CUARTA SEMANA DE PASCUA
La resurrección es el mundo al revés, aunque
habría que decir que es el mundo al derecho si no tuviéramos necesidad de
efectuar un continuo cambio de nuestras perspectivas. Cristo va delante y nos
precede en el camino, conduciendo la historia de los hombres hasta la tierra de
Dios. Nadie tiene acceso al Padre si no pasa por la Puerta del reino que su
Palabra construye. Los que le siguen han de aprender a reorientar su vida. Si
la resurrección canta nuestra victoria, también expresa la nueva Ley de nuestra
existencia.
Y es
que no tenemos que hacer ni más ni menos que imitar al Pastor que nos guía. San
Pablo resume todo el dinamismo de la resurrección cuando escribe a las primeras
comunidades: “Sois hijos de la luz; convertíos en hijos de la luz”.
La
“moral” de la resurrección es, antes que nada, afirmación de la salvación:
pertenecéis a Cristo, y nadie puede arrancar de sus manos a aquellos que el
Padre le ha entregado. La luz vino al mundo para que quien crea en ella no siga
en las tinieblas: la Ley nueva es iluminación y gracia.
Pero
es también aprendizaje en la escuela de aquel que no reivindicó para sí el
rango que le hacía igual a Dios. No hay más que un cristiano: Cristo. Sólo él
vivió la exigencia del amor hasta el extremo, porque él es el amor. Sólo él
puede pretender ser el Camino, porque él trazó, en la sangre y en la confianza,
el camino que, a través del Gólgota, asciende hasta el jardín de la Pascua.
“Seréis
como dioses”, había susurrado la serpiente en el jardín del edén. Y el hombre,
presa del vértigo, creyó semejante mentira y se vio arrastrado al polvo. El
que, en la paciencia y en la oración, trate de conformar su vida de acuerdo con
la Palabra de Dios, el que trate de imitar los rasgos del divino Rostro, ése
oirá cómo se le dice: “Hace mucho tiempo que yo estoy contigo; desde siempre
eres como Dios”. He ahí el cambio total del mundo y la nueva Ley.
29 DE ABRIL
CUARTO DOMINGO DE PASCUA
“YO SOY EL BUEN PASTOR…”
PALABRA
DEL DÍA
Jn
10,11-18
“En aquel tiempo, dijo Jesús: “Yo soy el buen Pastor.
El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni
dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo
hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las
ovejas. Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen,
igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las
ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son
de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz,
y habrá un solo rebaño, un solo Pastor. Por esto me ama el Padre, porque yo
entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la
entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder
para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre”.
JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN
POR LAS VOCACIONES
1ª
Lectura: Hechos 4,8-12
Salmo:
117
2ª
Lectura: Juan 3,1-2
REFLEXIÓN
La vida necesita ser pastoreada. Se encuentra con
muchos peligros, recibe muchas heridas y escoge caminos equivocados. Necesita
un pastor que la defienda y oriente, que la cure y la cultive. Para eso ha
venido Cristo, amigo y Señor de la vida.
Para
defenderla. Jesús es la vida y la defiende. Trae medicinas para curar sus
heridas. La vida se defiende con el amor. Sus medicinas tienen componentes de
amor. Por eso el que no ama está muerto. El que se alimenta de amor vive, no
muere.
Para
aumentarla. Vino para que tengamos más vida. Nos aporta un plus de vida. Pero
la vida aumenta cuando se entrega –el que la guarda, la pierde-, la vida crece
en la medida en que la damos.
Para
eternizarla. Que la vida no muera. Él trajo una medicina de inmortalidad. Para
eso había que vencer la muerte. Y para vencer la muerte había que morir. Por eso
entregó su vida Jesús, para quitar a la muerte su veneno y convertirla en
aliada de la vida. Entregó su vida para que viviéramos en plenitud y para
siempre, haciéndonos partícipes de su vida divina.
