8 DE JULIO
DOMINGO 14 DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO B)
1ª Lectura: Ezequiel 2,2-5
Salmo: 122 “Nuestros ojos están en el Señor, esperando
su misericordia.
2ª Lectura: 2ª Corintios 12,7-10
PALABRA DEL DÍA
MARCOS 6.1-6
“En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de
sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la
multitud que lo oía se preguntaba asombrada: -¿De dónde saca todo eso? ¿Qué
sabiduría es esa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es
este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y
simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí? Y esto les resultaba
escandaloso. Jesús les decía: -No desprecian a un profeta más que en su tierra,
entre sus parientes y en su casa. No pudo hacer allí ningún milagro, solo curó
algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y
recorría los pueblos de alrededor enseñando”.
REFLEXIÓN
Son
impresionantes los relatos bíblicos de la vocación de los profetas, y en este
domingo 14 Ordinario, tenemos, en la primera lectura, la llamada a Ezequiel. El
profeta recibe directamente de Dios un mensaje a través del Espíritu que le
invade. Esta presencia del Espíritu en el texto se debe probablemente a que en
Ezequiel está especialmente vivo el aspecto de la trascendencia divina. A Dios
nadie le puede ver el rostro (Ex 33,20) y se comunica con los hombres y mujeres
a través de diferentes medios como, por ejemplo, su Espíritu. Es una teología
propia de Ezequiel, que a pesar de separar de la esfera humana de algún modo a
Dios, tiene una virtud: al subrayar la distancia que existe entre la esperanza
y posibilidades humanas, y la voluntad y el poder de Dios, suscita confianza.
Al
contrario que Jeremías e Isaías, Ezequiel no opone resistencia, lo mismo que
Pablo en esta segunda parte de la segunda Corintios, una fuerte crisis azota a
la comunidad. La autoridad de Pablo es fuertemente cuestionada por unos
adversarios del apóstol, y esto amenaza la fe de los corintios y su modo de
vida según el evangelio que les había predicado. Pablo, se defiende reconociendo justo aquello que pone de
manifiesto su debilidad, pero hay unas maravillosas palabras, que sirven para
tu vida y la mía, cuando no puedes con los problemas y las dificultades que la
vida te da a diario: -TE BASTA MI GRACIA;
LA FUERZA SE REALIZA EN LA DEBILIDAD-. Estas palabras, deberían animarnos a
testificar a Cristo como “el Verbo que existía desde el principio”.
Los
seguidores y las seguidoras de Jesús de Nazaret somos unos afortunados, mejor,
unos agraciados por habernos encontrado con Él, haber escuchado su llamada y
haber dispuesto de muchas oportunidades para seguirlo, continuando su misión
sanadora en el mundo.
Esta
misión no es otra que conseguir que todas las mujeres y todos los hombres
seamos cada día un poco más libres y, en consecuencia, más felices. Esto no fue
sencillo ni fácil para Jesús y por eso tampoco lo es para nosotros.
Los
profetas son personas, hombres y mujeres que, escuchando lo que sucede a su
alrededor y cómo eso está afectando no solo a la vida individual sino también a
la vida colectiva, la de todas las personas, reflexionan, deciden y actúan con
otros de cara a lo que puede ser mejor para todos.
Jesús
“se extrañó de su falta de fe” en su tierra, en aquellos que Él tan bien
conocía desde siempre, por eso, denuncia lo que hay, lo que está sucediendo a
su alrededor (las personas que más lo están sufriendo) y anuncia –sana- que
esto se puede cambiar.
ENTRA Y ORA EN TU INTERIOR
Nunca debemos conformarnos con las
cosas por el mero hecho de que son como las hemos conocido toda la vida;
siempre se pueden mejorar para ayudar a las personas que las estemos viviendo
en este tiempo. Por ejemplo, el ejercicio de la autoridad a todos los niveles;
la forma y el tiempo de trabajo remunerado y la dedicación al trabajo creativo
y solidario con personas y colectivos más desfavorecidos, etc. Siempre debemos
procurar dejar las cosas mejor que nos las hemos encontrado.
ORACIÓN FINAL
Al tocar la luz del día de mis ojos,
Señor, mi corazón se levanta hacia ti en busca de tu mirada.
Escucha las palabras de quien
siente la vida de nuevo, y estate atento, Señor: sé cercano a mi mano abierta.
Da respuesta a mi pregunta, ayúdame
en mi inquietud.
Tú que eres mi Señor, y mi Dios en
quien yo confío.
A ti abro mi ser, mis ganas de
vivir; de mañana, en tus manos pongo mis miedos; de mañana, en tus ojos pongo
la pureza y sinceridad de mi búsqueda; de mañana, en tu camino quiero dirigir
mis pasos.
Oye mi voz, Señor, tú que eres bueno,
y alienta mi vida que busca en ti luz y calor. (Página central hoja dominical
“Eucaristía”).
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