota a la comunidad. La autoridad de Pablo es fuertemente cuestionada por unos adversarios del apóstol, y esto amenaza la fe de los corintios y su modo de vida según el evangelio que les había predicado. Pablo, se defiende  reconociendo justo aquello que pone de manifiesto su debilidad, pero hay unas maravillosas palabras, que sirven para tu vida y la mía, cuando no puedes con los problemas y las dificultades que la vida te da a diario: -TE BASTA MI GRACIA; LA FUERZA SE REALIZA EN LA DEBILIDAD-. Estas palabras, deberían animarnos a testificar a Cristo como “el Verbo que existía desde el principio”.
            Los seguidores y las seguidoras de Jesús de Nazaret somos unos afortunados, mejor, unos agraciados por habernos encontrado con Él, haber escuchado su llamada y haber dispuesto de muchas oportunidades para seguirlo, continuando su misión sanadora en el mundo.
            Esta misión no es otra que conseguir que todas las mujeres y todos los hombres seamos cada día un poco más libres y, en consecuencia, más felices. Esto no fue sencillo ni fácil para Jesús y por eso tampoco lo es para nosotros.
            Los profetas son personas, hombres y mujeres que, escuchando lo que sucede a su alrededor y cómo eso está afectando no solo a la vida individual sino también a la vida colectiva, la de todas las personas, reflexionan, deciden y actúan con otros de cara a lo que puede ser mejor para todos.
            Jesús “se extrañó de su falta de fe” en su tierra, en aquellos que Él tan bien conocía desde siempre, por eso, denuncia lo que hay, lo que está sucediendo a su alrededor (las personas que más lo están sufriendo) y anuncia –sana- que esto se puede cambiar.

ENTRA Y ORA EN TU INTERIOR

            Nunca debemos conformarnos con las cosas por el mero hecho de que son como las hemos conocido toda la vida; siempre se pueden mejorar para ayudar a las personas que las estemos viviendo en este tiempo. Por ejemplo, el ejercicio de la autoridad a todos los niveles; la forma y el tiempo de trabajo remunerado y la dedicación al trabajo creativo y solidario con personas y colectivos más desfavorecidos, etc. Siempre debemos procurar dejar las cosas mejor que nos las hemos encontrado.


ORACIÓN FINAL
Al tocar la luz del día de mis ojos, Señor, mi corazón se levanta hacia ti en busca de tu mirada.
Escucha las palabras de quien siente la vida de nuevo, y estate atento, Señor: sé cercano a mi mano abierta.
Da respuesta a mi pregunta, ayúdame en mi inquietud.
Tú que eres mi Señor, y mi Dios en quien yo confío.
A ti abro mi ser, mis ganas de vivir; de mañana, en tus manos pongo mis miedos; de mañana, en tus ojos pongo la pureza y sinceridad de mi búsqueda; de mañana, en tu camino quiero dirigir mis pasos.
Oye mi voz, Señor, tú que eres bueno, y alienta mi vida que busca en ti luz y calor. (Página central hoja dominical “Eucaristía”).


No hay comentarios:

Publicar un comentario