Estas
medicinas de amor y de vida se concentran en la Eucaristía. Jesús nos invita a
comer el pan de la vida. El que come su pan vivirá para siempre. La Eucaristía
resulta ser defensa y alimento. Pero la Eucaristía es también entrega hasta la
muerte. Y es precisamente esa muerte por amor la que nos salva de la muerte.
El evangelio de este cuarto domingo
de Pascua insiste en que Jesús, buen pastor, da la vida por las ovejas, que la
entrega libremente. Si queremos imitar a Cristo, tener las actitudes de Cristo
pastor, tenemos que ser capaces de amar hasta la muerte. No pensemos en una
nueva crucifixión, sino en no vivir para nosotros, en gastar nuestra vida por
los demás, en que amemos a las ovejas más que a nosotros mismos. Como Jesús,
que se daba todo. ”Recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñaba en sus
sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando toda enfermedad y
toda dolencia. Y al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ellas, porque
estaban extraviadas y abatidas, como ovejas que no tienen pastor” (Mt 9,35-36).
He aquí un buen resumen de la actividad pastoral de Jesús.
ENTRA EN TU INTERIOR
Mirad qué amor. A través de estos
rasgos que nos ofrece el evangelio de Jesús podemos descubrir la profundidad y
grandeza de su amor. Es un amor responsable y delicado, que conoce a las ovejas
por su nombre, se preocupa de ellas y las cuida según sus necesidades. Es un
amor valiente y poderoso, que defiende a las ovejas de los lobos, aun poniendo
en riesgo su vida. Es un amor abierto y universal, no un grupo selecto de ovejas,
sino que desea hacer de su redil casa de comunión para todos. Es un amor
amistoso y fiel, que busca la empatía, la intimidad, que sabe comprender y
perdonar. Es un amor generoso y entregado, hasta darlo todo, hasta darse del
todo, hasta hacerse alimento para su rebaño. Y es un amor misterioso, que libra
de la muerte.
ORA EN TU INTERIOR
El rebaño de Cristo no se reduce a
un pueblo, por muy escogido que sea. Todos los pueblos son escogidos y amados
de Dios. El verdadero pueblo escogido, llamado a formar parte del rebaño amado,
son los que se abren a la fe, sean de la nación que sean.
Las
ovejas preferidas son las que se encuentran más vejadas y abatidas, las más
pobres y más necesitadas, las más débiles y pequeñas, las que más sufren, todo
ese mundo doliente. ¡Son tantas las ovejas que se encuentran solas, que no
tienen pastor, que están a merced de los lobos!.
Puedes
hacer una lista de las ovejas más necesitadas, quizá puedas ponerles hasta
rostro a muchas de ellas:
·
Los niños: Son tantos los niños sin familia ni protección…
·
Los ancianos: Cada vez más numerosos en el mundo rico, pero menos
valorados y más solos…
·
Los enfermos: El mundo del dolor, en el cuerpo o en el alma. No tiene
medida. ¡Cuánto miedo, cuanta agonía, cuanta cruz!…
·
Los jóvenes: Desorientados, descarriados muchos, desatendidos…
·
Los inmigrantes: Un éxodo dramático, se les cierran las puertas y se
le alzan las vallas…
Podríamos hablar de muchas más
ovejas que no son de este redil y que hay que atraer, ¡buena reflexión para
este domingo!.
ORACIÓN FINAL
Pero también, Señor, hacen falta más
pastores, más pastores conforme a tu corazón. Tú te vales de muchas maneras
para llamar. Puede ser una palabra, una mirada, una seducción: puede ser una
luz o un sentimiento interior, algo que no se pasa, algo que te empuja; puede ser
un ejemplo, una experiencia de vida. Basta con que sepa verla, sentirla.
Señor,
sé que sigues llamando, sé que me llamas porque me quieres y me valoras, tu
Reino, tu Iglesia es grande, hay muchos servicios que realizar. Señor, si me
llamas, haz que no dude. Si me llamas, pon en mi boca y en mi corazón una
palabra de agradecimiento, no una queja, o una carga, sino un don. Amén.
