martes, 13 de octubre de 2015

18 DE OCTUBRE: XXIX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO.


“…Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos”.
18 DE OCTUBRE
DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO (B)
JORNADA MUNDIAL Y COLECTA POR LA EVANGELIZACIÓN DE LOS PUEBLOS
Primera Lectura: Isaías 53,10-11
Cuando entregue su vida como expiación, verá su descendencia, prolongará sus años.
Salmo 32
 Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros como lo esperamos de ti.
2ª Lectura: Hebreos 4,14-16
Acerquémonos con seguridad al trono de la gracia.
PALABRA DEL DÍA
Marcos 10,35-45
“En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: -Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir. Les preguntó: -¿Qué queréis que haga por vosotros? Contestaron: -Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda. Jesús replicó: -No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar? Contestaron: -Lo somos. Jesús les dijo: -El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado. Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, reuniéndolos, les dijo: -Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos”.
Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios
“Jesús parece sorprendido. «No sabéis lo que pedís». No le han entendido nada. Con paciencia grande los invita a que se pregunten si son capaces de compartir su destino doloroso. Cuando se enteran de lo que ocurre, los otros diez discípulos se llenan de indignación contra Santiago y Juan. También ellos tienen las misma “Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: "Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir".
 El les respondió: "¿Qué quieren que haga por ustedes?".
 Ellos le dijeron: "Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria".
 Jesús les dijo: "No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo recibiré?".
 "Podemos", le respondieron. Entonces Jesús agregó: "Ustedes beberán el cáliz que yo beberé y recibirán el mismo bautismo que yo.
 En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes han sido destinados".
 Los otros diez, que habían oído a Santiago y a Juan, se indignaron contra ellos.
 Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes saben que aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad.
 Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes;
 y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos.              
 Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud".
REFLEXIÓN
            Jesús deja muy claro que él quiere un cambio total de estructuras y de relaciones. Por tanto, no se trata de figurar, ni de estar bien situado, sino de servir. Jesús quiere eliminar de entre nosotros totalmente las relaciones de fuerza o de superioridad y nos quiere hacer entrar en la plenitud de unas relaciones de reciprocidad que son las relaciones de servicio. Por esto nos invita a ser ambiciosos, sí, pero a ambicionar el último lugar, el que no quiere nadie, el lugar para el que nunca hay peleas. ¡Esta es la respuesta de Jesús! Y lo que nos ha resultado más difícil a lo largo de la historia, y ahora y siempre, es conseguir sustituir las estructuras de autoridad y de poder por valores de igualdad y de servicio. Tanto a nivel personal, como a nivel de comunidad, como a nivel de Iglesia, no lo conseguimos del todo. Nos cuesta crear estructuras de servicio, y más bien, en nuestras organizaciones, hemos tendido a ir copiando con demasiada facilidad las demás organizaciones políticas y sociales; y, por este motivo, demasiado a menudo, hemos caído y caemos en formas de poder y de abuso que son un escándalo para el mismo Jesús.
            Los seguidores de Jesús no podemos organizarnos con modelos de convivencia que no sean los del servicio, porque Dios nos quiere iguales y hermanos los unos de los otros, eliminando todo resquicio de dominio o de poder, de jefes o de súbditos. Como muy bien nos lo recuerda san Pablo, en la Iglesia (¡y también en el mundo!) aunque los carismas sean diferentes todos los miembros tienen que ser iguales.
ENTRA EN TU INTERIOR
NADA DE ESO ENTRE VOSOTROS
Camino de Jerusalén, Jesús va advirtiendo a sus discípulos del destino doloroso que le espera a él y a los que sigan sus pasos. La inconsciencia de quienes lo acompañan es increíble. Todavía hoy se sigue repitiendo.
Santiago y Juan, los hijos del Zebedeo, se separan del grupo y se acercan ellos solos a Jesús. No necesitan de los demás. Quieren hacerse con los puestos más privilegiados y ser los primeros en el proyecto de Jesús, tal como ellos lo imaginan. Su petición no es una súplica sino una ridícula ambición: «Queremos que hagas lo que te vamos a pedir». Quieren que Jesús los ponga por encima de los demás.
 La ambición los divide y enfrenta. La búsqueda de honores y protagonismos interesados rompen siempre la comunión de la comunidad cristiana. También hoy. ¿Qué puede haber más contrario a Jesús y a su proyecto de servir a la liberación de las gentes?
El hecho es tan grave que Jesús «los reúne» para dejar claro cuál es la actitud que ha de caracterizar siempre a sus seguidores. Conocen sobradamente cómo actúan los romanos, «jefes de los pueblos» y «grandes » de la tierra: tiranizan a las gentes, las someten y hacen sentir a todos el peso de su poder. Pues bien, «vosotros nada de eso».
Entre sus seguidores, todo ha de ser diferente: «El que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos». La grandeza no se mide por el poder que se tiene, el rango que se ocupa o los títulos que se ostentan. Quien ambiciona estas cosas, en la Iglesia de Jesús, no se hace más grande sino más insignificante y ridículo. En realidad, es un estorbo para promover el estilo de vida querido por el Crucificado. Le falta un rasgo básico para ser seguidor de Jesús.
En la Iglesia todos hemos de ser servidores. Nos hemos de colocar en la comunidad cristiana, no desde arriba, desde la superioridad, el poder o el protagonismo interesado, sino desde abajo, desde la disponibilidad, el servicio y la ayuda a los demás. Nuestro ejemplo es Jesús. No vivió nunca «para ser servido, sino para servir». Éste es el mejor y más admirable resumen de lo que fue él: SERVIR.
José Antonio Pagola
ORA EN TU INTERIOR
            Por eso debe resultarnos extraño lo que les plantea Jesús a los “Santiagos y Juanes” ante su petición; no se trata de ser primero o segundo sino responder a la pregunta: “¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?
            Los discípulos no entienden que el proyecto de Jesús no es para alcanzar el poder de este mundo, de esta manera nuestra de organizar la sociedad, sino que es elegir un camino en el que sea posible encontrarse con todas las personas porque todas lo pueden entender y seguir, ya que cada cual puede poner al servicio de los demás todo lo que es, todo lo que tiene y todo lo que hace.
            Jesús nos hace una clara referencia a los dos sacramentos fundamentales en nuestra vida, el bautismo y la eucaristía, que son los que nos deberían transformar en lo más profundo de nuestras personas y tendrían que transformar también todas nuestras relaciones. Porque los que hemos sido bautizados y tomamos parte de la Eucaristía, aquí, nos dejamos servir por el mismo Jesús y no podemos después –con él por excusa- participar en ninguna relación que sea de fuerza o de poder.
ORACIÓN
            Donde haya un árbol que plantar
plántalo tú.
Donde haya un error que enmendar
enmiéndalo tú.
Donde haya un esfuerzo que todos esquivan
acéptalo tú.
Sé el que apartó del camino la piedra,
el odio de los corazones
y las dificultades del problema.
Hay la alegría de ser sano y justo,
pero hay, sobre todo, la inmensa alegría de servir.
Gloria Fuerte.





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