LUNES DE LA 4ª SEMANA DE PASCUA
30 DE ABRIL
·
Hechos 11,1-18
“El viento sopla donde quiere; oyes
el ruido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va” (Jn 3,8). El Espíritu
sopla sobre la Iglesia y echa abajo las fronteras del judaísmo. Los samaritanos
ya han sido reconciliados, pero el paso que ahora se va a dar es aún más
importante. En efecto, los gentiles se presentan a las puertas de la Iglesia y
se apoderan del reino; comienza el alba de un nuevo Pentecostés. En Cesarea,
algunos paganos han proclamado su fe en el nombre de Jesús y han pedido el
bautismo. Bajo el impulso del Espíritu. Pedro profetiza: “Si Dios les ha dado a
ellos el mismo don que a nosotros por haber creído en el Señor Jesucristo,
¿quién era yo para oponerme a Dios?” ¡Qué alegría para el pueblo de Dios cuando
sus jefes no ponen trabas al dinamismo del Espíritu!.
Por supuesto que surgen problemas y
que requieren tiempo para solventarse. Judíos y gentiles se sientan ahora a la
misma mesa, comparten la misma comida y comulgan de la copa del Señor. Pero la
ley judía prohibía que judíos y gentiles comieran juntos, pues ello constituía
una de las principales causas de impureza ritual. También algunos de entre los
judeocristianos va a protestar, pero en vano, porque ya no podrán apagar el
fuego del Espíritu. Para Dios, la frontera entre lo puro y lo impuro no pasa por los
alimentos, sino por el corazón del hombre. Y así habrá de ser también para la
Iglesia.
·
Salmo 41: “Mi alma tiene sed de ti, Dios mío”.
Los salmos 41 y 42, pertenecientes
al género de las quejas individuales, hablan admirablemente del deseo de los
paganos de beber en la fuente de la vida.
·
Juan 10,1-10
Hoy y mañana martes, se lee en el
evangelio la parábola del buen Pastor, dirigida inicialmente por Jesús a los
fariseos. La parábola entera, contiene varias imágenes parciales: puerta,
pastor y ovejas, que se van desarrollando con mayor relieve en las sucesivas
etapas. Todo apunta a una misma idea: Jesús es el buen pastor, es decir, su
autoridad y misión son auténticas y se realizan en el servicio hasta la entrega
de la propia vida para dar vida eterna a sus ovejas.
Jesús
acaba de calificar de ciegos a los fariseos a raíz de la curación del ciego de
nacimiento, a quien finalmente ellos excomulgaron de la sinagoga. Y añade a
continuación la parábola del buen pastor, que en su primera parte deja en claro
que los fariseos, más que guías religiosos
del pueblo, son ladrones y bandidos” que no entran por la puerta, sino
que saltan por la tapia del redil.
Hoy,
Jesús comienza por autodefinirse como la puerta de las ovejas. Él es la puerta
que conduce a la vida y a la inmortalidad, abriéndonos la puerta cerrada del paraíso perdido y franqueándonos el acceso al
Padre y a su reino. “Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante”.
La puerta es, además, el lugar por
donde se pasa y donde la gente se reúne: “Yo soy la Puerta”, dice Jesús. Quien
pase a través de él se verá unido a una comunidad en la que los vínculos
interiores de conocimiento, de amor y de mutua participación son más fuertes
que los vínculos creados a base de constricción y de prescripciones.
“Yo
soy la Puerta”. Una puerta que se abre sobre un universo hasta entonces
prohibido. En los días del pecado, Dios había colocado a dos ángeles como
guardianes del paraíso perdido. En adelante, el propio Dios es la puerta y el
paso: “He venido para que los hombres tengan vida”.
MARTES DE LA 4ª SEMANA DE PASCUA
1 DE MAYO
·
Hechos 11,19-26
Cesarea era todavía Palestina. Pero
la tormenta que se había desatado sobre la Iglesia de Jerusalén había
dispersado a los creyentes. Los griegos, sobre todo, habían vuelto a su país de
origen. En Antioquía, algunos de ellos hablaron a los griegos. Antioquía era
una ciudad importante, capital de un departamento de ultramar. Siria, que
englobaba Jerusalén. Pero era una ciudad podrida.
Para el futuro de la Iglesia es una
revolución. Hasta ese momento se había admitido a algunos paganos,
excepcionalmente, en la comunidad, pero ahora los misioneros se hacen griegos
con los griegos, y el Señor “les presta ayuda”. En la gran ciudad pagana nace
una nueva Iglesia, independiente del judaísmo. La opinión pública no se equivoca
y da, por vez primera, a los discípulos el nombre de “cristianos”.
Los apóstoles envían a Bernabé a que
se informe de la situación, y sus conclusiones van a estar a la altura del
acontecimiento: partirá hacia Tarso en busca de Pablo.
·
Salmo 86: “Alabad al Señor, todas las naciones”.
El salmo 86, posiblemente
emparentado con los cánticos de Sión, celebra a Jerusalén, la ciudad elegida
por Yahvé y que para los cristianos es la Iglesia madre, la comunidad cuyo
testimonio de fe ha franqueado las fronteras para conducir a los hombres a
Dios.
·
Juan 10,22-30
El profeta Ezequiel lo había
predicho: los jefes indignos serían desautorizados, y Yahvé suscitaría un único
pastor, un mesías de la casa de David. Cuando Jesús se afirma como el verdadero
pastor, ¿se aplica a sí mismo el oráculo del profeta? Que lo diga claramente:
¿es el Mesías? En los sinópticos sólo encontramos semejante requerimiento en el
transcurso del proceso religioso (Mc 14,61). En Juan, toda la vida de Jesús se
desarrolla como un largo proceso, enfrentamiento violento entre la noche de los
hombres y la luz de Dios.
Según Jesús, la pertenencia a su
grey no se funda en la raza, sino tan sólo en la escucha de su voz, en la
obediencia de la fe. Él confió a la Iglesia su misión de agrandar el rebaño a
la medida del mundo. Y el libro de los Hechos de los Apóstoles nos muestra ese
empeño en marcha. Por ejemplo, en la primera lectura de hoy, hemos visto cómo
la cristiandad primera establece en Antioquía de Siria una segunda cabeza de
puente para la misión a los griegos, es decir, a los paganos, equiparable a la
de Jerusalén para los hebreos.
MIÉRCOLES DE LA 4ª SEMANA
DE PASCUA
2 DE MAYO
·
Hechos 12,24-13,5
El Espíritu sopla huracanadamente
sobre la iglesia de Antioquía. Al ir a sacar a Saulo de su retiro, Bernabé
había apostado por el futuro. Lleva a Saulo a Antioquía, y ambos pasan allí un
año entero con la comunidad, durante el cual instruyen a un considerable número
de personas, edificando una nueva Jerusalén, libre de la presión del templo y
de la Ley, con sus propios catequistas y hasta sus profetas. Se organiza el
servicio de la comunión y, cuando el hambre se abate sobre los cristianos de
Jerusalén, que ya no eran ricos, los hermanos de Siria corren presurosos en
ayuda de la Iglesia-madre. Al igual que en Jerusalén, los cristianos de
Antioquía frecuentan asiduamente la oración y la fracción del pan, y las
palabras pronunciadas por Jesús en la última cena van tomando progresivamente
su forma definitiva, vertida en la lengua griega. Es justamente durante una
eucaristía cuando se levanta un profeta para decir en nombre del Espíritu:
“Apartadme a Bernabé y a Saulo para la tarea a que los he llamado”. Y, tras
haber ayunado y orado, se imponen las manos a los dos elegidos. Su obra va a
ser la obra de toda la comunidad.
·
Salmo 66: “Oh Dios, que te alaben los pueblos…”
El salmo 66 es difícil de
clasificar. Los versículos 2 y 3, que son una plegaria, invitarían a ponerlo
entre los salmos de súplica; pero los versículos siguientes responden más bien
a las características del himno.
·
Juan 12,44-50
Este texto nos ofrece una nueva
identificación de Jesús, pues en él afirma Cristo abiertamente: “Yo he venido
al mundo como luz, y así el que cree en mí no quedará en tinieblas”. El pasaje
pertenece al final de la primera mitad del evangelio de Juan o “libro de los
signos”, que concluye constatando la incredulidad de los judíos: “aunque había
realizado tan grandes signos delante de
ellos, no creían en él… Y algunos que si creyeron no lo confesaban en público
por miedo a los fariseos y para no ser excluidos de la sinagoga, porque
prefirieron la gloria de los hombres a la gloria de Dios”.
Cristo es la palabra personal de
Dios hecha hombre; por eso escucharle es llegar a la luz y caminar en la misma,
es ver a Dios en su persona, pues Jesús es uno con el Padre. Creer en Cristo es
más que una declaración externa, e incluso más que una simple disposición
interna; es un movimiento de adhesión a una persona, la de Jesús, y de entrega
a la misma en un encuentro de absoluta confianza. En la fe hacemos nuestra su
persona, de suerte que él llega a ser para nosotros nuestro principio de vida,
puesto que Jesús nos ofrece comunión de vida y amor.
JUEVES DE LA 4ª SEMANA DE PASCUA (FIESTA DE LOS SANTOS
FELIPE Y SANTIAGO, APÓSTOLES)
3 DE MAYO
·
1 Corintios 15,1-8
·
Salmo 18
·
Juan 14,6-14
VIERNES DE LA 4ª SEMANA DE PASCUA
4 DE MAYO
·
Hechos 13,26-33
En Jesús se cumple plenamente la
promesa hecha a los Padres. Unidad de la historia: Jesús ha muerto –muerto
ignominiosamente sobre una cruz-, pero con ello ha hecho realidad las palabras
de los profetas, que se leen cada sábado en la sinagoga. Ha sido entregado a
manos de los hombres, pero para la salvación de la multitud. Dios mismo ha
avalado este sacrificio voluntario: ha resucitado a Jesús de entre los muertos;
ha aprobado la obra de su Mesías y lo ha entronizado en la gloria suprema.
Los judíos habían pedido una palabra
de ánimo: Pablo les dirige una palabra de salvación. Con la resurrección de
Cristo, el reino forma parte definitivamente de la historia de los hombres;
“verdaderas realidades de David” forman ya parte del patrimonio de la
humanidad. “Gracias a Jesús os llega el anuncio del perdón de los pecados, y
esta justificación que no habéis podido encontrar en la ley de Moisés es
plenamente concedida en él a todo hombre que cree”.
·
Salmo 2: “Tú eres mi hijo: yo te he engendrado hoy”.
El salmo 2 es un salmo real que el
soberano recitaba el día de su entronización en Jerusalén. Contiene el decreto
divino que ratifica la adopción del monarca por Yahvé y un oráculo que fija su
destino.
·
Juan 14,1-6
Se toma el evangelio de hoy de la
primera sección del discurso de despedida de Jesús. Después de su anuncio de la
traición de Judas y de la triple negación de Pedro, en el ambiente flota un
cierto desánimo. Los discípulos están además, tristes e inquietos ante la
anunciada partida de Jesús. Por eso él les dice: No perdáis la calma: creed en
Dios y creed también en mí. Yo voy a prepararos sitio en la casa de mi Padre
para llevaros conmigo más tarde, cuando vuelva de nuevo. Y a donde yo voy, ya
sabéis el camino.
Entonces interviene el apóstol
Tomás: “Señor no sabemos a dónde vas; ¿cómo podemos saber el camino? Jesús le
responde: Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida. Nadie va al Padre sino por
mí”. Evangelio breve, pero de largo alcance. Dos temas mayores advertimos en
él: en primer lugar, la casa del Padre, y después, el camino para llegar a
ella.
Pero en uno y otro tema, casa y
camino, se trasciende el mero espacio material y físico para adentrarse, más
bien, en la experiencia interna de comunión con Dios. Para lograr este objetivo el único mediador es Cristo. Él
lo dijo: “Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida. Nadie va al Padre sino por
mí”.
¡Y LLEGÓ EL DÍA!
SÁBADO 5 DE MAYO. CORONACIÓN CANÓNICA
DE MI MADRE DE LA VICTORIA
SÁBADO 5 DE MAYO. CORONACIÓN CANÓNICA
DE MI MADRE DE LA VICTORIA
Él te coronó
de gloria
cuando te eligió por Madre,
y te dijo Dios te Salve.
Que Dios te Salve, Señora.
Que Dios te Salve, Señora.
Que Dios te Salve, Victoria.
SÁBADO DE LA 4ª SEMANA DE PASCUA
5 DE MAYO
·
Hechos 13,44-52
Momento dramático: Pablo acaba de
dirigir a los judíos una palabra de salvación. Ha anunciado que la resurrección
de Cristo abría un futuro a todo hombre creyente, ha recordado la antigua
promesa de Yahvé a Abrahán: en ti serán bendecidas todas las razas de la
tierra”. Es la ruptura: una parte de los oyentes no puede entender ese lenguaje,
y se desata la indignación.
Con toda solemnidad y con la
libertad del Espíritu, Pablo declara entonces: “Era necesario anunciaros a vosotros en primer lugar la Palabra de Dios;
pero, ya que la rechazáis y vosotros mismos no os juzgáis dignos de la vida
eterna, mirad que nos volvemos a los gentiles”. La decisión está cargada de
sentido. Por una parte, revela un fracaso provisional de la Palabra entre el pueblo
de la Promesa; pero, por otra, confirma que los paganos pueden aspirar
legítimamente, junto con el Israel fiel, a la herencia de la vida eterna. El
amor de Dios no conoce fronteras.
·
Salmo 97: “Los confines de la tierra han contemplado la victoria de
nuestro Dios”.
El salmo 97 canta la alegría de los discípulos,
que no conocen eclipse a pesar de las dificultades de la misión. Es un himno a
la universalidad de la salvación.
·
Juan 14,7-14
La petición de Felipe nos parece
oportuna. Si lo que más importa es el Padre, si la fuente de todo es el Padre,
si la meta final es la casa del Padre, si hemos de rezar: Padrenuestro, pues
queremos saber algo más del Padre. Muéstranos al Padre, danos al menos un
retrato suyo, ojalá pudiéramos ver su rostro, porque ahora vemos en un espejo,
confusamente.
Sin embargo, el Señor corrige a
Felipe. En el fondo al apóstol le falta fe, como a nosotros. Nuestra fe es más
pequeña que un grano de mostaza. Si no vemos mejor a Dios es porque tenemos los
ojos embarrados. Sólo los limpios de corazón pueden ver a Dios. Si nuestros
ojos del corazón fueran suficientemente limpios, veríamos a Dios en todo.
Veríamos en todo y en todos la huella de Dios. Y lo veríamos plenamente en
Jesucristo.
La gran respuesta de Cristo a
Felipe: quien me ha visto a mí ha visto al Padre. Es la gran respuesta cristiana
a todas nuestras dudas y nuestros interrogantes. Cristo es el amén de Dios.
Cristo es la plenitud corporal de Dios, el rostro de Cristo irradia toda la
gloria de Dios.
QUIEN ME HA VISTO A MÍ
HA VISTO AL PADRE